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SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

El gobierno de AMLO, pese a las buenas intenciones del presidente, va dando tumbos. Ayer renunció al IMSS uno de los hombres que considerábamos más útiles dentro de la administración federal, el ex panista Germán Martínez Cázares, quizás el que más claro tiene los principios de la Cuarta Transformación.

Martínez Cázarez se convirtió desde el inicio de este gobierno en un duro crítico del cochinero que encontró en el IMSS, y fustigó a los gobiernos anteriores panistas y priístas, por permitir que las cuotas de los trabajadores se usaran para que unos cuantos protegidos del régimen amasaran fortunas, mientras que la infraestructura del instituto, que no es oficial, sino de propiedad tripartita (gobierno, patrones y trabajadores), se caía a pedazos, así como las clínicas y hospitales se vaciaban de medicamentos y materiales de curación.

De verdad que tanto el IMSS como el ISSSTE y la Secretaría de Salud están ante una situación tan crítica, que debiera declararse emergencia nacional, y aunque se está en espera de una reestructuración, mientras eso ocurre también está presente el fantasma de la corrupción, que podría hacer abortar el proyecto lópezobradorista en materia de salud.

En su carta de renuncia, Germán Martínez Cázares fue enfático al señalar las causas de su renuncia a la dirección general del IMSS, y acusó a funcionarios de la Secretaría de Hacienda de ejercer un control absurdo sobre los recursos del instituto, cuando lo que debiera priorizar es al ejercicio oportuno de los mismos, pues en materia de salud cualquier ahorro o subejercicio resulta ser criminal, ya que de la inversión dependen vidas humanas.

¿Qué hizo el presidente? Lamentó la renuncia de Martínez Cázares, pero respaldó al titular de Hacienda, cuya encomienda es que haya finanzas sanas en el país.

Sobre el relevo en el IMSS, dijo que “hay muy buenos servidores públicos para sustituir a quienes no están conformes, y además son libres, no se puede tener a nadie a la fuerza, hay que trabajar con convicción y a gusto”.

AMLO también anunció que habrá otras renuncias en su gabinete, y que eso es normal.

Difiero con el presidente acerca de que hay sustitutos de Martínez Cázares. Porque como éste mismo dijo, hay gente más preocupada en el cargo que en el encargo, dos cosas totalmente distintas. Una cosa es ocupar un lugar en la administración, nadar de a muertito o fingir que se trabaja, y otra muy distinta es dar resultados, y enderezar las sendas torcidas.

Martínez Cázares sabía que sin un adecuado ejercicio presupuestal, sus propias metas no serían cumplidas, y por ende tampoco las del presidente de la República, quien prometió combatir la corrupción, pero también mejorar los servicios y, en el caso de salud, rescatar a las instituciones que prestan este servicio que es un derecho constitucional para los mexicanos.

Es obvio que el presidente busca que se controle el destino de cada peso en su gobierno, pero también debe ser verdad que para eso eligió a los mejores hombres y mujeres para sacar adelante los trabajos. Y todos sabemos que con dinero baila el perro, y sin dinero Martínez Cázares sólo tendría la opción de hacer lo de sus antecesores: poner cara de chacape ante las infames condiciones en que opera el IMSS, mientras el recurso de las cuotas sindicales y patronales se desvía, como también sucede en Salud, que ha venido a ser la caja grande de un puñado de burócratas, tanto a nivel nacional como en los estados.

¿Quién sustituirá a Martínez Cázares? Es lo de menos. Porque si no cambia la política de inversión del gobierno federal, y si persiste el control de los dineros del IMSS, quien le supla muy poco podrá avanzar y será, como dijo el ahora ex director, “un florero”.

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