(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
La idea es tan provocadora, que ya queremos ver cómo se desarrollará. No cabe duda que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, sabe cómo hacer para ir dándose a querer y cada día nos sorprende con algo nuevo y le pone un cuerpo adelante a sus detractores, sobre todo los panistas, quienes rayan en la esquizofrenia cuando se van enterando de los movimientos que está haciendo el presidente. Y están tan preocupados, que Vicente Fox y Felipe Calderón, los responsables directos de la violencia que estamos padeciendo, andan en actitudes incluso golpistas contra el presidente, exigiendo su deposición, pues poco a poco les va minando los imperios y las redes de corrupción que trabaron en sus sexenios fallidos.
De Peña Nieto, ni hablar. Está calladito y disfrutando de sus millones, con su nueva mujer, pero al menos tiene la decencia de callarse, luego de su patético trabajo como presidente de la República, de cuyo gobierno estamos viendo cómo brota la corrupción. Por ejemplo, ayer Proceso publicó que el mexiquense gastó discrecionalmente (sin vigilancia), la módica cantidad de 1 billón 823 mil millones de pesos, cifra que para un pobre no representa nada porque nunca jamás en su vida la verá junta, y ni siquiera podemos imaginarnos esa gran tajada.
Pero decíamos, al menos éste tiene el decoro de ponerse un cierre en la boca, a diferencia de la Chachalaca de Fox, y de Felipe del Corazón de Jesús Calderón Hinojosa (como a Noroña le gusta llamarlo). De verdad dan pena ajena.
Pero vamos a la materia de este día. El presidente anunció que creará un instituto para devolverle al pueblo lo robado. ¿Cómo? Sí, señor. El presidente dice que tiene 1,200 millones de pesos que le ha estado incautando a los grupos delincuenciales, y que buscará un mecanismo para que este dinero vuelva al pueblo, vía obras y servicios.
Y para no variar, recordemos que esa promesa la hizo Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, y su gobierno hizo varias obras, pero todo lo demás se diluyó en la vorágine de la guerra contra el narcotráfico y, para comenzar, nunca supimos qué, cómo, dónde, cuándo y cuánto se le decomisó a los cárteles, y en qué se invirtió.
Lo único que sabemos es de la mortandad que su guerra contra los cárteles provocó, al grado de que todavía están destapándose fosas con decenas de restos humanos, incluso incompletos, pues no les bastó matarlos, sino que además los deshicieron en ácidos, los quemaron o los molieron.
Claro que para que funcione el instituto Robin Hood, o Chucho El Roto (más mexicano el nombre), los diputados tienen que apresurarse con la adecuación de las leyes, sobre todo la de extinción de dominio, que a propósito se dejó molacha, y la cual era uno de los compromisos del candidato del PRI a la presidencia de la República, José Antonio Meade Kuribreña, sin la cual será imposible convertir los decomisos en dinero público, pues de antemano se antoja que se trataría de “lavado de dinero”. Paradoja de paradojas.
Y esto se pone bueno, amable lector. El lunes, el presidente les sacó un susto a los millonarios de México, cuando les anunció que nunca más se les condonará el pago de impuestos, al menos no durante su gobierno, como los presidentes anteriores lo hacían de manera extralegal, amparados solamente en un agregado legal que afortunadamente vence este año, y cuyo palomeo recaía en el Ejecutivo Federal. Es decir, que ni siquiera era una decisión que tomaba el SAT o el titular de Hacienda, sino que el mismísimo presidente de la República determinaba a quién condonarle el pago de impuestos –estamos hablando de cantidades multimillonarias-, mientras que contra Juan Pueblo se desataba el terrorismo fiscal.
Así que con estas acciones, entre el cobro real de impuestos (que más pague el que más tiene), y la devolución en obras y servicios de los dineros decomisados a los cárteles, sin duda que poco a poco este país irá tomando forma, en lugar de ser el amasijo de problemas que heredó AMLO.
Sus enemigos, como siempre, van a patalear argumentando incluso que se quiere reelegir. Jojojo. Así de asustados andan.