SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

México está que arde. Y de entre todos los estados de la República, Guerrero ocupa el primer lugar en incendios forestales. Esto lo reconoció el gobernador Héctor Astudillo Flores, quien informó que en lo que va del año se han registrado más de 130 siniestros, mismos que han afectado, según estima Protección Civil, 15 mil 342 hectáreas de vegetación diversa.

Tan sólo el incendio que lleva activo desde el sábado pasado en predios y cerros al sur-poniente de la capital del estado, ha consumido un aproximado de 600 hectáreas de bosque, lo que ha provocado que la ciudad se encuentre en contingencia ambiental por las densas capas de humo estacionadas.

Sin embargo, no es el único incendio de esa magnitud, sino que en este momento hay 5 conflagraciones fuera de control, una de ellas en Petatlán, en esta región de la Costa Grande.

Ayer, además, murió un brigadista de Protección Civil mientras combatía un incendio cerca de Tixtla, porque cayó a un barranco. Los diputados guardaron un minuto de silencio por Saúl Mier Deloya, y se limitaron a exhortar a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes para que facilite sus aeronaves, a fin de que sean utilizadas como tanques cisternas, para apagar por vía aérea el voraz incendio que afecta a la capital del estado, donde ayer se cancelaron clases para evitar que los estudiantes estuvieran expuestos al humo que desde el lunes afecta la ciudad.

El asunto es crítico. Los expertos afirman que el fenómeno El Niño está provocando una severa sequía en todo el hemisferio occidental, y eso repercute en mayores y más graves incendios. De hecho, si observamos imágenes en tiempo real de la Tierra por el programa Lance NASA – National Aeronautics and Space Administration, se pueden ver todos los incendios activos en América del Norte y América del Sur. Y todo Centroamérica, así como los estados del Sur y la costa del Pacífico en México, están ardientes. También se pueden ver incendios en el centro del país, y en la costa del Golfo, desde Yucatán hasta Tamaulipas.

¿Qué está sucediendo? ¿Por qué no se aplica la ley? ¿Dónde están las acciones de prevención?

Aunque esto se vive cada año, desde febrero hasta que llegan las primeras lluvias, nadie hace algo al respecto. Año con año nos enfrentamos a las quemazones en bosques y potreros, incluso a bordo de carretera, así como a incendios de gran magnitud, provocados en un 90 por ciento por los campesinos y productores en general, que tienen la necesidad de preparar sus tierras para el cultivo, quemando los restos de la cosecha anterior.

Entonces recurren al método de roza y quema, pese a que ya existen otras opciones, como la incorporación de la materia orgánica a los suelos cultivables, para nutrirlos. Lo más fácil, sin embargo, es prenderle fuego a las parcelas.

Aunque se nos diga que existen los incendios “espontáneos”, aquellos que se producen en climas demasiado secos y con altas temperaturas, en lugares donde hay mucha materia orgánica expuesta, lo cierto es que las causas de los incendios son generalmente de origen agropecuario.

Y si eso ya se sabe, ¿luego entonces por qué no se combate desde ese ámbito el problema?

Lo que estamos viendo es una reacción oficial ante los incendios ya propagados, en lugar de prevenir que estos se susciten. Y si todo inicia con el productor, entonces ahí se debe actuar e intervenir en todo el proceso.

Por ejemplo, los campesinos deben avisar a las autoridades cuando vayan a realizar sus quemas, y hacerlas en equipo, para que los dueños de terrenos aledaños también estén al tanto y ayuden en caso de emergencia.

Pero sobre todo se debe aplicar la ley de protección al medio ambiente, según la cual, todo aquel que provoque un incendio, por la razón que sea, debe pagar e ir a la cárcel. Y si es un ejidatario en particular el que provoque este daño, se le debe multar al ejido en su conjunto, por carecer de un reglamento interno.

Además, a los productores negligentes se les deben cancelar sus apoyos para la producción, como una medida de apremio.

Hasta en esto se resiente la falta de aplicación de la ley, que ha generado una gravísima impunidad de parte de quienes van y a cualquier hora del día le meten fuego a los montes, en espera de que el viento haga su trabajo y les ahorre el pago de peones, la apertura de guarda-rayas y el cuidado de que el fuego no arrase con todo a su paso.

México está que arde, en todos los ámbitos de la vida pública. Guerrero, en primer lugar. ¿Acaso habrá algún asunto en el que no figuremos en el primer puesto?|

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