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SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

La “Marcha Fifí” convocada por quién sabe quién, para realizarse en la Ciudad de México, así como en las entidades de la República, fue un fracaso evidente, pero es el comienzo de otras que vendrán a lo largo del presente sexenio, tal y como ha sucedido en otros países donde se tiene un gobierno opositor no sólo a las élites nacionales, sino sobre todo a los amos del mundo, que operan desde las potencias económicas mundiales –léase Estados Unidos y otros-, y sobre todo desde los organismos que regulan la economía de todos los países, a cambio de préstamos para el desarrollo, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Al grito de “Fue un error votar por Obrador”, y “Así no AMLO”, los “fifís” (término que el presidente AMLO desempolvó de la historia de este país, cuando la prensa fifí y los conservadores le quemaron la casa a Francisco I. Madero), marcharon en la Ciudad de México, con la consigna de que el mandatario renuncie.

¿Dónde hemos visto esto? Las marchas fifís, así como otros muchos problemas de corte social, son las armas de los regímenes conservadores, y la mayoría de los países de Latinoamérica lo han sufrido. Estar en contra de los barones del dinero, es echarse la soga al cuello. Estos no se tocarán el corazón incluso de provocar una guerra civil en México, si consideran que sus intereses están siendo trastocados, y para eso no necesitan venir a México, no son tan obvios, sino que utilizan a sus agentes locales. ¿O qué hace Vicente Fox Quezada, ex presidente de México por el PAN, marchando en su natal Guanajuato, custodiado por militares, en contra de AMLO, a quien llama “Lopitos”? Más claro ni el agua clara. Chente Fox, el presidente Coca Cola, es uno de esos hombrecillos que hacen el trabajo de zapa. Tanto a él como a Felipe Calderón no les bastó meternos en la guerra contra el narcotráfico, cuyo saldo es descomunal, nunca jamás concebido en un país en paz; no les bastó eso, sino que además tenemos que soportarlos como agentes de los poderosos del mundo, con los cuales pactaron combatir a los cárteles en México, donde no eran problema, pues el negocio está en Estados Unidos. Todo para regar de sangre el país mientras ellos avanzaban en sus planes para apoderarse de la nación, de nuestros recursos, como lo hicieron con el petróleo de la Dona del Golfo de México, petróleo que el gobierno americano succionó desde sus aguas internacionales con alta tecnología, pero pasando por el gran desastre del derrame petrolero en el Golfo de México, mientras Felipillo se entretenía en su guerrita contra los cárteles de la droga, sin saber que es Estados Unidos el que controla los mercados negros, incluido el de las armas, con la cuales se hacen las guerras. Así mantiene a su industria armamentista en movimiento.

A cambio, se le permitió a la clase política mexicana robar cuanto pudieran, saquear y enviar sus dineros robados a los paraísos fiscales. Basta un ejemplo para entender esto: el Caso Odebretch, que en otros países de Latinoamérica ya provocó el encarcelamiento de expresidentes, así como el suicidio de uno de ellos. Pero en México, ni sudan ni se abochornan.

Decíamos que la marcha es apenas uno de los instrumentos en contra de los países que buscan algo de paz y desarrollo. Lo otro es la migración. Si pensamos que las oleadas de migrantes desde los países más violentos de Sudamérica, como Honduras, son fortuitas o algo que surgió por generación espontánea, pues no. Existen análisis muy serios de expertos en el tema, que aceptan que esas oleadas de migrantes hacia México, están siendo promovidas por la Fundación Migrantes y Refugiados Sin Fronteras, cuyo financiamiento se le atribuye a Jorge Soros, uno de los pocos barones del dinero en el mundo.

Los migrantes son lanzados con el señuelo de llegar a Estados Unidos, pero en realidad se están quedando en México. Y no sólo vienen sudamericanos, hay de todos los países del mundo ahí, incluso árabes.

Por eso, si pensamos que estamos cerca de la paz en México, nos equivocamos. Y no porque el gobierno sea incapaz de construirla, sino porque los poderosos pondrán obstáculo tras obstáculo para que esa premisa no se consiga. Un México próspero y en paz, no sirve a los intereses de dominio de los que desde tiempos de la Independencia nos han tomado como patio trasero, sobre todo aquellos que dijeron alguna vez que “América para los Americanos”. Los mismos que financiaron a Juárez, los que usaron a Madero para encabezar la Revolución en contra de Díaz, así como a los demás jefes revolucionarios, a cambio de que México dejara de producir, por ejemplo, aviones y armas.

Veremos más de los Fifís en lo sucesivo. Prepárese, amable lector. E infórmese para que no le mientan.

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