SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

1 de mayo, día internacional del Trabajo. Fecha en que los gobiernos usan como pasarela para exhibirse con discursos acedos, de presunta solidaridad con los que viven de vender su fuerza laboral; día en que sindicatos de trabajadores viven como un carnaval, para sacar el ¡fuaaaa! de sus frustraciones, porque aunque ellos le reclaman a los patrones mejores condiciones de trabajo, sus líderes los venden como puercos flacos, mientras junto con sus hijos viven como jeques árabes, disfrutando de las ricas mieles del poder.

La política sindical es así, completamente rancia, desfasada, caciquil, alimentada por una cultura política de intercambio de favores y plataformas electorales. En este caso, los sindicatos pasan a ser meros trampolines de alcaldes, diputados, senadores, y carne de cañón de los partidos políticos. Bueno, dicen que con la Reforma Laboral todo eso va a cambiar, y que en lo sucesivo será todo democracia al interior de los sindicatos. Que la Cuarta Transformación del país, promovida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, vendrá a meternos de lleno al país de las maravillas.

El 1 de mayo también es día feriado, que esta vez se juntará con el fin de semana y por eso muchas escuelas harán “puente largo”, y eso que el 5 de mayo, día de la Batalla de Puebla, cae en domingo, que si no se van hasta el martes de pinta. En su mayoría, en muchos municipios todavía se vive el recalentado del Día del Niño.

México llegó a este día con una Reforma Laboral en mano, dictada desde los Estados Unidos, que ayer presumió el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Reforma en la que se tocaron muchos aspectos que le quitan yugos a los trabajadores, como el de la obligada pertenencia a un sindicato, pues en lo sucesivo serán libres de integrarse a o no a estas organizaciones, cumpliéndose de este modo con el derecho constitución a la libre organización.

Pero eso es lo de menos, porque los legisladores de la 4 Transformación, apoyados por los que ahora son “de oposición” (léase PRI, PRD, PAN, Verde, PT y MC), se movieron en un escenario hipotético, cuando la realidad dicta otra cosa: estancamiento económico para las empresas, desaceleración económica mundial, crisis, deuda y corrupción, que a pesar de los esfuerzos por erradicarla, continúa rampante en el país.

Y para que el tema de la reforma laboral amarre, el martes 30 de abril los empresarios y el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, teniendo a los gobernadores como testigos, firmaron el Acuerdo para el Diálogo Social y el Fortalecimiento de la Paz Laboral. Mediante este instrumento, los líderes empresariales se comprometen a fortalecer la tranquilidad en el trabajo, en aras de un mayor crecimiento económico.

Es decir, en palabras llanas, se comprometen a aceptar la reforma impuesta por Washington, como un requisito indispensable para aprobar en definitiva el Tratado de Libre Comercio; de lo contrario, México será sacado de ese acuerdo, como desde el inicio era la intención del presidente Donald Trump.

Sin embargo, lo cierto es que la reforma laboral contiene muchas promesas que será imposible que el gobierno cumpla sin que mejoren los escenarios económicos.

Por ejemplo, los expertos hablan de desaceleración que se vivirá de lleno en los próximos dos  años, y todos sabemos que un fenómeno así viene acompañado de una precarización laboral y de un aumento en la inflación.

Febrero arrojó un crecimiento económico de sólo 1.1 por ciento, lo cual propició que el promedio de los primeros tres meses de la nueva administración fuera de 0.8 por ciento, el más bajo en el país desde la época de Ernesto Zedillo.

Las cifras de ocupación y empleo tampoco fueron favorables: Las tasas de desocupación y de ocupación en condiciones críticas van al alza. Si se encuentra empleo se trabaja mucho por una remuneración menor a los dos salarios mínimos.

En contra parte, la inflación de la primera quincena de abril fue de 4.4 por ciento y las exportaciones de marzo cayeron por primera vez en 28 meses.

En su conjunto, lo anterior presenta un marco económico que debe atenderse para evitar una mayor afectación a la sociedad y la economía nacional.

Así de grave. Y ayer, en las calles, en lugar de atender estos escenarios, los trabajadores y los gobiernos gastaban pólvora en infiernitos.

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