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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Hasta ahora, amable lector, las caravanas migrantes que comenzaron a fluir de Centroamérica con rumbo a Estados Unidos desde 2018, no habían tocado realmente al estado de Guerrero.

Los migrantes, en su mayoría centroamericanos, pero también caribeños y de otras partes del mundo, se organizaban y tomaban rutas distintas hacia la frontera norte, en ocasiones con protección del gobierno federal, cuya propuesta de mantenerlos en refugios temporales falló.

Aunque también se han intentado deportarlos hacia el sur, las marabuntas humanas siguen fluyendo. Habían parado por la pandemia de Covid-19, pero este verano miles de ahitianos, cuyo país está devastado por el hambre y la pobreza, se dispusieron a llegar a los Estados Unidos por tierra, ya no por mar, y tomaron obligadamente el territorio nacional, entrando por el sur.

Inútiles fueron los esfuerzos de la Guardia Nacional por contenerlos. Tampoco sirvieron los esfuerzos del Instituto Nacional de Migración para que se quedaran en los refugios, para que no cruzaran hacia el norte, por los peligros que eso representa, ya que prácticamente todas las rutas que siguen están plagadas de grupos delincuenciales.

Pero sobre todo porque no hay manera de que los migrantes penetren la frontera norte, cada vez más protegida, y entonces tendrán que quedarse de este lado, como ya lo hacen otros miles, hombres y mujeres que pululan en las principales ciudades fronterizas.

Por humanidad, y porque realmente somos también un país expulsor de migrantes, este lunes comenzará a operar de nuevo el programa “Quédate en México”, operado por el gobierno federal en acuerdo con el gobierno de los Estados Unidos, y que consiste en mantener a los migrantes en territorio nacional, hasta que el vecino país revise las solicitudes de visa, algo para lo cual pueden pasar años, o no suceder nunca.

Decíamos que la ruta del Sur-Occidente no había sido muy concurrida por migrantes, si acaso la tomaban de paso. Pero este en los últimos días llegaron a Acapulco 56 ahitianos, y el sábado 10 más. Para este domingo se esperaba otro camión con familias, para hacer una comunidad proveniente de 5 países de Centro y Sudamérica y el Caribe.. La estimación de las autoridades es que llegarán más migrantes al puerto, y ha sido necesario que el gobierno del estado y el gobierno municipal coordinen esfuerzos para darles refugio temporal, donde tengan los servicios mínimos. Además, se les están dando servicios médicos y de detección de Covid-19.

La razón es que el Instituto Nacional de Migración está desahogando sus oficinas del sur, y desviando el flujo migratorio hacia Acapulco, lo mismo que a otros estados, para acelerar los trabajos de revisión de solicitudes y la entrega de una especie de pasaporte humanitario, con lo cual se evitarán las deportaciones.

En pocas palabras, los migrantes se quedan en México mientras se decide su suerte.

La experiencia dicta que decenas de ellos se están acomodando a donde llegan y en Acapulco ya comenzaron a pedir oportunidades de empleos.

De todos, el caso de los ahitianos será el más difícil, pues no hablan español aunque sí inglés y francés. Seguramente podrán desempeñarse en el sector turístico fácilmente.

La oposición está criticando al gobierno de México por la decisión de entregar visados humanitarios a los migrantes, y por acatar el programa “Quédate en México”. Pero la verdad es que no podemos expulsar a los del sur, mientras que los nuestros están por millones en Estados Unidos, viviendo como extranjeros en una tierra que han ayudado a levantar, y para los cuales no ha habido consideraciones desde hace 35 años.

Apenas se está cocinando una opción migratoria pero sólo para no deportarlos, con la promesa de que en 10 años se revisará caso por caso. Incluso legalmente los migrantes mexicanos y todo aquel que haya ingresado ilegalmente a los Estados Unidos está violando la ley migratoria de ese país; por lo tanto, la tregua que les van a dar tiene las características de la libertad condicional.

Y si Estados Unidos está haciendo eso con nuestros paisanos, gracias a los cuales México ha recibido montos históricos de remesas, ¿acaso podríamos nosotros repudiar a los migrantes que, como nuestros paisanos, buscan mejores oportunidades de vida?

Ciertamente México no es Estados Unidos en cuanto a la disponibilidad de recursos para garantizar empleos a los migrantes, así como salud, educación y todo lo que las familias requieren, pero lo menos que podemos hacer es darles una tregua, pues realmente no quieren quedarse en este país, no les es atractivo, solamente lo están usando como ruta de paso. Y aún cuando quisieran quedarse, hasta la Biblia habla de ser amable con el extranjero.

Esperemos que las autoridades locales tomen las mejores decisiones, y que los migrantes tengan la sensibilidad de mantenerse dentro de los márgenes de la ley migratoria, aceptando lo que se les brinda.

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