SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Este lunes 27 de septiembre, los países del mundo celebraron el Día Internacional del Turismo. Y no es para menos. La industria sin chimeneas genera en México más de 8 puntos del Producto Interno Bruto nacional, y generaba 1 de cada 10 empleos antes de la pandemia.

Desafortunadamente, el Covid-19 vino a golpear severamente a este sector, que pese a ser el más deprimido, también es la esperanza de recuperación de todos los países con vocación turística, México entre ellos y más que todos, Guerrero.

En nuestra entidad no se practica un turismo de élite, a diferencia de lo que sí ocurre en Cancún o en Los Cabos. Entre nosotros, hacer turismo es lo cotidiano, pues nuestros destinos de playa no son artificiales; es decir, creados específicamente para recibir turistas, sino que el crecimiento turístico fue al contrario: primero fueron los pueblos y comunidades, y luego la actividad turística.

Por ejemplo, si vamos a Cancún, el pueblo de Benito Juárez está lejos y aislado del centro turístico, la gente se tiene que desplazar para trabajar y/o visitar.

En cambio, en Guerrero, sea en Acapulco o Zihuatanejo, o cualquier otro destino, el turista se topa con una realidad distinta. Su visita se enriquece con la cultura, gastronomía y costumbres de los habitantes, y no se tiene la sensación de que se está en una isla paradisicaca, mientras que del otro lado la clase trabajadora vuelve cada tarde-noche a su miseria.

Esto para mi es la magia que tiene visitar cualquier destino turístico de Guerrero. Ni siquiera la zona Diamante está fuera del contacto con la gente, pues esa zona se desarrolló en tierras ejidales, hasta Barra Vieja, y por lo tanto, aunque haya un bulevar y zonas exclusivas, así como cotos residenciales, aún podemos encontrar una residencia y al lado una casita, o un negocio, una miscelánea.

En Guerrero la gente, y no las cadenas comerciales y restauranteras, se beneficia directamente del turismo. Cualquiera puede abrir su restaurante, su taquería, hasta su puesto en la banqueta de su casa, para aprovechar la afluencia turística.

Con todo, no estamos exentos del clasismo, pero definitivamente nada parecido con Los Cabos, por ejemplo, donde la franja turística también está aislada, mientras la gente se las ingenia para vivir en colonias terregosas, carentes de agua, con el agobiante calor de un desierto alto, y que son los que hacen posible la vida de los visitantes con su trabajo.

Desafortunadamente, y de acuerdo con gente de Guerrero que viaja mucho hacia ese lugar, la vida allá es sufrida y el bienestar del turismo no se ha reflejado en la calidad de vida de la gente.

Todo este punto, estimado lector, porque precisamente esa fue la reflexión de autoridades y organizaciones, en el marco del Día Internacional del Turismo. No se debe    inyectar recursos a este sector, sin enlazar el binomio turismo-pueblo. Todo lo que excluya al pueblo no sólo de los beneficios de la generación de riqueza a través del flujo de visitantes, es cuestionable y reprobable.

El uso y disfrute de nuestros recursos naturales, como lo son las playas, el mar, montañas, ríos y lagunas, etcétera, nos debe incluir a todos, sea de manera directa o indirecta.

Los inversionistas deben también ser socialmente responsables, pues no tienen derecho a explotar nuestras tierras y enriquecerse al margen del bienestar social.

A este respecto, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, destacó que el sector turístico puede proporcionar puestos de trabajo decentes y ayudar a construir economías y sociedades resilientes, sostenibles, con igualdad de género e inclusivas.

Pero Julia Simpson, presidenta y CEO del WTTC, fue más precisa: “A medida que reconstruimos un sector más fuerte y crecemos, debemos asegurarnos de que el crecimiento nos incluya a todos y cada uno de nosotros. No debemos dejar atrás a ninguna nación, persona o animal, mientras nos beneficiamos del turismo para construir un mundo que las generaciones futuras puedan disfrutar y prosperar”.

Claro, pero una cosa es que se debata y proponga en esos foros de alto nivel, y otra cosa lo que ocurre a nuestro alrededor.

Afortunadamente estamos ante un cambio de gobierno, con la oportunidad de modificar precisamente esos conceptos y paradigmas.

Ayer, en un mensaje en Facebook, la gobernadora electa, Evelyn Salgado Pineda dijo:  “Al celebrarse el Día Mundial del Turismo, es justo reconocer su importancia e impulsar acciones que permitan alcanzar una actividad turística diversa, sostenible y sustentable, para reactivar el sector en medio de una pandemia mundial y lograr una recuperación social en beneficio del pueblo. En el gobierno de la Cuarta Transformación, ¡Guerrero volverá a brillar con todo su potencial turístico!”.

Exacto, eso es lo que se necesita para Guerrero sobre todo, donde el turismo es el principal motor económico.

A propósito, ayer se anunció la inversión de 30 mil millones de pesos en la primera etapa del Cuarto Polo Turístico de Guerrero, conocido como Acapulco Sur-San Marcos. “El proyecto tendrá 5 campos de golf, club hípico y hoteles ecológicos, que darán en los próximos 40 años una reactivación económica y creación de empleos directos e indirectos a la Costa Chica”, reveló el titular de la Protur, Noé Peralta Herrera.

De esto hablaremos más adelante, estimado lector.

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