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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Tremendo escándalo causó la muerte de un profesor de artes marciales y su esposa, en el libramiento a Tixtla, el pasado viernes, cuando el bochito en el que viajaban fue embestido por un autobús que transportaba a estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Desde ese momento se desató la exigencia generalizada entre la población de un obligatorio alto a las manifestaciones de los “ayotzinapos”, como les llaman, quienes ese día se manifestaron en Chilpancingo por los escasos resultados del caso de la desaparición de 43 estudiantes, cuya apertura y solución prometió el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Parece que se agota la tolerancia que la sociedad había estado teniendo con los normalistas, quienes desde el 27 de septiembre de 2014, al darse a conocer los hechos de Iguala, comenzaron a manifestarse bloqueando sobre todo la autopista del sol, secuestrando autobuses, tomando casetas de peaje para cobrar el cruce de los vehículos, etcétera.

Casi 7 años después, los normalistas siguen en sus reclamos y recurriendo a las mismas prácticas que llevaron a sus compañeros a la muerte, en aquella noche de 26 de septiembre de 2014, lamentablemente.

Y, paradógicamente, partiendo de testimonios de que los muchachos fueron calcinados, esta vez se acusa a un grupo de ellos de haber provocado la muerte de un profesor de artes marciales y su mujer, también quemados.

Con base a información policiaca, Jacinto y Raquel viajaban el viernes pasado en un coche Volkswagen Sedan color gris, con dirección a Chilpancingo, sobre el nuevo libramiento, cuando a la altura del kilómetro 10, el autobús en el que iban los estudiantes de la normal rural Raúl Isidro Burgos, cuando se dirigían a Tixtla, invadió el carril contrario e impactó de frente al bochito.

Tras el severo choque, el autobús arrastró más de cien metros al Sedan, provocando un incendio que envolvió a las dos unidades, pero sobre todo al coche compacto.

Los cuerpos de Jacinto y Raquel se calcinaron en el Sedan, mientras que los estudiantes abandonaron el autobús y estuvieron observando a prudente distancia.

Fotos tomadas por otros automovilistas los muestran replegados, cuando el incendio apenas comenzaba, y consideran que pudieron ayudar al profesor Jacinto y a su esposa.

Por lo tanto, de lo que se les acusa no es del accidente propiamente, sino de no haber ayudado a las víctimas,sino que solamente se apresuraron a bajar del autobús para resguardarse ellos.

La ira de la sociedad se desató y ayer le echaron chapopote al “antimonumento” que se alzó en Chilpancingo en memoria de los 43 desaparecidos hace 7 años. Además, exigieron que se acoten de una vez por todas las manifestaciones que cotidianamente están realizando los estudiantes, quienes toman camiones de empresas privadas para desplazarse.

En respuesta, los estudiantes pidieron se investigue el accidente. Exigieron que no se les criminalice por ello, y aclararon que por acuerdo con las empresas dueñas de los camiones en los que se transportan, son los choferes de las propias empresas los que conducen los vehículos.

Con esto, Ayotzinapa le echa la carga a la empresa cuyo camión fue secuestrado para que se manifestaran en Chilpancingo, pues la técnica es tomar el camión, bajar a la gente, y obligar al chofer a llevarlos a su destino.

Pero, insistimos, no se les está acusando del accidente, sino de haberse resguardado ellos, siendo jóvenes, y haber dejado quemar a la pareja en el bochito.

Al principio se pensaba que la mujer era un niño, porque quedó bajo los pies del hombre, dicen que posiblemente tratando de sacarlo, porque quedó prensado.

Parecería una exageración de parte de la sociedad civil, sobre todo de la capital del estado, que es la que siempre ha sido rehén de todo tipo de manifestaciones, pero no lo es cuando hay vidas de por medio.

No pueden, los estudiantes de Ayotzinapa, alegar que se les haga justicia, si su lucha está sembrada de injusticias.

Hasta ahora, lo que se les echaba en cara era la manera violenta de manifestarse, encapuchados, y destruyendo bienes muebles e inmuebles, pero lo de menos son las pérdidas materiales. En esta ocasión se trata de dos personas, un hombre y una mujer, que además eran gente útil a la sociedad, honorables, quienes perdieron la vida de la pero manera: quemados.

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