SOS COSTA GRANDE
(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
El que mucho abarca, poco aprieta, reza un conocido refrán, que aplica a la gente que quiere hacer muchas cosas a la vez, figurar en todo, ser el chile de todos los moles, en un intento por controlar todo lo que está a su alrededor. A este tipo de gente se le conoce como “metiche”, “chimolera”, “sambitatera”, etcétera.
Pero en política el concepto cambia y rápidamente son ubicadas este tipo de personas, que quieren estar en todo, ser primero ellos, después ellos y al final ellos. Se caracterizan por ser ególatras, vengativos, remedos de Maquiavelo. Y la mala noticia es que casi siempre los vemos caer en los agujeros que ellos mismos construyen para los demás.
Con la pena, pero es lo que le está sucediendo a Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, el “súperdelegado” del gobierno federal para programas sociales, que una vez soñó con ser el vicegobernador de Guerrero, al grado de que incluso los asuntos de seguridad quiere manejar.
Hoy por hoy, a escasos cuatro meses de que asumió el cargo como representante del gobierno lópezobradorista en Guerrero, Pablo está descanchado, sin partido y con una férrea oposición en el Congreso local, donde pensó que su solo nombramiento como delegado federal le bastaría para seguir mangoneando a los legisladores.
Todo lo contrario, la ruta legislativa que él diseñó durante los tres meses que fungió como líder de la bancada morenista, está prácticamente congelada. Algunas iniciativas que han ido fluyendo se desecharon en comisiones, con el visto bueno de los representantes de Morena.
Por ejemplo, la Comisión de Educación Ciencia y Tecnología, que preside el morenista Ricardo Castillo Peña, dictaminó en contra la iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) para eliminar las cuotas a los estudiantes; y la iniciativa de reforma a la Ley de Educación del Estado de Guerrero 158, relacionada con las becas. El dictamen fue avalado también por la diputada morenista Erika Valencia Cardona, integrante de la Comisión.
El jueves de la semana pasada la Comisión de Estudios Constitucionales presentó ante el pleno el dictamen en contra de la iniciativa de reforma a la Ley Orgánica del Poder Legislativo para reducir de 30 a 20 días el tiempo para que las comisiones dictaminen. El dictamen fue avalado en comisión por dos votos de la oposición y el de la diputada de Morena, Celeste Mora Eguiluz.
Preocupado por este asunto, Pablo Sandoval dijo el miércoles que los diputados que han votado en contra de las iniciativas son opositores a su grupo político y afines al grupo de Arturo Martínez Núñez. Eso provocó que le contestaran fuerte y sonoro, en el sentido de que saque las manos del Congreso local, donde ya no despacha, pues parece olvidarse que es el delegado del gobierno federal, donde también está descuidando mucho la parte política, ya que ha estado controlando los censos de Bienestar, y para eso tiene a sus propios servidores de la nación encuestando gente, y se ha visto a personajes de su grupo político en los municipios manejando los censos.
Incluso le dijeron que asuma su papel como delegado, pues en realidad sólo se le observa como agregado en las reuniones que preside el gobernador.
Lo cierto es que es demasiado grave lo que está haciendo Pablo Sandoval, porque está poniendo en riesgo de división al partido, que no goza de cabal salud en el estado por cierto. Y no es porque no paguen convenios de publicidad, como dijo Sergio Montes, cuando se presentó el estudio del IEPC, que revela que Morena es el que más negativos registra, sino por la forma en que tratan a la gente, no sólo en la cúpula, sino en la base social.
La gente de verdad quedó muy inconforme con la mayoría de los aspirantes de Morena a los cargos de elección popular, y el resultado fue que prefirieron votar por otros partidos, incluso por el PRI, aunque su voto para los diputados federales, senadores y el presidente de la República se mantuvo, y en algunos distritos el arrastre de AMLO también favoreció a los diputados locales.
Y es que es obvio lo que está sucediendo. Pablo perdió en Guerrero la capacidad de liderazgo, si es que alguna vez la tuvo. Y la confrontación con el gobernador comenzó desde que se le nombró en el verano pasado como propuesta para ser el delegado único del gobierno federal. Luego, a su llegada como diputado, protagonizó confrontaciones que en esa etapa sí eran viables, porque estaba actuando como parte del Poder Legislativo. Pero una vez que renunció a esa posición para ser parte del gobierno federal, Pablo vio su suerte. Lo peor es que se le ocurrió organizar la rechifla en contra del gobernador en la gira de AMLO por la región de la Montaña, y eso no se lo va a disculpar nunca el mandatario estatal, que mueve todo lo que puede para ningunear a Pablo, y de hecho ya le quitó el control del programa de Fertilizante, y pretende obligar al gobierno federal a recontratar a los casi 300 empleados del programa Prospera. Entre tanto eso sucede, se compromete a pagarles el sueldo con recursos de Salud, algo que también parece descabellado, porque si algo se ha dicho es que la SSa está en quiebra.
Pablo parece acabado. O es cuestión de tiempo para que el desgaste termine por quebrarlo. Y como bien le dijeron los diputados, “si no puede, que renuncie”.
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