(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Estamos por entrar al mes de septiembre, el mes patrio de nuestro país, cuando recordamos a los próceres que nos dieron patria y lo celebramos con noches mexicanas, desfiles militares y grandes reuniones y días de asueto.
Pero por segundo año consecutivo estas fiestas patrias serán empañadas por la pandemia de Covid-19, que atraviesa su tercera oleada, esta vez a causa de la variante Delta del coronavirus, una mutación que, dicen expertos, es 40 por ciento más contagiosa que el virus original y por eso el pico de contagios y muertes ha sido mayor.
Para colmo, ya tenemos presencia de la variante Lambda en 17 estados de la República, y por eso ya se habla de la cuarta oleada del Covid-19, aunque otros señalan que Lambda no tiene capacidad de contagio tan elevada como Delta, y que por eso será solamente una variante más del coronavirus en el país.
En medio de todo este escenario, este lunes regresan a clases escasos 1,334 escuelas, de la que la gran mayoría están ubicadas en el medio rural, atendidas por profesores del Conafe (1,032).
Un ínfimo porcentaje tomará clases en un esquema híbrido o mixto, y alrededor de 10 mil escuelas de educación básica del estado de Guerrero tomarán clases a distancia, como desde el año pasado, hasta que existan mejores condiciones sanitarias, y los padres de familia y profesores estén preparados y se tomen acuerdos.
Bueno, no hay sorpresas en este tenor, porque era algo que el gobernador Héctor Astudillo Flores ya había determinado. Aunque el plan nacional era el retorno a clases presenciales de manera masiva, en el estado y dado que Guerrero es una de las entidades más afectadas por el Covid-19, se determinó un esquema escalonado.
Primero, la Secretaría de Salud dijo que en 17 municipios de los 81 de la entidad había condiciones para el retorno a clases, por la baja prevalencia de los contagios.
Sin embargo, ni siquiera a nivel municipal se pueden tomar decisiones generalizadas, porque habrá comunidades libres de contagios, pero no así en las cabeceras municipales, donde se desarrolla la vida económica de los pueblos en su conjunto y que por lo mismo están más propensas a que haya brotes y se desaten los contagios.
Luego, el gobierno estatal determinó abrir escuelas de los lugares más apartados, sobre todo atendidas por el Consejo Nacional de Fomento Educativo; unas cuantas lo harán usando el esquema híbrido de clases presenciales y a distancia (sobre todo los planteles de educación media superior y superior), pero la gran mayoría del millón de estudiantes de la entidad continuará con clases a distancia, particularmente las escuelas de Costa Chica, Costa Grande, Acapulco, Chilpancingo y otros de la Zona Norte y Zona Centro.
El gobernador dijo que aún las escuelas que tendrán clases presenciales lo harán con un aforo controlado; es decir, que un día puede acudir un grupo de estudiantes y otro al día siguiente, para cumplir con el requisito de la sana distancia.
En resumen, estimado lector, lectora, podríamos estar ante un espejismo, pues recordemos que los criterios epidemiológicos tuvieron que ser modificados para permitir el retorno a clases. Si se estuvieran aplicando los criterios originales, del año pasado, las escuelas de Guerrero para nada califican, pues la entidad está en semáforo rojo, lo cual indica que estamos ante un riesgo muy elevado de ser contagiados, y se había dicho que ninguna entidad activaría las clases presenciales hasta alcanzar el semáforo verde, categoría que la entidad suriana alcanzó en el marco de las elecciones, pero semanas después ya habíamos retrocedido al amarillo, al naranja y casi de inmediato al rojo.
El gobierno federal decretó las clases como “actividad esencial” para poder reactivarlas, pero eso fue atendiendo criterios políticos.
Ya el año pasado hubo entidades que reanudaron clases, pero de inmediato las cancelaron, precisamente porque hubo brotes importantes del Covid-19.
Ahora se nos dice que el avance de la vacunación permite reactivar las clases, porque a estas alturas ya los profesores están vacunados, así como la mayoría de la población adulta.
Pudiera ser válido el criterio, pero el gobernador no quiso arriesgarse, y menos ahora en que la cuarta oleada no cede, pues siguen muriendo un promedio de 30 personas por día, incluidos menores de edad. Y aunque se habla de que ya se registra un ligero descenso en los casos activos y positivos, no estamos aún para cantar victoria.
En lo personal, creo que ya urge volver a clases, pero también creo que la obligación de todo gobernante es preservar la vida de sus gobernados.