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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Punta Diamante, la zona turística más pujante de Acapulco, encierra un oscuro acuerdo entre el PRI y el PAN, que data desde 1988, y que benefició directamente al panista Diego Fernández de Cevallos, diputado federal en aquellos tiempos en que Carlos Salinas de Gortari asumió el poder bajo señalamientos de fraude, pero que con el cobijo del panismo nacional logró contener la inconformidad del Frente Democrático Nacional, encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, frente que a la postre sería el Partido de la Revolución Democrática.

Ya mucho hemos hablado de cómo aquella confrontación política se fue diluyendo con el paso del tiempo, y los fundadores del PRD terminaron cerrando un grotesco círculo vicioso, como la víbora que muerde su propia cola

Claro, eso no fue fácil. Lo que ahora vemos como alianza Va por México (antes Pacto por México), es el resultado de un doloroso pacto por la democracia que resultó fallido, pero que cobró muchas vidas y sometió a muchos luchadores sociales a persecución y muerte.

Muchos lograron salir y replegarse de esa absurda mentira en que se convirtió el perredismo nacional, con el clan de Los Chuchos a la cabeza, arropados por otras tribus con las que compartían el poder.

De aquellos tiempos, no quedan muchos, salvo los mismo negociadores de siempre, mientras que la gente de las bases fue desencantándose y replegándose, o bien transmigrando a otros partidos.

De este aborto democrático surgió Morena, del seno del PRD, claro, pero amarrado en la figura de Andrés Manuel López Obrador, quien fuera líder nacional del partido en sus mejores momentos, cuando Lázaro Cárdenas ganó la jefatura de la Ciudad de México, y que representó la toma de la capital del país, espacio que aún detenta la izquierdsa, pero a hora bajo el signo morenista.

Volviendo al tema, en su mañanera de ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador trajo a colación aquellos años oscuros en que los neopanistas también se vomitaron encima de los panistas fundadores. En 1988, ellos pelearon con el sinaloense Manuel Clouthier, padre de la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, cuyo reclamo de fraude fueron ahogados por los dirigentes nacionales de su partido, entre los que figuraba precisamente el Jefe Diego.

Ayer, AMLO habló del este penoso asunto, cuando se defendía de las acusaciones de otro panista de pedigrí, Ricardo Anaya Cortés, vinculado con la trama de corrupción de empresa brasileña Odebretch, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, y a quien el presidente señaló que era discípulo de Diego Fernández de Cevallos.

El presidente recordó que tras el fraude del 88, fue el Jefe Diego quien subió a tribuna en San Lázaro para exigir que se quemaran las boletas de la elección, razón por la que nunca se pudo conocer la verdad aquel proceso electoral.

A cambio, dijo, le entregaron un terreno de 5 hectáreas en Punta Diamante de Acapulco, predios que el gobernador José Francisco Ruiz Massieu expropió a los ejidatarios del lugar, con el señuelo de impulsar el desarrollo del puerto, pero que terminaron en manos de potentados, sobre la miseria de sus verdaderos dueños.

El inmueble de Diego Fernández, ubicado en el predio conocido como La Zanja, tiene una extensión de 53 mil 418 metros cuadrados y de acuerdo a los especialistas de bienes y raíces, su valor es de casi 500 millones pesos.

Desde hace poco más de 10 años, se construye una zona exclusiva de condominios y hoteles de gran turismo, en el lugar que alguna vez fue tierra de pequeños propietarios y de centenares de ejidatarios viveristas quienes de pronto se vieron despojados de sus propiedades.

Con razón, los perredistas llamaban a Ruiz Massieu “el déspota ilustrado”. Claro, aunque ahora son una sola cosa.

Queda pues este asunto que involucra al estado de Guerrero, como uno más en la lápida de la democracia nacional que soñamos la generación de los 80-90. Los vientos democráticos de aquellos años se enterraron de muchas maneras, y una de ellas fue dando prebendas y regalos a quienes en ese momento dirigían los destinos de la partidocracia, que fue lo único que nos quedó.

Con el predio de Punta Diamante se selló una negra historia de contubernios que aún continúan. Lástima que fue sobre el lomo de los ejidatarios y pequeños propietarios.

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