(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Este fin de semana atestiguamos por diversos medios los festejos por el 7 aniversario de Morena como partido político. Pero lo más notorio no fue la fiesta, sino lo que se escribió entre líneas.
Me explico: el primer festejo fue el viernes, en Chilpancingo, con la presencia de la gobernadora electa Evelyn Salgado Pineda; el senador Félix Salgado Macedonio; la presidenta electa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, entre otros personajes del partido lópezobradorista.
Pero ayer, también en Chilpancingo, festejaron los amilcaristas. ¿Cómo aún existen? Pues sí. Ahí estuvo el diputado federal electo por uno de los distritos de Acapulco, con su fiel escudero, el diputado local Luis Enrique Ríos Saucedo, la senadora Nestora Salgado y algunos diputados locales y presidentes municipales electos.
Pero mientras la gobernadora electa festejaba que Morena llegó a sus 7 años de fundación con la gubernatura en la mano, haciendo un llamado a la unidad del partido, etcétera, ayer los amilcaristas nos sorprendieron con el discurso prepotente que los caracteriza.
“No nos someteremos”, dijo Ríos Saucedo, y se refirió al gobierno que ejercerá Evelyn Salgado Pineda como un gobierno bicéfalo (de dos cabezas), en alusión al padre, el senador Félix Salgado Macedonio.
Ya antes, Sergio Montes Carrillo (quien estaba peleado con Pablo Amílcar pero ya volvieron a hacerse compadres), había dicho que Félix no se debe meter en el gobierno de su hija Evelyn, y ella no se debe meter en el partido. ¿Qué tal estos machuchones triacioneros?
O sea, quieren una gobernadora electa sin respaldo, sola. A alguien que puedan golpear, chantajear a sus anchas. A alguien que no tenga quién la defienda. Y además quieren el partido para ellos, para hacer lo que han venido haciendo desde 2015, cuando los fundadores de Morena en Guerrero cometieron el terrible error de abrirle cancha a Pablo Sandoval Ballesteros, como candidato a gobernador.
Desde entonces, Pablo Amílcar y Luis Enrique Ríos Saucedo, el primero chilango y el segundo vecino del Edomex, que para el caso es lo mismo, vieron a Morena Guerrero como su mina de oro. No sólo se quedaron con la presidencia estatal, sino también con el Consejo Político Estatal.
De ahí salieron bajo negociación económica las candidaturas a diputados federales, locales y alcaldías en 2018, y repitieron el numerito ahora en 2021. Las candidaturas que no estuvieron bajo su visto bueno, simplemente las reventaron colocando a prospectos sin perfil ganador, e incluso a miembros de su propio grupo los castigaron por no acatar sus instrucciones.
¿Alguien les pondrá el cascabel a estos gatos? ¿Alguien les dirá que regresen por donde vinieron estos pervertidos políticos?
Desde ayer, los amilcaristas ya se colocaron a sí mismos como adversarios de la primera gobernadora mujer de Guerrero y de su propio partido, partido del que se dicen fundadores, cuando todos sabemos que son advenedizos. Tal vez trabajaron para Morena -y eso había que probarlo todavía- pero en Guerrero sólo vinieron a servirse.
Como sea, aquí no son más que un grupúsculo de gandallas chilangos que por poco logran que Morena no gane la gubernatura, pues aunque se tenía una buena candidata a gobernadora, al final estuvieron llamando al “voto razonado”. ¿Qué quiere decir eso? Que no votaron por la candidata de su partido, y punto. Y por eso la distancia entre Evelyn Salgado Pineda y Mario Moreno Arcos se acortó a menos de 5 puntos. Esto, aquí y en China, se llama TRAICIÓN.
Hoy por hoy, decir “amilcaristas” en Guerrero equivale a decir traicioneros.
A Dios gracias el trío tenebroso, compuesto por Pablo Amílcar, Luis Enrique Ríos Saucedo y Sergio Montes Carrillo, ya se va. A partir de septiembre, Pablo asume como diputado federal y Luis Enrique se queda sin hueso. Ya no tendrán pasarela dónde lucirse.
Viene, sin embargo, la pelea por la dirigencia del partido y esa es su próxima jugada. Los amilcaristas darán la batalla, no piensan soltar Morena.