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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Como se previó, Mario Moreno Arcos anunció ayer que va por la impugnación de la elección para gobernador en los tribunales electorales, haciendo uso de un derecho que la ley le confiere.

Y, en efecto, la ley otorga un tiempo pertinente una vez que la autoridad electoral valida la elección y anuncia el resultado final, para que las personas que no estén de acuerdo hagan uso de sus derechos político-electorales.

En este caso, la impugnación se debe presentar esta misma semana y Mario Moreno dijo ayer que tiene las suficientes pruebas y argumentos para demostrar que la elección en Guerrero no tuvo las condiciones de certeza y legalidad necesarias.

Acusó sobre todo al Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de haber actuado de manera parcial. También señaló, como ya lo ha hecho en otras ocasiones, que el presidente de la República estuvo metido en los comicios de Guerrero.

Bueno hasta aquí todo bien. El candidato perdedor tiene vigentes sus derechos políticos y, en efecto, el árbitro del proceso electoral cometió errores garrafales, como eso de querer tener un PREP propio, pero que al final de cuentas no funcionó, pese a su alto costo: 38 millones de pesos.

Sin embargo, la pregunta es si todas esas irregularidades estuviesen siendo criticadas si el candidato de la alianza PRI-PRD hubiese ganado. Claro que no. Por lo tanto, todo depende de como a cada quien le va en la feria, que es como habla de ella.

El proceso fue irregular desde el inicio, primero hacia dentro de los partidos políticos, y luego hacia afuera. Fue una especie de fraude a los electores, a quienes se nos vende una democracia genuina, pero que no deja de ser partidocracia. Y la prueba más evidente de esto que digo y sostengo, es que los partidos que antes nos tenían cada elección en vilo, haciéndose mentadas que no son de menta (Karmelinda Valverde dixit), ahora se amafiaron y eran sólo besos, abrazos y apapachos.

Jamás imaginamos los vecinos de este Guerrero bronco, que los actores políticos que han mantenido en vilo a la sociedad, y divididas hasta las familias, terminarían agarraditos de la mano.

Lamentablemente la ley electoral la diseñan ellos y en beneficio de sí mismos. Si nos preguntaran a los ciudadanos, las alianzas políticas entre partidos no afines deben estar prohibidas, porque en esencia son una mentira y prostituyen los postulados y los estatutos partidistas. Sobre todo, porque representan un tremendo engaño electoral, se diluye la diferencia entre un partido y otro, y entonces da lo mismo votar por cualquiera.

A partir de ahí, nos meten en el garlito de votar “por la persona”  no por el partido. Y ellos mismo así se conducen en sus discursos. Ya no se venden como miembros de un partido político, que saben que está prostituido, sino como la “persona” ideal para dirigir los destinos de nuestra vida pública y administrar nuestros dineros.

En esta elección, al final de cuentas todo se cayó. Después de 30 años de perredismo, los guererrenses nos dimos cuenta que todo fue una vil mentira, y que en un asqueroso pragmatismo los dirigentes del Sol Azteca sacrificaron lo más preciado que puede tener un partido: su ideología, en lugar de reconstruirse a sí mismo, como lo proponía Carlos Reyes Torres. Y todo lo hicieron aras de ganar nada, porque lo que ganaron lo pudieron haber hecho solos, que fueron ayuntamientos y diputaciones, y con mucha mayor legitimidad. Y lo que perdieron realmente nunca fue suyo, porque el candidato a gobernador era priísta y el PRD quedó tragado en la marea tricolor.

Ahora, no porque una alianza sea benéfica para los partidos políticos y quienes los dirigen, quiere decir que sea benéfica para los ciudadanos. No porque a ellos les convenga, sea conveniente para nosotros.

Mario Moreno debe darse de santos que sacó muchos votos, que la gente lo respaldó. Tal vez no fueron suficientes para asegurar el triunfo, pero los necesarios para no quedar avergonzado. 

Nuestra recomendación es que sea prudente, que acepte que éste no era su momento, y que sobre todo respete la voluntad popular, que demostró ser un pueblo fiel, pese a las muchas mañas de los partidos. 

Tal vez se le conceda la oportunidad de volver a ser candidato, como sucedió con Héctor Astudillo, y entonces él deberá demostrar que tiene suficiente calidad moral y liderazgo para merecer ese momento.

Claro, para ello Morena tendría que caerse hasta el abismo, como sucedió con el PRD con el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, caso que representó la debacle del partido amarillo, y que bien aprovecharon los priístas en la elección del 2015 para volver al poder, pero que lamentablemente hoy tendrán que entregar a la primera gobernadora mujer y miembro del partido lópezobradorista.

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