SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Por fortuna, en Guerrero no habrá regreso a clases presenciales. La decisión del gobernador Héctor Astudillo Flores, anunciada ayer, no sólo tiene motivaciones de salud pública, pues somos un estado que está en sus primeras dos semanas en semáforo verde, y aún no podemos cantar victoria, máxime que aún no se vacuna a las personas de más de entre 40 y 50 años, con lo cual, según los epidemiólogos, ya podríamos decir que la pandemia de Covid-19 entra en un proceso de control, pero no de manera automática, sino como un proceso paulatino.

Apenas ayer a nivel nacional hubo 4 mil 272 muertes más, y eso no es nada prometedor. Por lo tanto, por el bien de todos, el curso lectivo que se está cursando debe terminal en el formato en línea, porque volver en junio, cuando ya las escuelas están preparando los exámenes finales, y sobre todo cuando los de las generaciones que están por concluir sea el kínder, la primera, secundaria y preparatoria, se están preparando para transitar hacia el siguiente nivel.

Por ejemplo, en este momento los preparatorianos ya están buscando la universidad en donde estudiarán su carrera profesional, y volver un mes a clases presenciales, más que ayudarles, les va a perjudicar.

No olvidemos, además, que muchos estudiantes de Guerrero estudian en Puebla, en Morelia, Acapulco, Chilpancingo y la Ciudad de México, y que quizás no tengan manera de volver a pagar hospedaje, alimentos y pasajes, sin meter en problemas a sus padres, quienes realmente no están preparados para ello.

Creemos, como dijo el gobernador, que lo ideal es esperar al mes de agosto, cuando comience el siguiente curso anual, para que las familias se preparen lo suficiente, pues tampoco olvidemos que estamos saliendo de la pandemia, que muchas familias sufrieron contagio masivo, que perdieron sus empleos, que tuvieron incluso que migrar, hay huérfanos que perdieron a sus padres, y toda una crisis social y económica que se debe tomar en cuenta.

Pero, lo más importante, es la salud pública. No podemos darnos el lujo de volver a clases presenciales, cuando apenas estamos entrando al semáforo verde, porque se ha demostrado que aunque ya se tenga la vacuna, las personas se pueden volver a contagiar. La diferencia es, dicen, que la infección ya no será tan fuerte ni se tendrá riesgo de muerte. 

Preocupa también que en pleno inicio del verano, Guerrero retroceda en el semáforo, lo cual obligaría a las autoridades a hacer restricciones de nuevo en todos los sectores, especialmente en el sector turístico.

Justo cuando estamos viendo la luz al final del túnel, no podemos echarlo todo por la borda, por una decisión que no parece muy atinada de parte del gobierno federal.

Entendemos que tendrán sus razones, incluso políticas, pues volver a clases justo después de la elección del 6 de junio suena a un asunto de locos.

Algunos comentan que lo usarán como distractor de un posible conflicto pos-electoral masivo, pues en muchos municipios, distritos y estados, la elección de judicializará; es decir, se definirá mediante impugnaciones ante los tribunales estatal y federal.

Pero bueno, eso es parte de la especulación y no podemos dejar de ver esa parte también, que el regreso a clases se use como parte un cálculo político que en lugar de ayudar va a complicar las cosas.

Faltando tan poco para terminar el curso escolar, lo ideal es que se concluya con la modalidad establecida durante la pandemia, y esperar al mes de agosto para, entonces sí, retornar ya con todas las medidas establecidas.

El gobernador Astudillo señala que ciertamente no hay condiciones en Guerrero para el regreso a clases y así es. Sobre todo porque el estado de Campeche, que fue el primero en retornar a clases, ya las suspendió.

No tiene caso movilizar a maestros, estudiantes y padres, a escuelas que por mucho tiempo han estado cerradas,  y que no alcanzarán 6 días para ponerlas en funcionamiento óptimo.

Pero, insistimos, lo más importante es que Guerrero no se arriesgue al retorno en el semáforo epidemiológico, porque entonces perderíamos las vacaciones de veranos, el periodo más largo para que los turistas de todo el mundo nos visiten.

Sólo presentándoles una entidad con la pandemia de Covid-19 bajo control, podemos esperar que nos visiten. De lo contrario, sería el segundo año sin ingresos para el sector turístico en esta temporada y, con ello, la pérdida de miles de empleos en todos los municipios costeros.

Al contrario, nada perdemos con esperar dos meses más; y sí, por el contrario, ganamos más al rescatar las vacaciones veraniegas.

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