(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Como lo advertimos en la entrega de ayer, en nada ayuda el discurso polarizante que hay entre candidatos, sobre todo en el puerto de Acapulco, y en algunos otros municipios del estado de Guerrero.
Ayer por la mañana, el candidato a presidente municipal por el partido rosa (Fuerza por México), José Alberto “El Güero” Alonso, fue atacado a balazos cuando salió de su casa, por un motociclista.
Afortunadamente, el chofer maniobró y evitó que las balas alcanzaran al candidato, quien acudió al médico solamente para ser revisado por una crisis nerviosa.
Bien, hoy estamos contado esto como una anécdota, pero todos sabemos que pudo ser peor.
Conviene preguntarnos ¿a quién le favorecería que la violencia se desatara en Guerrero, en el marco de este proceso electoral que de por sí ha sido harto atípico?
Si nos salvamos de la amenaza de Félix Salgado Macedonio, para moverse y lograr la cancelación de las elecciones porque le quitaron la candidatura a gobernador, dando lugar a la elección como candidata de su hija Evelyn Salgado, lo que sigue es prevenir cualquier actividad que violente aún más este proceso.
Hemos visto, en efecto, mucha violencia política de todo tipo, incluida la violencia política de género, pero en realidad la violencia electoral no tiene favoritos, se está dando en todos los niveles y en contra de todos, aprovechando la penetración de las redes sociales.
Pero lo peor que puede suceder es que esa violencia se materialice en el asesinato de alguno de los participantes en esta contienda.
De verdad no vale la pena matar por un cargo público, pues la vida no se acaba con una derrota. Los cargos no son eternos, y solamente duran 3 años, en el caso de alcaldes, diputados locales y federales, y 6 años en el caso de gobernador, senadores y presidente de la República.
Es cierto que la política es de tiempos, que las circunstancias que hoy están alineadas, pueden no estarlo después. Eso se entiende. Pero esas circunstancias no van a cambiar si alguien muere, al contrario, un acto de violencia puede modificar para siempre todo, y si lo dudamos, ahí tenemos al PRD después de la negra noche de Iguala. Nunca más desde ese momento, el partido amarillo volvió a ser el mismo y puede ser que nunca se recupere. Al grado, incluso, de que sus líderes nacionales intentaron darlo por muerto y crear un nuevo partido, tan sólo para que no se siguieran usando esas siglas y no se le siguiera relacionando con ese asunto que impacto y sigue impactando a escala mundial.
Por eso, a quienes le apuesten a la violencia, de cualquier forma, arrebatados por sus entrañas, más que gobernados por el cerebro, mucho les conviene revisar el caso del partido amarillo, que durante 9 años fue el partido aplastante en Guerrero, dejando al PRI en una minoría histórica.
Pero la desaparición de 43 estudiantes le hizo más daño al PRD que la matanza de Aguas Blancas, en tiempos del PRI, simplemente porque los tiempos ya habían cambiado. Se degradó el Grupo Figueroa, pero el partido siguió su curso, hasta 2005, cuando ocurrió una obligada alternancia. Es decir, que el efecto tardó 10 años en manifestarse.
Pero el Caso Ayotzinapa, violencia que se perpetró en contra de esos muchachos, se manifestó al año siguiente, en la elección de 2015, y sigue siendo un factor importante para la población, a la hora de tomar una decisión político-electoral, quiérase o no.
Hay de aquel que quiera cargar sobre sus espaldas un muerto, porque tarde o temprano la verdad sale a flote, y el brazo largo de la justicia termina por alcanzarlos. Y aún si la justicia humana tarda, la justicia popular es la más fuerte e implacable.
Afortunadamente, en el caso del Güero Alonso, todo quedó en un susto. Pero, insistimos, pudo ser algo peor.
Ahora mal, ¿por qué atacar a un candidato que a todas luces no tiene una estructura ganadora? Porque no es un asunto en contra suya realmente, sino que sería solamente una acción para meter miedo a la población, estando tan cerca la jornada electoral. Por eso pudo salvar la vida, porque no fue algo planeado para asesinarlo, sólo para asustarlo y asustar a la gente.
Faltan 11 días para las elecciones. Y descontando.