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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Por la veda electoral, el gobierno federal adelantará la entrega de 200 mil millones de pesos a los beneficiarios de los programas del Bienestar.

Estamos hablando de una millonada que abarca los beneficios de 6 meses para los beneficiarios de los programas “Pensión para personas adultas mayores y con discapacidad”, “Madres trabajadoras”, “Jóvenes Construyendo el futuro”, Becas del Bienestar, así como “Crédito a la palabra” y “Sembrando Vida”.

Y es que el 5 de marzo comienzan las campañas para gobernador en 15 entidades federativas, así que el gobierno por ley quedaría impedido de entregar apoyos, por lo cual el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, decidió adelantarlos.

Contrario a lo que antes sucedía con programas como el de Oportunidades, que se suspendían y los beneficiarios tenían que esperar hasta pasado el proceso electoral para recibirlos, esta vez el presidente determinó adelantarlos.

Los beneficiarios con tarjeta verán reflejados sus depósitos a más tardar el 15 de marzo, se anunció ayer durante la conferencia mañanera del presidente.

Obviamente, esto desatará hartas críticas de sus detractores y opositores, aunque la estrategia sea la correcta, pues por la pandemia  de Covid-19, que está en su apogeo en su segunda oleada, hay mucha gente en pésimas condiciones económicas, familias que no pueden esperar a que transcurra el proceso electoral, mientras el gobierno acumula los recursos.

Por lo menos en Guerrero, ante la posibilidad de que no se tengan vacaciones de Semana Santa, o si se tienen, será en semáforo naranja , donde se permite un acceso restringido a hoteles y restaurantes, la decisión del gobierno federal es excelente, pues eso significa que al menos las familias beneficiarias tendrán recursos para gastar y se va a mover la economía local, pues tanto los jóvenes estudiantes como los adultos mayores gasta local.

La queja de los opositores es que es una estrategia electorera. Será el sereno, pero la verdad es que el hambre no ve partidos políticos ni momentos electorales. No en balde todos los partidos han aprovechado las elecciones para ganar votos dando dádivas, cosa que ahora, por cierto, ya es un delito federal y cualquiera al que se le  encuentre delinquiendo como “mapache”, irá a la cárcel.

En el esquema pasado, además, solamente los líderes de los partidos en pueblos y comunidades partían y compartían las dádivas, haciendo del mapachismo electoral una de las actividades más socorridas.

Pero no sólo eso, sino que los programas sociales eran también moneda de cambio en las elecciones. A la gente se le prometía que una vez en el poder, serían beneficiarios de los programas existentes, como Oportunidades.

También se ofrecía fertilizante y apoyos a la agricultura y ganadería, pero estos eran canalizados a través de los líderes de las organizaciones de productores, creando una dura costra de caciques que impedía el paso de los recursos a los más necesitados.

Hoy los programas son directos a los beneficiarios; pero, claro, no por ello no hay corrupción. El problema no está en la recepción del dinero, sino en el registro, pues los servidores de la nación, sobre todo los coordinadores municipales y regionales, quienes son los interesados en cargos de elección popular, avisan a sus huestes para que se beneficien.

Otros andan mapacheando abiertamente, condicionando a la gente los programas a cambio de que apoyen el proyecto de Morena. Eso se da sobre todo en las colonias populares y en las zonas rurales.

Así que aunque se quiera anular la corrupción, aunque esa sea la propuesta del presidente, no podrá erradicarla porque ya está incrustada en su mismo partido y en su mismo gobierno.

En muchos casos, además, los corruptos son los beneficiarios, quienes ofrecen parte de la beca a cambio del registro. Se da este manejo sobre todo en el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, pues los jóvenes se quedaron acostumbrados a que los programas sociales se recibían sin condiciones, y el hecho de que se les pida trabajar para ganarse el sueldo les parece inverosímil.

Y no, no estoy hablando por hablar. En la calle mucha gente habla de esto, tal como en el régimen anterior. Pero nadie señala, por temor a perder los beneficios que se les otorgan.

Concluimos que la corrupción es una autopista de ida y vuelta. No puede un funcionario ser corrupto, sino lo es también el pueblo. Estamos muy lejos del concepto de AMLO, de que el pueblo es sabio y bueno. Más bien, es un pueblo cebado en la corrupción político-electoral que se desarrolló por decenios, e hicimos de la corrupción, el cochupo, la mordida un sistema de vida.

Para erradicar esto, se necesitarían por lo menos 3 o 4 generaciones, lo mismo para reeducarnos en temas de medio ambiente y educación. Pero ni siquiera hemos comenzado, aunque así lo crea el presidente. 

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