SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Morena vive un espejismo. Su corta edad como partido no le ha permitido crear cuadros propios competitivos y por eso en este momento enfrenta el dilema de ungir candidatos a los “fundadores” morenistas, como estos reclama, o recurrir a candidatos externos; léase, de otros partidos o de la sociedad civil.

Esta es una realidad que no han querido asumir los líderes de Morena, quienes desde 2015 a la fecha han venido controlándolo todo, con el garlito de que “no somos iguales”, y con ello han impedido el crecimiento social y político de nuevos cuadros.

Lo vimos durante la pandemia, por ejemplo, cuando se criticaba duramente a quienes distribuyeron ayuda, mayormente de la oposición, mientras los morenistas argumentaban que eso era lucrar con la pobreza; o, en pocas palabras, aprovecharse de la situación.

Eso los dejó enanos, pues la gente que sufrió en carne propia el apagón económico por la pandemia de Covid-19, con el cierre de negocios y la consiguiente pérdida de empleos, aceptaron de buena gana las ayudas, sin fijarse en partidos ni ideologías, porque en estricto sentido era un asunto de humanidad.

Hubo quienes aprovecharon de principio a fin los 3 meses de cierre y podemos apostar que ahí construyeron su candidatura, pero lamentablemente los de Morena no supieron leer los tiempos y las circunstancias, y se quedaron rezagados.

En la campaña de 2018, además, mientras que el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado impuso topes de campaña, reconociendo que ésta no se puede hacer con saliva, sino que hay gastos mínimos que cubrir, los candidatos morenistas en su mayoría se movieron sin recursos, intentando una campaña de concientización casa por casa, a ras de suelo, pero obviamente por ese lado la oposición les comió el mandado.

Claro, esa no fue la única causa, sino que debido al pleito de las 3 tribus que ya estaban perfiladas desde entonces, cuyos líderes se confrontaron durante meses por esos cargos (tal cual sucede hoy), se postularon personas que no cubrían el perfil de popularidad adecuado, y podemos apostar que incluso los morenistas prefirieron dar su voto al candidato de otro partido que al propio, por el nivel de división con el que llegaron a la contienda.

La pregunta es si se repetirá la misma canción o si Morena aprendió su dura lección, que los tiene ahora ante una evidente debilidad en distritos y municipios, aunque el partido en general goce todavía de una buena dosis de confianza entre los guerrerenses.

Si a esto le agregamos que el candidato a la gubernatura, que debe ser factor de cohesión hacia abajo, también enfrenta sus propios fantasmas, podemos decir que Morena está ante uno de sus peores dilemas electorales y tienen este mes de febrero para solucionarlos; de lo contrario, un triunfo que consideran cantado puede caérseles de las manos.

Entre tanto, la alianza PRI-PRD, que se diseñó originalmente para albergar a más partidos, camina aparentemente en unidad. Digo aparentemente, porque como bien dijo ayer Jesús Zambrano Grijalva, en su visita a Acapulco, se duda que los priístas estén realmente cohesionados, al contrario de los perredistas, quienes desde el inicio transitaron en unidad, y cumplieron con un proceso interno impecable.

Al contrario, el PRI esperó hasta enero para definir a su candidato, desperdiciando los 3 meses de precampaña de manera absurda, pues según esperaban a ver qué candidato elegiría Morena.

De paso, la nominación de Mario Moreno Arcos fue sorpresiva para el grupo del senador Manuel Añorve, quien tardó 3 semanas en tomarse la foto con su contrincante, no sin antes lograr algunos acuerdos que aparentemente le favorecen, como condición para sumarse.

No deja de haber preocupación entre los aliancistas, de hecho, porque una cosa es lo que digan los de la cúpula, y otra lo que diga la gente de la base. Los más quisquillosos serían los del PRD, que tendrán que asumir las candidaturas de sus adversarios históricos y promoverlos, porque eso será como darse con la piedra en la boca.

De parte del PRI no hay problema, porque sus bases son dóciles y están acostumbradas de años a alinearse.

Por cierto, que esta semana concluye con el rumor de que Evodio Velázquez adelanta en la encuesta de la alianza. ¿Será?

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