(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Sucedió lo inevitable. Retrocedimos al semáforo rojo. Eso significa que las actividades “no esenciales” se cierran de nueva cuenta, y las demás se restringen al 30 por ciento.
Esto es lo que es: un duro golpe a nuestra economía, que sucedió precisamente porque en determinado momento decidimos que también la pobreza mata.
Desde hace días que el gobierno del estado venía alertando acerca de esta posibilidad, al ver el incremento exponencial de contagios en por lo menos 4 regiones de la entidad, así como en Acapulco, que vuelve a ser el epicentro de la pandemia por el simple hecho de que es el municipio con mayor densidad poblacional, pero también porque en Acapulco confluimos todos, lo mismo los de casa que los visitantes.
Antenoche, el gobernador emitió un comunicado de su reunión con miembros del gabinete federal. Era una reunión inusual, y supusimos que se trataba de la revisión cotidiana de los temas que se debaten diariamente en la mesa de seguridad.
Pero ayer el mandatario anunció la vuelta al semáforo rojo, sin más, y el decreto se publicó en el Diario Oficial del Estando, con las nuevas indicaciones para todos, incluidos los presidentes municipales, quienes tendrán que involucrarse de lleno en labores específicas, para contener la pandemia.
Por ejemplo, sanitizar las áreas públicas de mayor afluencia poblacional, como mercados, calles, centros comerciales, transporte público.
Además, vigilar que cierren las actividades no esenciales y que las que sí deben abrir lo hagan a 30 por ciento de su ocupación.
Particularmente, el decreto prohíbe las reuniones políticas en lugares cerrados, y sólo se autorizan en lugares abiertos, pero en razón de 100 personas por 700 metros cuadrados.
Para ello, ojo, los dueños de estos espacios, que suelen rentarlos para eventos de todo tipo, tendrán que registrarse ante la autoridad competente y comprometerse a acatar las disposiciones sanitarias.
En este punto, amable lector, conviene detenernos un poco. ¿Qué tanto los recientes y masivos mítines de los precandidatos a gobernador, de todos los partidos, coaliciones y alianzas, así como los aspirantes a diputados y alcaldes, ayudaron a acelerar la pandemia en Guerrero?
De sobra está preguntarlo. Basta revisar la hemeroteca para saber que nunca se cuidaron las reglas básicas anti-Covid, como la sana distancia, pues vimos gente abrazándose de los precandidatos, tomarse de las manos, acercarse para selfies, etcétera.
Mucho menos usaban cubrebocas, cuando se debió prohibir a la gente que no llevaba el cubrebocas entrar a los lugares de reunión. Y del uso del gel antibacterial ni hablamos.
Y es que si le pasó al presidente de la República, que siempre dijo que estaba a salvo del contagio porque guardaba las recomendaciones de los médicos, ¿qué no le puede suceder a quien acude a un mitin, sin los debidos cuidados? Ya de por sí es un riesgo que estén aglomerados en un mismo sitio, como para que también se abracen y se besen como si nada.
Lo bueno que los incluyeron en la regulación. Ya no es cosa de pedirles permiso. Todos coludos o todos chincolos, dijera el ex gobernador Zeferino Torreblanca.
Y es que el reto es frenar la pandemia sí o si. De lo contrario, con la pena señores candidatos, tendrán que hacer campaña muy limitados y quizás ni hagan. Recordemos que en la primera oleada tardamos meses para aplanar la curva y ni siquiera lo logramos del todo. Y si como dice el gobernador, esta segunda oleada es peor, tanto en número de casos como en letalidad, definitivamente nos tomará más tiempo, dinero y esfuerzo dejar el pico máximo de contagios y defunciones.
El gobernador explicó que las nuevas disposiciones son para el 15 de febrero, pero es dudoso que en dos semanas tengamos algún logro, pues la pandemia apenas está acelerándose. Es bueno decirlo para que la gente no piensa que en dos semanas volveremos a la normalidad. Claro que no. No debemos bajar la guardia porque debido a eso vino el rebrote. Al contrario, estamos obligados a redoblar esfuerzos, y no sólo las autoridades, sino sobre todo nosotros como ciudadanos.
La salud depende de cada uno de nosotros. Prevenir el contagio debe ser la meta, porque ya contagiados nadie tiene algo seguro.
Debemos ser radicales en la toma de decisiones. Los padres de familia deben corregir a los hijos, y los hijos tomar responsabilidad de que no por ser jóvenes pueden hacer lo que les plazca e ir a donde quieran.
Por último, decirles que el sistema de salud de Guerrero es endeble. Si en este momento Acapulco ya está sufriendo el estrago de la pandemia, con hospitales saturados y escasez de oxígeno y medicinas, ni le cuento lo que pudiera pasar si en las regiones se desborda la pandemia. Cuídese, cuidémonos y, como dicen los viejos: Que Dios nos agarre confesados.