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SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

¿Si no es burra, es burro? Si no es Chana, es Juana? Esa parece ser la brújula de Miguel Torruco Márquez, titular de Turismo en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien recién presentó las expectativas que se tienen para la industria en 2021.

Dijo que se están considerando tres escenarios con previsiones que dependen de las medidas implementadas por Estados Unidos, como las restricciones de viaje, la solicitud de pruebas de Covid-19 negativas y el cierre de tránsito no esencial en la frontera, temas que forzosamente impactarán también a nuestro país.

Y sabiondo como suele ser, aunque en realidad está entrampado, Torruco indicó que los escenarios previstos por Sectur son el optimista, el conservador y el pesimista. Y que estos escenario se irán definiendo conforme evolucione la crisis por la pandemia.

Este sesudo análisis nos deja boquiabiertos. Optimista, conservador y pesimista. ¡Wow!

Y explica, que el escenario optimista contempla una ocupación hotelera de 56.6 por ciento. El escenario conservador prevé una ocupación de 50 por ciento en los destinos turísticos del país. Y el pesimista incluye la previsión de una ocupación hotelera de 46 por ciento; es decir, más o menos como lo que vivimos en Guerrero en las fiestas decembrinas, pese a que se optó por el semáforo amarillo diferenciado para favorecer a Acapulco, Chilpancingo e Ixtapa-Zihuatanejo.

Pese a la apertura, decíamos, no alcanzamos el 60 por ciento de ocupación, como se esperaba.

Siguiendo la sesuda medición de Torruco, podemos decir entonces que Guerrero vive un escenario “pesimista”, y que no hay para cuándo mejore la situación.

En todos sentidos 2021 pinta mal para las zonas turísticas del país. A decir verdad, es algo que ya nos habían dicho los expertos, que este año sería peor que 2020, porque los efectos de la pandemia se resentirán con mayor fuerza en estos meses en que se vive una segunda oleada de contagios y parece que más fuerte que la primera.

Podríamos incluso esperar estos efectos hasta para 2022, hasta que la mayor parte de la gente reciba la vacuna contra el Covid-19, y la gente vuelva a vivir con normalidad, si es que se logra, pues recordemos que hay varias cepas nuevas de este coronavirus que amenazan con boicotear la buena noticia de las vacunas que se diseñaron para anular a la cepa original.

Esto implica que tendría que diseñarse una vacuna para varias cepas, o bien una para cada cual. En este momento, la nueva cepa detectada en Inglaterra ya está en 20 países del planeta, México incluido. De acuerdo con expertos, sus manifestaciones son similares a la de la primera muestra, pero con mayor capacidad de contagio.

Lástima, porque no hemos aprendido las reglas básicas de contención de la pandemia, y está sucediendo aquí lo que ocurrió en la segunda oleada en Europa, cuando los jóvenes comenzaron a vivir su vida de desenfreno en fiestas y pachangas, provocando el repunte de casos.

Aunque eso sucedió allá primero, no aprendimos, y acá repetimos los esquemas.

Por lo tanto, estando México en la segunda oleada, con sólo 2 entidades en semáforo verde, la mayoría en naranja y unos 8 estados en semáforo rojo, incluida la Ciudad de México y las ciudades más grandes del país, como Guadalajara y Monterrey, es obvio que 2021 será más crítico que 2020, porque a estas alturas se nos está juntando el hambre con la necesidad. Ya no tenemos las reservas que teníamos al inicio de la pandemia, y los negocios están al filo de la quiebra, sin apoyos ni de la banca privada, ni de la parte oficial.

En un escenario como éste, ¿a dónde vamos que más valgamos?

Por eso Torruco se mueve en un escenario sin salidas. Y se ahoga en su propia estrechez. Es el empleado de un presidente que optó por  la “austeridad”, la cual también mata, en lugar de buscar apoyos para sostener la planta productiva del país, sobre todo a los negocios pequeños.

Prefirieron ampliar los programas sociales, que sólo son paliativos y que se manejan con dinero público que proviene de las actividades económicas, que resolver el problema de fondo, algo que todavía no comprendemos.

De parte de la banca privada, están apresurándose a rescatar su dinero que dieron vía créditos y tarjetas de consumo, que en ayudar a las empresas. Miles de ellas estuvieron buscando alternativas para el cierre de año, pero no encontraron más que la promesa de que hasta enero se abrirían opciones.

No en balde Torruco parece la Chimoltrufia, que como dice una cosa, dice otra.

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