(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Se desgrana la mazorca en el PRD Guerrero. Y los pocos que aún están pegados a esta ubre, chillan por las ruidosas renuncias y por los llamados a la base perredista a abandonar el partido, que a sus 32 años terminó por transitar de la izquierda a la derecha, en el espectro partidista.
“La traición no paga”, respondió Alberto Catalán Bastida a la convocatoria que el domingo lanzaron Beatriz Mojica Morga y Sebastián de la Rosa Peláez, personajes que ahora están en el PT y, por ende, dentro de la alianza morenista.
Claro, en el Partido del Trabajo enfrentan sus propios problemas porque Victoriano Wences Real, ahora junto con su mujer la diputada Leticia Mosso, vienen regenteando al partido como si fuera un negocio propio, y están oponiendo resistencia a la decisión que tommó el CEN del PT, para trabar una alianza político-electoral con Morena y el Verde.
Incluso, ayer la esposa de Wences amenazó con desconocer a Bety Mojica si insiste en salirse del huacal y coordinarse con el Comité Ejecutivo Nacional y no con su marido.
Pero eso ya es harina de otro costal, y es un asunto que todavía dará mucho de qué hablar. Veremos si el CEN del PT se atreve a remover a Wences, y si éste se atreve a rebelarse y a mostrar su verdadero rostro, que no es de izquierda por cierto.
En cuanto al PRD, estamos en el culmen de una desgracia política nacional. De no ser por Morena, México no tendría en este momento un partido de izquierda, que fuera contrapeso de la derecha. Y entonces habríamos retrocedido 40 atrás, cuando los adversarios del régimen eran asesinados o encarcelados, y se reunían clandestinamente, dando lugar incluso a células guerrilleras de las que Guerrero fue uno de los escenarios favoritos, incluso hasta el decenio de los 90.
Este deterioro no es de hoy, de hecho, sino que se ha venido dando a lo largo de la breve historia del PRD, pues primero se domesticaron los liderazgos, pactando con el poder y dejando a las bases políticas con la mentira de que realmente combatían al PRI Gobierno.
Nada que ver. Siempre se supo que los dirigentes del PRD, tanto a nivel nacional como estatal, se vendieron bien pronto y recibían dinero como pago en favor de sus buenos oficios, para mantener controlada a la gente.
De hecho, se dice que el finado Armando Chavarría Barrera solía reunirse con los líderes del PRI, departir en fiestas, y desde luego enviaba a gente de sus confianzas a Casa Guerrero por sus sobres de billetes saqueados del erario público.
Igualito a los escándalos que hoy se están destapando con el Caso Odebretch y la Estafa Maestra.
Primero, el PRD hizo alianza con el PAN, allá por el año 2009. Se trataba, dijeron, de impedir el retorno del PRI. Pero no lo lograron por la cruel y fallida gestión de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, y su guerra contra el narcotráfico que sembró de muertos este país.
En aquellas épocas PRD y PAN lograron algunas “hazañas” que se convirtieron en desgracias o por lo menos en vergüenza. Se aliaron en Puebla y revivieron al funesto Morenovallismo. Se aliaron en Oaxaca con Gabino Cué Monteagudo. Y por supuesto en Guerrero, con Ángel Aguirre. Finalmente, se aliaron en Sinaloa con Mario López Valverde, alias Malova.
En todos los casos, el PRD fue invitado de palo. Salvo Guerrero, donde el perredismo tuvo un poquito de más participación porque era el partido mayoritario, en el resto de las entidades en realidad no tuvo acceso al poder y, al contrario, cargó con todos los errores de los hombres que apoyaron, todos desertores del PRI, por cierto.
Aquella alianza “contra natura”, se decía, de nada sirvió. El “nuevo PRI” volvía al poder por sus fueros en 2012, ahora sabemos que con la complacencia de los líderes amarillos, pues en cuanto asumió el poder Enrique Peña Nieto, los perredistas se sumaron al Pacto por México (PRI-PAN-PRD), en cuyo seno se fraguaron las reformas estructurales que hoy López Obrador trata de revertir o de suavizar, pues algunas son funestas para la nación.
Podemos decir que la coalición que están urdiendo para 2021, será para estos partidos una nueva fase del Pacto por México. Aquella fue una alianza legislativa para sacar adelante las reformas y simplemente ahora está consumando una alianza político-electoral.
El llamado a renunciar masivamente lo están atajando con denostaciones y críticas, pero se olvidan que en la base perredista hay todavía gente intachable, que luchó por el partido, sufrió persecuciones y ahora ven cómo el Sol Azteca se pervierte y se alía con su enemigo natural, el PRI-Gobierno, como ellos decían.