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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Faltaba que las mujeres de este país se manifestaran, para conocer los alcances de sus protestas y de lo que son capaces. Claro, no son cualquier mujer. Tampoco representan al promedio de la mujer mexicana. Son las mujeres, maduras y jóvenes, quienes tomaron un día la bandera feminista, y que a todo comenzaron a ponerle esa etiqueta. Bueno, incluso el 16 de septiembre anunciaron que darían “La Grita de Independencia”, por considerar que el histórico y tradicional “Grito”, es masculino y, por lo tanto, viola sus derechos femeninos.

¿Por qué tanto y extremo enojo? ¿Contra quién se manifiestan? ¿Se trata de manifestaciones reales, o son manipuladas?

Ya no se sabe de lo que es real y lo que es inventado en este país. Desde que se nos informa que incluso los movimientos sociales, pasando por periodistas y opinadores, y hasta historiadores, son financiados con recursos privados y de organizaciones golpistas, tanto nacionales como extranjeras, ya no sabemos diferencial lo real de lo verdadero.

Pero al ver la furia con la que las feministas salen a la calle, armadas hasta con martillos y otro tipo de armas contundentes, para reclamar el derecho a abortar, sin lugar a dudas se trata de uno de tantos movimientos financiados desde los más oscuros y recónditos espacios de lo que se conoce como el gobierno profundo, que no es otra cosa que una mezcla de intereses de dominio, mediante la enajenación y la perversión social.

Y es que las mujeres pueden abortar realmente en este país. Nadie se los prohíbe. Conozco decenas de casos de mujeres que han abortado, y no están en la cárcel. Además, en la Ciudad de México, desde tiempos de Marcelo Ebrard, actual secretario de Relaciones Exteriores, se legalizó el aborto y cualquiera puede ir a practicarse uno.

¿Entonces qué es lo que buscan realmente? El aborto legal en todo el país. Es decir, que les sea reconocido como un derecho y quede plasmado en la Constitución.

Esa es una lucha vieja. La han venido impulsando poco a poco, y han ido penetrando estado por estado, considerando que las entidades federativas son autónomas, de modo que aunque no se reconoce el derecho a abortar a un no nato -eso significa matarlo-, en la Constitución Política del país, sí lo han podido implantar en algunos estados, siendo el primero de ellos la propia Ciudad de México, donde expertos precisan que esta práctica de muerte ha matado a más niños que la violencia y las enfermedades infantiles.

De ese tamaño es el paquete de sangre del que estamos hablando, que además es también un negocio, pues al legalizar el aborto, se legalizaría también el método, que en este caso buscan que sea mediante una pastilla que se prescribe desde hace más de 10 años, y la cual se introduce por ambas vías: la vaginal y la oral.

¿Quién gana entonces? Los laboratorios que produzcan la píldora, porque la venderán al por mayor, tal como ahora ocurre con la pastilla del día siguiente, que se pensó vendría a detener los embarazos no deseados, pero fue todo lo contrario, porque entonces las parejas dejaron de usar el condón y otros métodos anticonceptivos, confiando en que si se les pasaba la mano recurrirían a la pastilla opcional.

Al contrario, la pastilla del día siguiente, disponible desde los inicios de este siglo, no frenó los embarazos, pero sí provocó el incremento de los casos de SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual.

Volviendo al tema, nadie entiende la feroz violencia que han estado demostrando los grupos feministas. Afortunadamente, las redes sociales han contribuido a ir desenmascarando a todos, y sin aceptar que todas las líderes del movimiento están siguiendo un libreto escrito por otros, sí se han expuesto casos de farsantes, por decir lo menos. Mujeres que luchan contra la igualdad y una vida sin violencia, pero ellas mismas son violentas con sus parejas mujeres, porque la otra verdad es que en esos colectivos hay muchas mujeres que son parte de la comunidad LGTB.

La violencia extrema, decíamos, ya es en sí misma sospechosa y no representa a las mujeres mexicanas, mucho menos a las mujeres indígenas que podrían ser las mujeres que por su condición de pobreza y porque están sometidas a sus usos y costumbres, son las de mayor riesgo a la hora de practicarse un aborto en condiciones insalubres y lejos de algún centro hospitalario que las pueda auxiliar en caso de que se compliquen.

Y, bueno, el aborto legal implicaría el que cualquier médico y en cualquier clínica u hospital de sector salud, se vería obligado a practicar el aborto a la solicitante, so riesgo de ser demandado y despedido de su trabajo.

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