(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
El gobernador anunció un nuevo recorte por 200 millones de pesos, debido a la baja recaudación de impuestos. Aunque no explicó exactamente de qué se trata el problema, se entiende que la hacienda estatal está muy mermada debido al cierre de playas y negocios. Por ejemplo, el titular de Turismo ya había dicho la semana anterior, que por concepto del 3 por ciento de impuesto al hospedaje el gobierno de Guerrero dejó de percibir 30 millones de pesos en el lapso que duró el cierre de playas.
Y eso no ha mejorado, porque aunque desde el 1 de julio pasamos al semáforo naranja, lo cual nos permitió abrir playas, hoteles y restaurantes, con excepción de bares y discotecas, el límite sigue siendo 30 por ciento.
Y no podremos aspirar a más, hasta que la pandemia se controle y bajen los contagios y al menos se aplane la curva, que ya parece cohete espacial, porque nomás no se detiene en estados y municipios.
De ahí el constante llamado del gobernador para que los alcaldes y la sociedad en su conjunto hagan la parte que a cada quien le corresponde, para contener los contagios.
A nivel nacional, la situación también es crítica. La semana pasada, el presidente Andrés Manuel López Obrador aceptó que se ha tenido una drástica reducción de ingresos por concepto del Impuesto al Valor Agregado, aunque por concepto del Impuesto Sobre la Renta se mantiene.
Y tan sólo para profundizar un poco en este asunto, recordemos que el IVA es un impuesto al consumo, y que todos lo pagamos al comprar, pero que se reporta a Hacienda sólo si el que vende está dado de alta, y si está relacionado con la actividad a la que la empresa o la persona física se dedica.
El ISR, en cambio, lo pagan empresas e individuos, y es la tasa que se le aplica a la ganancia que obtienen los negocios, y al sueldo y prestaciones de los trabajadores.
Si ha habido una baja en el pago del IVA, es por dos razones: porque el consumo per cápita nacional se redujo, forzosamente derivado del parón de la economía, y porque la gente se quedó sin empleo, lo cual le impide llevar un tren de gastos similar al que antes de la pandemia llevaba.
Al contrario, podemos apostar a que un alto porcentaje de los mexicanos llegaron al Covid-19 endeudados, y que sólo Dios sabe cómo han hecho para superar esta crisis, en la que el pollo -por poner un ejemplo-, pasó de 80 y 100 pesos por pieza, a 200.
Luego entonces, para estados que dependen casi al 100 por ciento de las partidas federales, lo mismo que los municipios, era de esperarse que la baja recaudación les coletearía de regreso, aunque afortunadamente se tiene el fondo de estabilización y la promesa del presidente es que estarán pagando este fondo cada mes a los estados, y estos tienen que hacer las transferencias correspondientes (20 por ciento), a los municipios.
En el contexto estatal, era obvio también que el parón económico afectaría los ingresos estatales, llamados “ingresos propios”. La gente lo que necesita es comer, no pagar placas, refrendos, tenencias, ni nada por el estilo.
Y los gobiernos municipales, ni se diga. De por sí casi nadie paga a los municipios los derechos y obligaciones de ley, menos ahora en que la gente no tiene ni para curarse del Covid-19.
¿Cuál es la alternativa que se tiene? No hay más que la reactivación económica. Evitar a toda costa volver al semáforo rojo, y que cada quien haga su parte en el control de la pandemia.
Para colmo, el gobierno de Estados Unidos lanzó una alerta a sus connacionales para que no viajen a México, país al que ubicó en “alerta máxima” (nivel 4), por el Covid. Claro, ellos también tienen millones de casos y cientos de miles de muertos, pero dirán que eso no nos importa.
El presidente anunció desde el pasado martes que se reuniría con los gobernadores, luego de que mediante una carta se lo exigieron. Tentativamente, la reunión es el 19 de este mes, en San Luis Potosí. El tema central será la obligada reactivación económica. Simplemente, los estados no pueden seguir cerrados, so riesgo de provocar mayores y peores problemas.