SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

En medio de tanto dolor y malas noticias (no hay día que no sepamos de que alguien está enfermo, o que murió, o que se agravó la enfermedad que ya padecía por el nivel de temor al que ha estado sometido), resulta hasta chocante enterarnos de que a los políticos nada los detiene.

Caminan en medio de cadáveres, rumbo a su meta, como caballos apocalípticos. Lo más desagradable es que caminan poniendo buena cara, caras dolientes, sufrientes y fraternales. Eso me recuerda al cuento de caperucita roja y el lobo feroz, que se disfraza de la bondadosa abuelita para tragársela.

Así nos sentimos más de alguno en la base social, como caperucita a punto de ser tragados por el lobo disfrazado de abuelita buena gente.

Si la política estaba desacreditada antes de la pandemia por Covid-19, ahora lo está más. Los muertos y los enfermos se han vuelto una cifra más. Números fríos mostrados en tablas y estadísticas. Pero abajo, en la base social, el dolor repta. Las lágrimas corren. La orfandad se siente, se palpa. Hay mucho dolor.

Ayer, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, hizo un humilde homenaje a las víctimas de Covid-19, que ayer ya sumaban en nuestro país 39 mil 184, y anunció apoyos a los familiares de los muertos, como becas, créditos y pensiones.

Y decíamos que mientras la peste sigue rampante, muy lejos de ser domada; y mientras que el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, sigue presentando cifras y cifras, que sólo muestran el acumulado de casos, defunciones, sospechosos y casos activos (aún con la enfermedad), ejercicio que ya parece ocioso, pues lo que necesitamos es saber si hay mejoría, la clase política tiene un ojo en el gato y otro en el garabato.

Por un lado, dicen ser sensibles a la pandemia. Pero por otro, se desbocan en pos de los cargos de elección popular que se disputarán a partir de septiembre próximo, fecha que inicia formalmente el proceso electoral que desembocará en las elecciones de julio de 2021, cuando la mitad de los estados harán sus comicios locales, pero donde todo el país tendrá que votar por una nueva Cámara de Diputados.

No es poca cosa lo que está en juego. En los estados los partidos tradicionales buscan conservar el poder, porque de ello depende también su permanencia como institutos políticos. 2021 es para ellos una prueba de fuego. Entre tanto, el partido lópezobradorista busca avanzar en los estados, donde aún está corto, lo mismo que en municipios y distritos electorales.

A nivel nacional, el voto de Morena sigue decantándose en la figura del presidente de la República, pero en los estados es otro gallo el que canta. La gente no está conforme con las figuras que se están arropando en la bandera guinda, aunque sin duda apoyan a Morena.

A eso se atienen los que buscan el poder en todos los niveles. Ya ni se preocupan por cuidar el discurso, ni tampoco por mejorar sus propuestas. Saben que en medio de la pandemia, todo lo que digan y prometan se queda pequeño. Es como hablar de bonanza en medio de un naufragio, o como contar chistes de muertos en medio de un velorio.

Pero eso no les importa. La apuesta inmediata es por la candidatura de Morena. Ese es el paso difícil. Cualquiera que la logre, sabe que lo demás es mero trámite, y que a los rebeldes y disolutos, AMLO se encargará de llamarlos al orden.

Por eso se espera un choque de trenes, entre amilcaristas, felixistas, adelistas, y, obviamente, los externos: los waltonistas y beatricistas, más los que se acumulen, porque se dice que se desatará una jauría, para ir cribándose de manera natural, al más puro estilo de los viejos cacicagos, que solían lanzar a sus “gallos”, para luego hacerlos declinar por “el bueno”, pero con la intención de negociar espacios.

Lástima. Preparémonos para ese pobre espectáculo que este sufrido pueblo no merece.

Entre tanto, prepárese también para los peores momentos de la pandemia, porque epidemiológicamente hablando se dice que vienen las semanas más críticas para Guerrero, en materia de contagios. La pandemia estará llegado a su tercer estadío, el de los contagios masivos, lo cual implica que debemos redoblar los cuidados.

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