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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Hugo López-Gatell, subsecretario de Salud, reconoció ayer que las cifras presentadas todas las noches en Palacio Nacional, sobre la situación del Covid-19 en México, tienen un desfase de ocho a 10 días.

Ese retraso aumenta en Guerrero a 15 días, o dos semanas, porque el laboratorio estatal está sobresaturado.

No se necesita ser experto en manejo de pandemias para entender esto. Aun cuando no se estuviera ante una emergencia, una prueba molecular como la que se está aplicando para la detección del Covid-19 tarda entre 3 y 4 días. Por lo tanto, por más que queramos alcanzar a la pandemia no podremos, las cifras siempre estarán desfasadas.

A propósito, ayer el senador Manuel Añorve Baños, exigió que México aplique pruebas rápidas, para conocer datos reales de contagios. En un video divulgado en sus redes sociales, Añorve cuestiona las mentiras del subsecretario Hugo López Gatell, quien ha ido dando tumbos en cuanto al clímax de la pandemia, que sería para la Ciudad de México el 15 de mayo, fecha que se trasladó al 1 de junio y es hora de que la megalópolis aún no abre sus actividades no esenciales.

Pero la propuesta de Añorve tampoco sirve de mucho. Las pruebas rápidas no son confiables. Tienen un pobre 50 por ciento de probabilidades. Por ejemplo, en el pueblo natal de Añorve, Ometepec, se le practicó una prueba rápida a una mujer embarazada que dio positivo (las pruebas rápidas se entregan al instante, como si fueran pruebas de embarazo). Ya la iban a meter a la sala Covid, e incluso le dijeron que podrían hacerle un legrado porque no podrían salvarla con el hijo. Al final, la mujer tenía otra enfermedad, pero no Covid.  Y qué pasó entonces con la dichosa prueba rápida. Pues nada. Sólo que tuvo que pagar casi 2 mil pesos por ella.

¿Cuántos falsos positivos nos darán esas pruebas que pide Añorve? Pero, lo peor, ¿cuántos falsos negativos tendremos? Un tardío diagnóstico en el Covid-19 y no la cuenta el paciente. Así está sucediendo, de hecho. A la gente le dicen que es dengue, pero en realidad es Covid, hasta que colapsan y se mueren.

Así sucedió también con un conocido de Tierra Caliente. Se hizo la prueba en la Ciudad de México, dio negativo, se fue a Altamirano a visitar a sus parientes, y a su regreso a la capital tómala, comenzó con los síntomas. ¿Fue un falso negativo? Sí. Y ahí comenzó el calvario de la familia, así como la pandemia en aquella región.

¿Vale realmente la pena gastar dinero en algo tan inútil? Por la naturaleza de la pandemia, los epidemiólogos han dicho que las pruebas rápidas no sirven. Si acaso pudieran hacerse a personas que ya tienen los síntomas, sólo como una guía temporal, en lo que se hace la prueba real, y que en este momento únicamente el sector salud, así como algunos laboratorios autorizados, la están realizando.

“La claridad en las cifras del covid-19 es esencial para poder disminuir la pandemia; ¿por qué insisten en no tener control de esta pandemia? ¿Por qué insisten en no realizar pruebas para saber quiénes y cuántos infectados hay? #LasCosasComoSon”, escribió el senador.

En realidad, todos estamos perdidos en esta pandemia, que es de proporciones inimaginables. Basta ver al gobernador de Guerrero, a la alcaldesa de Acapulco, al propio Lopez Gatell, a Alomía, y a todos los que están dirigiendo este barco en medio de tan grande tempestad.

Este fin de semana, se agregaron los municipios de Leonardo Bravo, José Joaquín de Herrera y Atlamajalcingo del Monte. Y Marquelia, este lunes. El viernes lo hizo Acatepec.

Han sido 3 largos meses en que los guerrerenses hemos visto pasivamente y con impotencia cómo la pandemia por Covid-19 se extiende. Uno a uno, los municipios de la entidad se han ido tiñendo de rojo, y ayer tocó el turno al municipio de Marquelia, en la Costa Chica, que era uno de los 11 municipios de la esperanza que un día se tuvieron. Pero ayer, se contabilizó el primer caso en ese municipio, que lamentablemente es una defunción de un joven, cuyo primer diagnóstico la semana anterior fue “dengue”.

Y he aquí el problema. Los médicos están confundidos. No saben leer las señales de una enfermedad y otra, simplemente porque son parecidos.

Lo que nos queda, es que cada quien se cuide, y cuide a los suyos.

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