SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Según el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lo peor para México ya pasó. Una vez que la curva se estabilizó en el Valle de México, donde se concentra el grueso de la población del país, y aunque los contagios continúen en estados y municipios de provincia, el mandatario afirma que será cosa de algunas semanas para que la curva comience a bajar.

Ya este fin de semana, una docena de estados cambió a naranja en el semáforo epidemiológico nacional, lo que indica que podrán abrir paulatinamente y con precauciones algunos sectores económicos.

En cambio, mientras las ciudades y pueblos del Valle de México (donde se incluye la Ciudad de México, Toluca, Hidalgo, Querétaro, Cuernavaca, Puebla y otras urbes), se estabilizan, la emergencia se extiende en Guerrero hasta fin de este mes.

Tentativamente, el estado estará reabriendo sus actividades económicas y sociales hasta el 1 de julio, pero si -y sólo si- la pandemia logra ser domada. No hay de otra. O actuamos, o el cierre se prolonga.

De por sí la gente ya anda a la quinta pregunta, y prefieren arriesgarse al contagio que perder sus negocios. Prolongar el cierre por dos semanas más no parece tan exagerado; pero si por suplir nuestras necesidades los casos aumentan, entonces el semáforo no cambiará y no se nos permitirá abrir el sector turístico, que es el que sostiene la economía del estado.

Es cierto que los gobernadores tienen facultades para reabrir sus entidades en cualquier momento. Lo hicieron ya destinos como Cancún y Los Cabos, pero en Guerrero por el número de casos y la pandemia en auge no podemos hacer eso, so riesgo de prolongarla. Además, porque el gobierno estatal ha preferido seguir las recomendaciones del gobierno federal en este tenor y no arriesgarse a que haya más decesos.

Y tienen razón. Lo de menos es que la gente se enferme, sino cómo se les va a atender. En algunas regiones los hospitales están saturados, aunque se diga lo contrario. Hay camas Covid disponibles, pero no en todos lados se tienen esa disponibilidad; y, lo más importante, no todas tienen ventiladores mecánicos, que se requieren para intubar a los enfermos cuyos pulmones colapsan. Además, también se carece de los recursos humanos suficientes y entrenados.

Pero lo más importante a tomar en cuenta es que no todos van a resistir el contagio, aunque reciban la mejor atención. Guerrero tiene una población pobre y enferma. Se tienen muchos casos de diabetes, hipertensión y obesidad, que son las principales comorbilidades que agravan la infección por Covid-19.

Pero no sólo eso: también hay un importante número de fumadores y alcohólicos, que pese a la pandemia no han dejado el vicio. Incluso se han registrado muertes por consumir alcohol adulterado.

Basta ver a nuestro alrededor para entender que, pese a que la muerte nos ronda, la gente no deja de estar en fiestas. Una vez que las cantinas y bares fueron cerradas, entonces los hogares son el terreno ideal para que se junten familiares y amigos a departir, en ruidosas fiestas en donde no falta el alcohol.

Y uno se pregunta ¿cómo le hacen? No hay dinero, no hay empleos, pero la gente sigue gastando en alcohol, cervezas, cigarros y refrescos.

No olvidemos que, aunque hay muchos muertos, el asunto puede ser peor, si no se nos hubieran impuesto medidas como la sana distancia y el quédate en casa. Aún así, el pronóstico de mortalidad para todo el país, desde que comenzó la pandemia, hasta su control total allá por el mes de octubre, asciende a 35 mil defunciones, de las cuales no se tienen ni siquiera la mitad.

Esto significa que aunque abran las actividades económicas, la pandemia seguirá ahí afuera, acechando y cobrando vidas.

Afortunadamente, son más los que sanan que los que se agravan, y de estos son menos los que mueren. Pero si aún con este porcentaje de mortalidad nos escandalizamos, imaginemos cómo sería si no tomáramos ninguna precaución.

Pues bueno, en resumen, aunque el presidente esté diciendo que ya vamos de salida de la pandemia, que se logró domar, en Guerrero eso todavía no sucede. Y no se vale hacerle al confundido, porque ya mucho se ha explicado que cada pueblo, cada núcleo poblacional, tendrá que vivir su propio nivel de contagios.

Bien por los municipios que ya están avanzados. Mal por lo que todavía no inician.

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