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SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Parece que nos están dosificando la información. Mejor dicho, en realidad sí lo están haciendo. Primero, a nivel nacional nos empataron con las fases de las grandes ciudades, desmovilizando a todo el país, cuando no había ni un solo caso de Covid-19 en pueblos y comunidades. Los gobiernos locales y comunitarios decretaron el cierre y blindaje, aunque las autoridades de Gobernación no lo recomendaban e, incluso, lo desautorizaron.

Pero cerraron en vano. Se desgastaron en vano, porque en la mayoría de los casos no evitaron la llegada de la pandemia, sino que, además, ahora se nos dice que lo peor está por venir. Y después de más de 60 días de cierres, de estrés y desinformación, ahora tenemos que lidiar con el paso de la pandemia en el tiempo en que nos tocaba hacerlo, no antes, no bajo el calendario de la Ciudad de México.

¿Y qué sucedió con todo esto? Que la gente se cansó. Además, se le desinformó. Se le dijo primero que la apertura sería para el 10 de mayo y no sucedió. Luego que el 17 de mayo y tampoco sucedió. Ahora que al 30 de mayo y tampoco sucederá, porque justo en esa fecha comenzará lo peor para nosotros. A nivel nacional se dará por concluido el programa de Sana Distancia, pero para nosotros deberá continuar. Y epidemiológicamente sabemos que lo que tardó la curva de contagios en subir, tardará lo mismo en bajar. Otros 3 meses entonces y por eso el médico Hugo López Gatell pronostica que México estará hasta octubre lidiando con la pandemia, y advierte que el 30 de mayo no significa apertura, porque se corre el riesgo de que se registe un repunte de casos, justo cuando se espera que se estabilicen. No que no haya, no que no se contagie la gente, solamente que el ritmo de los contagios y el número de estos vaya reduciéndose.

Eso quiere decir que durante todo el mes de junio en Guerrero estaremos lidiando con el incremento de casos, la saturación de hospitales y la escasez de camas para atender los casos graves.

Los muertos, que ahora suman 160, aumentarán irremediablemente. Por lo tanto, aunque ya estemos cansados, ahora debemos seguir las recomendaciones oficiales al pie de la letra, porque ahora sí es nuestro tiempo de actuar.

Lo grave es que, pese a los blindajes y cierres en pueblos y comunidades; y, mejor dicho, debido a ello, el Covid 19 llegó con furia. ¿Por qué? Porque la gente se creyó segura dentro de los cercos sanitarios y retenes, que evitaban el flujo vehicular incluso de un municipio a otro, pero sí permitían la llegada de camiones surtidores de comidas y bebidas de otros estados de la República, o bien de ciudades con alto número de contagiados. Y dentro de los pueblos la gente andaba a sus anchas, confiados, hasta que fueron apareciendo los primeros casos, y con estos la expansión de la pandemia. En pocas palabras, fueron brutalmente sorprendidos.

Siempre se ha dicho que el cierre de los pueblos no era la manera más segura de prevenir la pandemia, precisamente porque eso crea una falsa confianza entre la gente y no toman las medidas sanitarias correspondientes, como el lavado de manos, y el uso de cubrebocas.

Pero, además, porque los cierres provocan pobreza y desabasto entre la población, sin que con ello se evite la llegada del Covid-19.

Y así ha venido expandiéndose la pandemia a la mayoría de los pueblos de Guerrero, por gente de fuera. Por ejemplo, en este momento el caso de la Zona Norte se recrudeció, por la apertura de la mina de Mezcala, donde 40 contratistas provenientes del norte del país dieron positivo al Covid-19, en una zona donde de por sí ya la pandemia estaba de subida por los descuidos en Iguala.

Ahora se nos dice que lo peor para Guerrero está por comenzar, pero ya están saturados los hospitales, con menos de 30 por ciento de disponibilidad de camas, por lo cual la entidad ocupa el primer lugar en ocupación hospitalaria.

Mejor dicho, Guerrero tiene tan pocas camas disponibles, que con mil casos positivos ya casi se ocuparon todas. Luego entonces, a partir de la siguiente semana se tendrá que poner en marcha el Plan DNIII, para transferir los casos graves a los hospitales y unidades Covid a cargo del Ejército, porque los de la Marina ya también se anunciaron saturados.

Recordemos cuando se nos presentó el Plan DNIII como la panacea de todos los males, pues incluso se nos dijo que los enfermos serían trasladados en helicóptero a recibir atención médica, y que si era necesario se abrirían hospitales en plazas públicas y unidades deportivas. Y conociendo el profesionalismo de los médicos militares, lo creíamos.

Hoy, sin embargo, vemos a un sector salud desesperado, altamente contagiado y trabajando bajo condiciones extremas y precarias. El titular de Salud en el estado reconoció ayer que 269 trabajadores del sector salud han contraído el virus, y que eso representa el 23 por ciento del total de los casos. 4 de ellos murieron víctimas de la enfermedad.

Con todo esto, no tenemos opciones. La sana distancia no terminará para nosotros el 30 de mayo. Ahí comenzará algo peor.

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