SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

El gobierno federal comenzó a revisar este lunes el plan para reaperturar la economía del país. Esto no es prudente en estos momentos, porque la pandemia está en su máximo pico, y porque además el descenso será muy lento, dadas las medidas de sana distancia y quédate en casa que se impusieron desde el nivel federal, y que se están replicando en las entidades federativas.

Siempre se nos dijo que las medidas de confinamiento aplanarían la curva de contagios, pero en cambio alargarían el tiempo de entrada y salida de la pandemia. Y para México esto estaba calculado para el verano o incluso para el mes de septiembre.

Pero se van a arriesgar las autoridades federales a reabrir los sectores primordiales, más que los territorios, porque hay compromisos internacionales que cumplir. Esto en primer lugar, pues no olvidemos que somos un país manufacturero; es decir, que hay cosas que producimos nosotros, que son parte de las cadenas productivas de otras naciones, sobre todo Estados Unidos, y para nadie es un secreto que Donald Trump comenzó a presionar desde la semana pasada para que México reactivar a su planta maquiladora.

No se hizo en su momento, pero se intentará el día 17 de mayo. El plan para la reapertura -que obviamente será gradual-, se presentará a más tardar el jueves de esta semana y se tendrán tres días más para darle tiempo al tiempo, a fin de que el domingo se decrete y el lunes se reinicien actividades.

En segundo lugar, el otro aspecto que se tomará en cuenta es la apertura de los municipios que están libres de casos, y que a nivel nacional suman más de mil jurisdicciones municipales en esta categoría, pero eso se irá achicando conforme la pandemia pase por la provincia.

En este momento, 50 municipios del país concentran la mayoría de los contagios, y podemos decir que en el resto la situación es manejable. Desafortunadamente, los municipios más contagiados son los de mayor importancia económica, es donde se concentra la mayor parte de la industria, las ensambladoras y los centros comerciales y financieros del país.

Obviamente, la gente ya desea que se reabra el país. La gente está cansada del encierro, pero sobre todo está en banca-rota, sin ingresos, sin posibilidades de sobrevivir más allá del mes de junio, que es cuando nos dicen que el pico de la pandemia pasará por Guerrero.

No obstante, los expertos advierten que todo lo logrado hasta el momento, podría revertirse si caemos en las prisas. En todo caso, la sugerencia es que se reabran los sectores productivos, con limitaciones, como fábricas, negocios, bancos, etcétera. Pero que se mantenga el cierre de playas, de plazas, calles, espacios de recreo y fiestas.

Hay una urgencia económica, demás de la urgencia sanitaria y eso nadie lo puede negar. De paso, carecemos de las fortalezas monetarias de países de primer mundo y además no está en el ánimo del presidente de la República ayudar a los empresarios. Entonces, si no ayuda que tampoco los limite, y les permita reabrir el país, con las precauciones debidas.

La semana pasada resurgió a nivel nacional el debate de la necesaria ayuda a empresarios para reactivarse. Pero el presidente, como Carlos Salinas, ni los ve ni los oye. Y se deja a la gente la impresión generalizada de que los empresarios son gandallas.

Pero empresario es todo el que posee un negocio, así sea micro y pequeño. No todos los empresarios de este país son potentados. Empresario es el que tiene una palapa, un hotelito, una fonda. A ellos se les ubica en el sector de micro, pequeños y medianos empresarios. Los grandes empresarios y las trasnacionales ni sudan ni se abochornan, tienen recursos para solventar dos o tres pandemias, pero no así el 90 por ciento de los negocios de este país, de los que depende la mayoría de los empleos. El problema, es que quienes están queriendo defender a este sector son los grandes empresarios, los que están organizados en sindicatos empresariales y están acostumbrados a que el presidente los escuche. Lo que se necesita entonces es una consulta hacia abajo, a la base social, para que la discusión sea amplia y no se limite a un círculo vicioso de empresarios y el poder.

Eso lo debieran estar impulsando los diputados federales, que son los representantes sociales en sus distritos, y conocen la realidad que estamos viviendo. Desafortunadamente, ellos -como en otras tristes épocas-, están trabajando para el presidente, no para nosotros, los ciudadanos.

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