(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Para quienes nos vamos con la finta de que solamente los casos de Covid-19 que nos informan cada tarde son los que existen, pues habría que recordar que el subregistro de hasta 10 o 12 casos positivos que no han llegado a las estadísticas nacionales.
En este tenor, el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, tuvo que reconocer que en realidad, en México podría haber 104 mil 562 personas que han presentado casos leves de Covid 19 y que no han sido notificados en alguno de los sistemas de monitoreo con los que cuenta la dependencia.
¿Qué tal?
Estos 104 mil 562 casos son adicionales a los 23 mil 471 casos confirmados acumulados que fueron sometidos a pruebas de laboratorio hasta este domingo 3 de mayo.
Gatell nunca mintió. Siempre dejó en claro que el gobierno estaba basándose en un programa epidemiológico denominado “Centinela”, que sólo va tomando en cuenta los casos que llegan a consulta.
En lo personal, siempre consideré que los números del “Centinela” del gobierno (según los expertos) eran insostenibles desde el principio. Pero no creí que terminarían matando “su método”.
Inútil, absolutamente inútil resulta estar al pendiente de la conferencia de las 7:00 de la noche, si el gobierno nos va a negar el instrumento fundamental, que tanto en países europeos, como Canadá e incluso las universidades en EEUU sí dan: Una medición transparente y sólida (matemáticamente) de la epidemia del Covid-19.
No sabemos efectivamente cuál es el número real de contagios en el país -no el número que se nos pide asumir por fe religiosa en lo que dice el gobierno-, el que surge de la metodología científica como dato confiable, pues para empezar no cuentan con un método de muestreo claro.
No sabremos la verdad, por ejemplo, del momento en que “estemos en la fase de crecimiento vertical”, que nos dicen es esta semana. Que nos digan la verdad, no la que los políticos nos quieran decir.
¿Cuántos casos podría haber en México realmente?
¿Acaso Donald Trump sabe más que nosotros, y por eso dijo ayer que México estaba en serios aprietos por la pandemia de Covid-19? ¿A quién creerle?
Insistimos que merecemos saber la verdad. Que no nos tutelen. Que no nos decidan por nosotros, que nos hablen con la verdad.
Siempre ha parecido sospechoso que mientras en otras partes del mundo los casos se desataron, al grado de colapsar el sistema de salud de países tan poderosos como Estados Unidos e Inglaterra (salvo Alemania, que parece que es el que mejor ha manejado la crisis), en México estemos en la calma chicha, y que se nos diga que todo ha sido por el adecuado manejo de la pandemia, mandándonos a la cuarentena hasta con 2 semanas de anticipación en cada fase.
No es que la pandemia se haya detenido. Simplemente, los casos no están siendo registrados en ninguna parte. Así de sencillo.
Entonces, en ese contexto todos estamos bajo un riesgo constante y permanente. Y de ahí la insistencia de las autoridades para que todos tomemos las debidas precauciones.
Al contrario, los ciudadanos -siendo que son tan quejumbrosos- se llenan la boca diciendo que no creen en el Covid-19, que es mentira, que es una puesta en escena. Cuando enferman, y por desgracia llegan a morir, entonces su familia niega que hayan sido víctimas de la epidemia, y hasta amenazan a los médicos, como sucedió recientemente en Ecatepec, Estado de México, a donde llegó enfermo un ex presidiario, que fue liberado de manera anticipada para que no enfermera de Covid en la prisión.
Pues resulta que ese joven se puso una guarapeta en un fiestón marca llorarás, donde estuvieron sus familiares, los mismos que luego se metieron al anfiteatro del hospital donde murió, para reclamar su cuerpo y acusar a los médicos de haberlo matado.
Así nos las gastamos los mexicanos.
Esta es la semana de mayor riesgo, según el gobierno. Cada quien que decida si se protege, o le juega al valiente.