SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Con un caso en Copala, además de los 3 casos de San Marcos (uno de ellos ya fuera de peligro), así como el caso registrado en Zihuatanejo el fin de semana, solamente la región de la Tierra Caliente es zona verde en Guerrero, pues en los 9 municipios calentanos no se ha detectado ningún caso.

Esperemos que, tanto en la Costa Chica como en la Costa Grande, el manejo de los contagios se haga de manera correcta, para que la epidemia no se propague a toda la región.

En nuestro caso, el virus entró por el lado de Acapulco, y hay 3 casos en Coyuca de Benítez. Y asimismo, nos llegó vía la Ciudad de México a Zihuatanejo. Pero epidemiológicamente, los municipios vecinos también entran como zona de riesgo, de modo que aquí ya son 4 los que están siendo monitoreados.

Zihuatanejo colinda con La Unión y con Petatlán. Mientras que Coyuca de Benítez colinda con Atoyac y con Acapulco.

A su vez, en la Costa Chica, San Marcos colinda con Acapulco y Cruz Grande. Y Copala colinda con Marquelia y Cruz Grande. Los expertos dirían que Cruz Grande queda en medio de dos zonas de contagio y es el municipio de mayor cuidado.

Pero también Marquelia, porque es el mercado natural de pescados y maricos, y a donde todos los pueblos concurren.

Como sea, las dos costas y Tierra Caliente siguen siendo las regiones menos afectadas. Y si logramos pasar la Fase 3 sin dispersión de contagios, seremos de los municipios que puedan terminar la cuarentena antes del tiempo fijado.

Lo que preocupa es la zona de la Montaña, donde el Covid ya afecta a 4 municipios, con 12 casos en total. Presumiblemente, a esa zona llegó por el estado de Puebla, que es una de las entidades más afectadas por la peste.

Por temor, en esos municipios las comunidades están blindándose, y ya los alcaldes están alertando de desabasto de productos, porque por lo menos 4 bloquearon la carretera Tlapa-Marquelia, a donde confluyen prácticamente todos los pueblos que pertenecen a la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias.

Y aunque la Secretaría General de Gobierno les pidió que liberen la vía y haya libre tránsito, tan sólo con filtros de control, los pueblos indígenas pidieron que se les respete sus decisiones, sobre todo porque carecen de todo, pero particularmente del servicio de salud. Sus casas y centros de salud no tienen médicos, mucho menos medicinas. Y los hospitales más cercanos son los de San Luis Acatlán y los de Tlapa, pero están para llorar.

En los retenes de la Montaña hay elementos armados de la Policía Comunitaria, y a las cabeceras municipales solamente se permite el paso de personas, previo registro, que acuden a surtirse de víveres.

En los pueblos, no permiten que ingresen personas ajenas, sólo los de su comunidad.

Sin embargo, hay que decir que nada está dicho. El virus es muy traicionero porque tarda hasta 14 días en incubación. Eso significa que, aunque una persona se contagie, tardará dos semanas en presentar síntomas. De modo que si pasa por un retén, parecerá sana. En cambio, otra persona que tenga gripe común, dengue o cualquier otra cosa parecida, será retenida, pero habrán dejado pasar el contagio.

Eso muchas veces lo ha advertido el epidemiólogo Hugo López Gatell. Se ha cansado de repetir que los programas de desmovilización de personas, no son para detener la pandemia, sino solamente para minimizarla un poco, al hacer que los contagios se den menos rápidamente.

Por ejemplo, en Copala, estaban cerradas las principales localidades y la cabecera municipal cerró con montones de tierra las calles de acceso, así como también colocó filtros. Pero de todos modos ya tienen un caso. Cierto que pudieran ser más, y así se cumple la premisa de los epidemiólogos, que el control de la gente no es para detener la pandemia, es sólo para desacelerar su ritmo.

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