SOS COSTA GRANDE

(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Como se esperaba, el cierre del país no sólo se recrudece, sino que se prolonga. Aunque el presidente había dicho que esperaba que para el día 10 de mayo México pudiera comenzar a recuperarse de la epidemia, lo cierto es que para esa fecha estaremos en la Fase 3, que todavía no se declara, pero que podría hacerse el día 20 de abril, de manera anticipada, como parte de una estrategia que el gobierno ya ha venido aplicando para preparar los escenarios al avance lineal de la epidemia y que, dicen, ha dado buenos resultados.

Recordemos que la fase 2 la adelantamos desde el 20 de marzo, cuando todavía cursábamos la Fase 1, la de casos importados. Luego pasamos a la fase 2, la que estamos cursando en este momento, que es la de los casos de contagio comunitario, y estamos esperando la de contagios masivos, que se espera sea en el mes de mayo, pero que abordaremos de manera general unos 10 días antes.

Por lo tanto, México extenderá las medidas de distanciamiento social hasta el 30 de mayo para evitar que se dispare la pandemia del coronavirus en el país y ante el riesgo, cada vez más latente, de colapso del sistema de salud que llegó a esta pandemia muy debilitado, luego de saqueos históricos de la llamada “mafia de bata blanca”, que por supuesto no incluye a médicos y enfermeras, pero sí a directivos, que son impuestos bajo criterios políticos en las instituciones, a líderes sindicales y políticos de todos los niveles.

Entre tanto, el gobierno trabaja a marchas forzadas para hacer la reconversión hospitalaria, y en medio de una rebatinga cada vez más cruda entre gobernadores y el gobierno central, por los recursos económicos y en especie para enfrentar los contagios por Covid-19, pues mientras el presidente dice que ya adelantó recursos a los gobiernos estatales hasta el mes de julio, estos reclaman recursos extraordinarios y exhiben materiales de baja calidad que les surtieron para el personal médico, materiales que el subsecretario Hugo López Gatell dijo que no son para uso clínico, sino para personal de apoyo de los hospitales, y que tampoco son los insumos comprados en China, sino parte de un donativo, del cual no dio mayores detalles.

Esto nos obliga a hacer un poco de memoria. Recientemente leíamos que una investigación reveló el desvío de unos 400 mil millones de pesos en los últimos 5 años, dinero que se escamoteó al sector que atiende a los más vulnerables, y que en México representan a casi la mitad de la población. Los recursos fueron desviados a través de miles de facturas falsas y de la operación de empresas fantasma. Aquello fue una carnicería. El caso más patético fue el del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, quien compraba agua para los niños con cáncer. Todo este mazacote de corrupción se detectó a la llegada del nuevo gobierno federal y entonces se declaró el cambio del sistema de salud, cancelando el Seguro Popular para dar paso al Insabi, apenas el 1 de enero de este año, proceso que duraría todo el 2020, pues había que terminar por lo menos 300 hospitales que quedaron a medio construir, uno de ellos el de Tlaxiaco, Oaxaca, que ya el presidente puso en marcha hace dos semanas.

En este proceso estaba la nación cuando llegó el Covid-19, sometiendo al gobierno federal, y a los gobiernos estatales, a una terrible presión. Si a esto le agregamos que para controlar la compra de medicinas e insumos médicos, con el fin de controlar también la corrupción y el desvío de los recursos, el gobierno federal cambió y centralizó las compras, haciendo compras consolidadas a través de la Secretaría de Hacienda, entonces se entiende que hay un desfase en este sector, algo que desde el año pasado se resintió, y que hoy los gobernadores, sobre todo del PAN, están aprovechando para tratar de reventar la imagen del presidente, de su partido y en general de la Cuarta Transformación, con o sin razón.

Porque podrán decir que en este momento la razón les asiste. Pero habría que recordarles, sin el ánimo de tomar partido, que la amnesia los exhibe. Si estamos en esta situación, no es sólo por lo que está haciendo mal este gobierno, que apenas lleva 15 meses en el poder, sino lo que se hizo y se dejó de hacer por años atrás, hasta dejar al sistema de salud en México vilmente en cueros, lo mismo que el sistema energético.

Podemos imaginar que estaríamos en una situación mínimamente ventajosa, si la nueva clase política que vino tras el cambio de régimen en el año 2000, y que incluyó a dos gobiernos panistas y uno priísta, hubieran robado menos. Digo esto porque, pues es imposible pedirle peras al olmo. Aunque sea hubieran hecho lo de Layín, un ex alcalde Nayarit, cuando le preguntaron si robó, y él aceptó que sí, pero poquito. Digo, esto sería lo más honesto.

En medio de esta peligrosa mezcla de pandemia y política, crisis económica que está muy marcada por la caída del petróleo y la depreciación del peso frente al dólar, es que estamos los mexicanos en este momento.

Y esto precisamente nos coloca en el filo de la navaja, pues estamos en el límite de lo prudente y la ingobernabilidad, con una población harta del encierro, con empresas de todos los niveles enfrentadas a una alta posibilidad de quiebra financiera, mientras enfrente hay un desierto de posibilidades de subsistencia.

La pregunta es ¿soportará México un mes y medio más de las cruentas medidas de la cuarentena

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