(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
No hay duda de que en tiempos de crisis, los liderazgos de la sociedad en todo el mundo son probados. Si en China, el presidente Xi Jingping optó por una estrategia militar para controlar a la población de Wuhan y sus alrededores, así como para edificar dos mega hospitales y operarlos, y para controlar a los medios de comunicación, tanto nacionales como extranjeros, en el resto del planeta los líderes de cada nación están reaccionando cada cual a su manera, y conforme a sus capacidades.
No cabe duda de que estos son tiempos de pruebas, y pocos pasarán la prueba del Covid-19.
Pasada la tormenta, veremos quiénes tomaron la mejor decisión. Quiénes guardaron la calma y actuaron con cautela, a pesar de la presión social y política a su alrededor. Y quiénes de plano se apanicaron y metieron a su pueblo en las cuevas, huyendo de un enemigo microscópico.
En estas épocas, los ciudadanos sabremos si realmente nos gobiernan los mejores hombres y mujeres, o si a la hora de depositar nuestros votos en las urnas nos fuimos con la finta, y caímos en la trampa.
En este tiempo, en que la manada se dispersa, se necesita de individuos capaces de construir equipos, y de llevar a la sociedad a seguirlos, respaldarlos y obedecerlos no por la fuerza, sino por convicción.
También se necesita de liderazgos en el plano legislativo, gente que sepa cuál es su papel a desempeñar en este momento histórico, para crear las condiciones que les permitan a los líderes políticos actuar sin obstáculos, pero también sin excesos.
Y, sobre todo, líderes partidistas que reconozcan que la emergencia sanitaria no es algo para que hagan política.
Pero de que los hay, los hay. Y entonces se muestran mezquinos y convenencieros ante el pueblo, que desafortunadamente para ellos está muy proactivo hoy en día, a través de redes sociales, y no perdonan ningún desliz.
Por eso decimos que hoy más que nunca la clase política está siendo probada al extremo, y cada acierto les será redituado al ciento por uno; pero cada error les será cobrado también al ciento por uno.
Latinoamérica no está en su mejor momento, México incluido. La pandemia por el Covid-19 nos agarró en cueros, con una fragilidad extrema, tanto en el terreno sanitario, como en el terreno económico. Y, sobre todo, en el terreno social.
Somos una sociedad que viene de 14 años de violencia extrema, y también de 18 años de saqueos extremos. Años en que nuevas generaciones de políticos arribaron al poder sólo para cebarse en nuestros recursos.
Vicente Fox, por ejemplo, malbarató los fondos de los excedentes petroleros, con los cuales se dice que pudimos haber abatido la deuda externa, o modernizado al país. Al contrario, usaron ese dinero para engordar a la burocracia, y lo desviaron vía los canales de corrupción, heredando mayor pobreza.
De Felipe Calderón, ¿qué podemos decir? Un hombre adicto al alcohol, que se enredó en las faldas de una de sus colaboradoras, mandando a Margarita al extranjero. Hoy andan juntos, como esposos, tratando de construir un nuevo partido, pero en realidad todo es a valores entendidos. Calderón no dudó en condenarnos al crimen permanente, y desde entonces México se convirtió en un cementerio.
Peña Nieto fue la cara bonita, junto con su mujer, de un sistema podrido hasta los huesos y manejado desde el exterior, desde donde vía su secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, se le dictó la profundidad de la reforma energética, que hoy es un fiasco.
Pero nada importó mientras todo eso significara dinero contante y sonante para ellos, y he aquí que ya México solicitó la extradición de Emilio Lozoya, ex director de Pemex, y hay también orden de aprehensión en contra del comisionado nacional de seguridad pública, Tomás Zerón, mientras que la ex titular de Sedesol y Sedatu, Rosario Robles Berlanga, va a juicio político desde la cárcel, lo cual significa que al margen de lo que decidan los tribunales por los hurtos que perpetró junto con su equipo cercano de colaboradores, quedará fichada e impedida para participar en política.
En resumen, el presidente López Obrador y su equipo, tiene que enfrentar esta crisis pavorosa tras décadas de abandono y saqueos, magros ingresos fiscales, desmantelamiento de la industria petrolera.
Sobre todo, enfrentar a los saqueadores y tomar acuerdo con empresarios, banqueros, industriales y comerciantes, para que sigan las normas dictadas de no endeudamiento, y sostenimiento de los empleos. Veremos quién gana.