SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Con el mensaje del gobernador Héctor Astudillo Flores, ayer al mediodía, relativo a las medidas de control por la epidemia del coronavirus que apenas está en ciernes en el país, pero que ya llegó a Guerrero, podemos deducir que las vacaciones de Semana Santa quedan anuladas.

El sector turístico debe tomar las precauciones debidas, para mitigar el efecto económico que esto traerá; o ponerse de acuerdo para proponer alternativas al gobierno, a fin de que la desmovilización de la gente los golpee lo menos posible, aunque a decir verdad eso se observa irremediable.

Todavía este fin de semana vimos los dos puertos de la entidad atiborrados de gente, pero no podemos dejar de preguntarnos si precisamente por ello es que el Covid-19 nos sorprendió con un caso precisamente en el puerto de Acapulco, que se anunció como algo probado la noche del domingo, y otro ayer por la mañana en Chilpancingo.

El de Chilpancingo es un caso importado (el paciente viajó a otro país), pero el de Acapulco es una persona originaria de Argentina, sí, pero que habría estado en contacto con un enfermo en la Ciudad de México, por lo cual ya puede considerarse un caso doméstico.

Y es precisamente este último detalle que nos ubica en el hecho de que la epidemia está comenzando a expandirse en México, pues hasta hace dos semanas se tenían casos importados, y sólo algunos sospechosos.

Al contrario, ahora ya los tenemos en casi todos los estados, y algunos -como Nuevo León, donde ya se tienen 12 casos comprobados-, concentran el mayor número de contagios, pero podemos apostar que las zonas turísticas tendrán su propia historia que contar, simplemente por la constante movilización de gente nacional y de otros países que registran.

En este sentido, México no se puede dar el lujo de permitir que el periodo vacacional de Semana Santa, y antes de éste el periodo de vacaciones de los spring breakers (jóvenes estudiantes que suelen viajar a México en sus vacaciones de primavera), se desarrollen sin cambios.

Desafortunadamente, la emergencia llegó a México antes de lo esperado, y eso se debió precisamente a que la gente fue y vino a Europa. Nosotros nos cuidábamos de los chinos, pero la infección nos llegó vía Italia, donde suman ya cerca de 2 mil muertos, por una simple razón: la gente no creyó lo que se estaba reportando desde China, no acató la orden de quedarse en casa, quisieron aprovechar la llegada de la primavera para disfrutar, y ahora están ante el torbellino de la enfermedad, que de todos modos hubiera ocurrido, porque así son las epidemias, pero se habría ganado tiempo al tiempo, reduciendo el ritmo de los contagios.

En España se tiene el mismo problema, y ayer el gobierno español decretó el cierre de fronteras, así como también impuso multas para quienes violen la prohibición de salir. Las calles de las principales ciudades españolas e italianas lucen desiertas, las familias ven pasar el día por las ventanas de casas y edificios, mientras los militares vigilan las calles.

Estados Unidos también está aplicando medidas drásticas y prohibió todos los vuelos provenientes de Europa, decretando también hacia el interior la emergencia nacional, que incluye la activación de los militares en apoyo de la población, algo que posiblemente México tenga que hacer, vía el Plan DNIII.

Ahora bien, es muy normal que a Guerrero le haya llegado el coronavirus vía la ruta turística. Así se esperaba y así fue. Por lo tanto, cobra especial relevancia la decisión del gobernador Héctor Astudillo para suprimir la llegada de dos cruceros que ya están en alta mar, y se está negociando la cancelación de dos más que están en ruta hacia Acapulco.  Eso evitará mayor riesgo, tanto para los locales como para los viajeros, quienes a su vez podrán volver a casa sin convertirse en diseminadores del padecimiento.

Además, ordenó que a partir de mañana 18 de marzo, los empleados del gobierno estatal comiencen a irse a sus casas de manera escalonada.

Reiteramos que ninguna medida evitará que el virus se propague. Sólo se puede desacelerar el ritmo de los contagios, para que el sistema de salud esté en condiciones de atender a la gente que tenga mayor riesgo. De lo contrario, tal y como está sucediendo en Italia, podeos estar seguros que veremos morir gente. Por lo tanto, acatar la prohibición de salir es crucial y depende de nosotros los ciudadanos que esta medida tenga éxito; de lo contrario, será contraproducente sacar a los jóvenes de la escuela, para que vayan a hacer su vida social como si nada sucediera.

Y una última cosa: evitemos desinformar y, sobre todo, usar la desgracia de muchos en este planeta para hacer política. En este momento, ni la expansión del coronavirus, ni la devaluación del peso, es algo que ningún gobierno puede resolver, porque se trata lo primero de un asunto de la naturaleza; y lo segundo de una disputa entre dos gigantes de la industria petrolera global. En medio quedan los demás países, viendo cómo cae el precio del petróleo y se reduce el valor de nuestra moneda.

Razón de más para actuar y hacer nuestra parte. De lo contrario, las consecuencias económicas serán más graves que las consecuencias médico-biológicas.

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