(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Pese a todas las manifestaciones realizadas a lo largo y ancho del país, por los administradores de las estancias infantiles, la Secretaría de Bienestar –antes Sedesol-, anunció que el programa se mantiene, pero con nuevas reglas de operación que le pegan directo al esquema originalmente planteado, y que consistía en que se entregaba un subsidio por cada niño beneficiario, directamente a los administradores de las estancias.
En lo sucesivo, según declaró la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores, el subsidio será entregado de manera directa a los padres de familia y de manera directa, a través de una tarjeta bancaria. De este modo, los padres se encargarán de contratar el servicio de guardería para sus hijos.
El monto destinado para niños con capacidad será de 3,600 pesos bimestrales (1,800 mensuales). Aplica desde 1 día de nacido hasta un día antes de cumplir los 6 años.
Para niños no discapacitados el subsidio será de 1,600 bimestrales (800 pesos mensuales), desde un año hasta un día antes de cumplir 4 años.
Las reglas de operación implican la revisión de que los niños beneficiarios no tengan también el servicio del IMSS o del ISSSTE.
Y finalmente, hay la disposición para que se incorporen al programa niños de zonas de alto rezago social, pobreza extrema y algos grados de marginación y violencia, así como los que vivan en municipios indígenas.
La razón de estos cambios ya harto se ha dicho: corrupción. Tal y como sucedió con otros programas de desarrollo, asistencia social y salud, el de estancias infantiles se preñó de corrupción e impunidad, y la intención del gobierno federal es de desmantelar la estructura, sin eliminar el programa.
En este espacio hemos dicho, sin embargo, que el cambio no es ventajoso, sino todo lo contrario. Las mismas madres de familia han expresados que lo ideal sería someter a las estancias infantiles a una revisión estricta y periódica, tanto física como financieramente, en lugar de entregarle el dinero a los padres.
Reconocen que este dinero se diluirá más fácilmente, como sucede con el Oportunidades, que las madres más tardan en cobrarlo que en gastarlo, en la compra de artículos innecesarios o que nada tienen que ver con la alimentación de las familias.
Y a menos que en las reglas de operación se obligue a las madres y padres de familia para que contraten los servicios de guardería para sus hijos, podemos estar seguros que será dinero tirado, pues la cultura que prevalece es que dinero regalado, es dinero no apreciado.
La gente, cuando habla de que recibe apoyo “del gobierno”, considera que es dinero de nadie y que lo puede usar indiscriminadamente, pero lo cierto es que es dinero de la nación y que debe usarse de manera correcta y con responsabilidad.
¿Qué hará la gente con niños discapacitados, por ejemplo? Lo mismo que ahora hacen: tenerlos en la casa, viendo televisión, o con familiares, marginados y abandonados, cuando en las estancias infantiles al menos aprenden reciben algunos conocimientos básicos. Y, lo más importante, que se les saca del escenario familiar, donde incluso son maltratados, para ampliarles un poco su perspectiva de desarrollo.
Cierto, el gobierno de AMLO está cumpliendo al sostener el programa de estancias infantiles. También entendemos que hay una estructura corrupta que debe desmantelarse. Incluso es entendible que esto tiene que ver con partidos políticos, pues la estructura del viejo régimen inevitablemente respondía a las necesidades partidistas de intercambios de votos.
Pero, insistimos, el nuevo esquema puede ser un agujero sin fondo si no se le reencauza adecuadamente.