(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
Por primera vez desde que comenzó el divisionismo en el Congreso local, entre los diputados de Morena que se disputan la coordinación de la bancada, así como los principales órganos de gobierno del Poder Legislativo, el delegado del gobierno federal en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, habló al respecto.
Sin embargo, dijo muy poco del tema, sobre todo porque se le relaciona con la salida a la malagueña del ex coordinador Antonio Helguera Jiménez y la imposición del nuevo coordinador, el calentano Jesús Villanueva Vega.
Como si no fuera juez y parte en ese proceso de descomposición, no sólo de la bancada de Morena en el Congreso local, sino del partido mismo en el estado, Pablo Amílcar habló desde fuera, quejándose porque ese divisionismo en nada abona al partido lópezobradorista en Guerrero.
¡Bravo! Al menos ya se dio cuenta el delegado que le están haciendo el trabajo fuerte a los de la oposición, quienes están sentados en sus poltronas, divertidos por el circo morenista, donde los enanos crecen y la mujer barbona se queda calva.
Lo sentimos por Pablo, porque si él alentó la discordia en el Congreso, en su salud lo hallará. Es decir, que cuando quiera –porque va a querer-, ser candidato a gobernador, tendrá que cosechar lo que ha sembrado, que es división, encono, insidia y maltrato a sus propios compañeros de partido.
Si piensa el delegado que 2021 será igual que 2018, no es así. La pugna por la gubernatura será cruenta, no sólo entre partidos, sino al interior de cada instituto político. Se alzarán primero unos contra otros, porque el hueso más codiciado es precisamente el que dejará Héctor Astudillo. Sólo los políticos maduros entienden eso de que la política es de tiempos, y habrá algunos para los que ya pasó su tiempo. Otros, cuyo tiempo aún no ha llegado, entonces nadie puede adelantar nada ni torcer nada, sin sufrir las consecuencias.
El primer interesado en unificar a Morena debiera ser Pablo Sandoval, a menos claro, que ya haya renunciado a su aspiración a la gubernatura de Guerrero, proyecto por el cual viene trabajando desde que perdió la elección de 2015, precisamente frente a Héctor Astudillo, junto con la perredista Beatriz Mojica Morga.
Aquella candidatura le cayó del cielo a Pablo, porque en realidad era para el médico Lázaro Mazón. Pero sus cuerdas cayeron en lugares deleitosos, y el nieto del legendario Pablo Sandoval se convirtió en candidato a gobernador, quedándose como líder de Morena en Guerrero, desplazando a los fundadores de este partido en el estado.
Desde entonces se dedicó a tender su red y a construir un equipo de incondicionales, entre los que figuran varios diputados, los mismos que cuidan con celo el ejercicio del poder en el Congreso local, pero sin cuidar las formas.
Sin que esto suene a crítica, sino más bien a recomendación, en realidad la cosecha para Pablo y sus muchachos ya está a la puerta. Las encuestas lo colocan en segundo o tercer lugar de la preferencia electoral, y en todos los estudios demoscópicos le gana el senador Félix Salgado Macedonio.
Pese a los errores de éste, a su mala fama y a todos los indicadores negativos, Félix Salgado está por encima de todos los morenistas y de otros partidos. Ni siquiera el cargo de delegado federal, o súper delegado, le ha servido a Pablo Sandoval para crear una imagen sólida como aspirante a la gubernatura.
Que conste que no estamos en contra del nuevo coordinador del Congreso, el calentano Jesús Villanueva, pero ni siquiera él está a salvo de los que hoy le aplauden. Recordemos que hace un año, andaban de plácemes con Helguera, y hoy lo desechan de la manera más ruin. Tan ruin, que el mismo pablo Sandoval se escandalizó, y los llamó a la cordura y a la concordia.
Dijo que la división de la bancada de Morena en el Congreso del Estado “no abona en nada al trabajo que merece el partido”.
Y así es. Hoy Morena, gracias al lavadero público en que se convirtió el Congreso, da pruebas de que es más de lo mismo. Y aunque gracias a su fundador, Andrés Manuel López Obrador, sigue siendo el partido con más aceptación en Guerrero, eso no es por el trabajo de los morenistas locales, sino un efecto político natural que mana desde la Presidencia de la República.
Podríamos decir que tienen tiempo de recapacitar. Pero creo que han perdido la oportunidad de oro que les dio la salida de Helguera, quien sólo pedía que lo dejaran salir de manera digna, mediante una plenaria que se celebraría este viernes 17 de enero. Insensibles, se le fueron a la yugular. Y reza un conocido refrán que cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pongas las tuyas a remojar. Jesús Villanueva debe mantenerse firme, sino desea correr la misma suerte que Helguera. Que conste.