(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
¿Recordamos, amable lector, lectora, el numerito del extravío de armas de la Policía Preventiva del municipio de Acapulco? Aquel escandalillo, que desnudó al gobierno del perredista Evodio Velázquez Aguirre, destapó una cloaca en la corporación cuando fue intervenida por elementos de la Marina, pues resulta que 350 armas simplemente no aparecieron.
Ahora se dice que poco a poco se fueron recuperando, pero aún se tiene un faltante de 150 armas “perdidas”.
Un dato oficial revela que en 60 por ciento de los municipios de Guerrero, los uniformados y los jefes policiacos “pierden” las armas de cargo, registradas y avaladas por la licencia colectiva que les otorga la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), y nadie se hace cargo de ello.
Hay informes también de que las armas no se extravían, ni se pierden, sino que son robadas o sustraídas de las corporaciones para su venta en el mercado negro; y en algunos casos son sustituidas por vejestorios sin valor.
La pérdida de armas fue revelada este año por el titular de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, David Portillo Menchaca, quien dijo que los municipios del estado tienen un grave faltante de armas y deben acreditar cada uno de los casos ante la Fiscalía General de la República (FGR).
“Son una cantidad tremenda de municipios que tienen armas perdidas y que no llevan la carpeta de investigación. Un aproximado del 60 por ciento tiene problemas con las armas, no una cantidad grande, pero son armas al final de cuentas”, dijo.
¿Qué sucede en estos casos? Que cada ayuntamiento debe hacer un reporte a la Fiscalía, denunciando la desaparición del arma, para que se investigue su destino final. De lo contrario, los gobiernos municipales se exponen a que se les finquen responsabilidades.
Pues bien, parece que estos líos están próximos a desaparecer, porque la noche del miércoles los senadores avalaron la creación de un padrón de uso o extravío de armamento dentro del territorio nacional.
El Pleno del Senado de la República aprobó adiciones a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos para establecer que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) elabore un registro nacional de armas.
En dicho registro se deben incluir armamento extraviado, robado, destruido, asegurado o decomisado.
Además, todo aquel que cuente con licencia de portación de armas, tendrá que reportar el robo o extravío de éstas; de lo contrario, será sancionado con penas de dos a cinco años de prisión.
Ahí les hablan señores alcaldes, señores directores de Seguridad Pública, jefes de grupo y policías. No más armas perdidas, ni robadas, ni sustraídas. Mucho menos “prestadas” a criminales, como se cree que sucedió en Acapulco, donde una parte de la plantilla de policías no eran propiamente policías, sino gente civil que portaba solamente el uniforme y, por supuesto, también el arma.
“La pena aumentará hasta en dos terceras partes cuando se trate de armas de uso exclusivo de la Fuerza Armada Permanente, y de los cuerpos de reserva”, dicta el dictamen de los senadores, y esto tiene que ver con el calibre de las armas, pues hay algunas que no son de exclusividad de las fuerzas armadas. Tengo entendido que pistolas del calibre .9 y .380 ya entran en esa categoría. De los rifles, solamente el .22 queda fuera, el resto es de uso exclusivo.
Resulta increíble que México apenas esté haciendo este registro de armas. Y que ni siquiera se hayan puesto exigentes en ese aspecto, a raíz de la grave violencia que se desató cuando el gobierno de Felipe Calderón declaró la guerra contra los grupos delincuenciales, guerra que ahora sabemos que fue una vil estafa al país y un vil engaño, pero que enlutó y sigue enlutando a la nación.
También es interesante ver que por fin habrá multas para los gobiernos y particulares que extravíen armas de uso exclusivo, aunque tengan permiso para portarlas, y que no reporten de esta pérdida con oportunidad, pues hasta ahorita sólo la portación era penalizada, pero ahora también lo será el extravío de ellas.
Y qué bueno, porque extraviar un arma no es como extraviar cualquier otro objeto, sino que pueden ser utilizadas para la comisión de delitos de toda índole.