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SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

El grito de los pueblos indígenas de Guerrero no se hizo esperar durante los dos días de gira del presidente Andrés Manuel López Obrador a la entidad.

Organizados de antemano, presentaron oradores en las reuniones de Chilpa y Tlapa, los días 23 y 24 de noviembre, que expusieron la descarnada realidad que viven como pueblos originarios, a los que AMLO reconoció que son los verdaderos dueños del país y a quienes prometió acciones de gobierno tenientes a prodigarles un poco de bienestar y justicia social.

“La desigualdad y el neoliberalismo nos han causado mucho daño, también la corrupción de las instituciones y la falta de honestidad de los gobernantes”, expuso una de las representantes indígenas este domingo en Tlapa.

Exigió obras y acciones que los saquen de su asilamiento, así como servicios de educación  y salud.

Pero sobre todo pidieron respeto a sus derechos y cultura indígenas, sin que estos sean impedimentos de igualdad, y motivo para que se les considere como ciudadanos de tercera clase.

Aun con críticas de por medio, le presidente se ha propuesto pagar la deuda que el país tiene con los pueblos originarios, incluido el pueblo afromexicano, la tercera raíz, que hasta hace poco no se reconocía, aunque ha estado presente incluso en los rasgos del mestizaje.

Gracias a una larga lucha de grupos no gubernamentales, sobre todo de las costas de Guerrero y Oaxaca, la africanidad se ha ido reconociendo como parte de la identidad del México de hoy, y se les comenzó a integrar a estas comunidades a los organismos que antes sólo reconocían a los pueblos indígenas.

¿Qué importancia tiene que México voltee a ver a los pueblos originarios? Primero, como dijo el presidente, es un asunto de justicia. Segundo, un tema de desarrollo, porque no podemos hablar de crecimiento como país, si tenemos debajo de la alfombra datos que nos colocan como un país violador de los derechos humanos de parte de su población, pues tenemos pueblos con índices de desarrollo similares a los que sufren los países más pobres de África, y desafortunadamente esos pueblos están en Guerrero, la entidad que ocupa el séptimo lugar nacional por su población indígena, pues coexisten aquí en territorios bien delimitados los pueblos amuzgos, mixtecos, tlapanecos y nahuatls.

El reclamo de estos pueblos es tan real y contundente, que el gobernador Héctor Astudillo Flores no ha dudado en montarse en el carro de la Cuarta Transformación, haciendo propio el slogan de “Primero los pobres”, pues muchos de ellos están en Guerrero.

El presidente AMLO agradeció a Astudillo el respaldo a sus políticas públicas; y el mandatario guerrerense dijo que será solidario con todo lo que tenga que ver con desarrollo, aplaudiendo que López Obrador esté rompiendo esquemas al centrarse en aquellos pueblos que nunca han tenido nada.

Sin embargo, le dijo que para resolver la profunda crisis se necesita inversión, y que ésta es corresponsabilidad de los tres órdenes de gobierno.

Los programas Sembrando Vida, Fertilizante y La Escuela es Nuestra, son la apuesta del presidente de la República para generar oportunidades de empleo entre los pueblos indígenas y afromexicanos de Guerrero.

En cuanto a la infraestructura carretera, que fue una de las principales exigencias, fue que se organicen para hacer obras directas, como se hará en Oaxaca.

Con todo, a pesar de todas estas buenas intenciones, el 2020 se antoja que será un año de austeridad. El gobierno federal reducirá sus participaciones en materia de proyectos de coinversión, y lo que se aplique de manera directa será lo que se logre aterrizar.

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