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SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

En este inicio de semana, amable lector, conviene reflexionar acerca de todos los cambios que se han venido consolidando en lo que ya se conoce como la Cuarta Transformación del país, y que vienen a modificar de manera radicar lo que habíamos estado viviendo en todos los ámbitos.

Por supuesto que todavía falta que esos cambios que ya se hicieron en el ámbito legal, comiencen a ejecutarse en la vida cotidiana, para decir que ya estamos en el carro de la Cuarta Transformación; de lo contrario, como opinan los politólogos, esto será un mero slogan de campaña y de gobierno, que morirá cuando en 2024 AMLO entregue las riendas del país a su sucesor, que puede no ser de Morena, aunque el pronóstico aún de la oposición es que con este gobierno pasará lo que sucedió con el PAN, que ocupó la presidencia por 12 años, dos sexenios, aunque de manera forzada porque hay que recordar que en el caso de Felipe Calderón, se recurrió a artimañas electoreras y, además, éste fue sostenido por el gobierno de Estados Unidos a cambio, como ya lo vimos, de que combatiera a los cárteles de la droga en nuestro territorio, aunque realmente esa guerra que ha cobrado tantos muerto no nos correspondía a nosotros.

Tras 13 años de masacres, no hay cambios. Al contrario, estamos peor, pues tenemos cárteles del narcotráfico mucho más violentos y empoderados, gracias precisamente a que una vez que Felipe Calderón se puso la casaca militar, el gobierno vecino comenzó a activar su industria armamentista, armando a los dos bandos, gobierno y delincuentes, y es hora que México se debate entre un gobierno con instituciones débiles, corrompidas e infiltradas, y el poder fáctico de los grupos delincuenciales, armados hasta los dientes, pues mientras se les combate de manera infructuosa en México, en los Estados Unidos se les permite hacer grandes negocios.

Con Enrique Peña Nieto, la meta ya no fueron los cárteles, demostrando que no era eso lo que buscaban con Felipe, sino solamente envilecer al país, para que se debilitara la fuerza social de México, que está en su gente. Pero con una sociedad violentada, abatida, horrorizada, entonces la reforma energética fue posible, pese a que se hizo violando la Constitución, pues tratándose de un asunto de seguridad nacional, como es el caso de los energéticos, se debió consultar al pueblo.

Entonces, ahora vamos viendo el hilo de la desgracia de este país, lleno de recursos naturales, pero tan cerca del imperio mundial de los Estados Unidos, cuya hegemonía depende del petróleo, el gas y en general de todo lo que mueva la planta productiva.

Entonces, ya consumada esta exigencia, Peña Nieto se dedicó a padrotear en su gobierno. Ya no había nada que hacer, más que nadar de a muertito. Bueno sí hizo algo peor que entregar los recursos petroleros a los gringos, y esto fue someter al pueblo a un régimen fiscal muy agresivo para sustituir los impuestos del petróleo, por impuestos al consumo de los energéticos, sobre todo gas, gasolinas, diésel y electricidad. Fue lo que se llamó el “Gasolinazo”.

Y para 2018, ya con el desconecto social encima por el encarecimiento de la vida, se permitió a Andrés Manuel López Obrador llegar a la presidencia. Ya no había mucho que cuidar, pues aunque éste quisiera echar abajo la reforma energética, le es imposible, ya que se trata de contratos internacionales que de eliminarlos llevarían al país al despeñadero.

AMLO en realidad fue utilizado para calmar al “tigre”, y de hecho así lo dijo él mismo en una convención bancaria desde Acapulco, ante los barones del dinero: o permitían el voto libre y secreto del pueblo y aceptaban la voluntad ciudadana, o les dejaría suelto al tigre.

Por lo pronto, el tigre está calmado. Pero alguien sigue azuzándolo y para eso es necesario que los cambios prometidos se aceleren, pues al no ver la gente resultados, comenzará a buscar culpables, a reconsiderar su voto, y a tratar de volver al pasado, cuando al menos tenían la ilusión de una falsa bonanza, basada en un paulatino e insostenible endeudamiento.

Podemos decir que a AMLO le dejaron el gallo muerto, para que lo acabara de pelar.

Ayer, desde la Yesca, Nayarit, el presidente llamó a la unidad. No podremos remontar la crisis que vivimos, si nos dividimos y si escuchamos las voces que una vez nos llevaron a una terrible guerra fraticida, hasta convertirnos en un país de muerte y miseria.

AMLO está comenzando otra gira como la que acaba de terminar por las instituciones de salud del IMSS, y será para visitar a los pueblos indígenas.

El fin de semana estará en Tlapa y Chilapa, en Guerrero, para anunciar cambios e inversiones, para escuchar a la gente, y para ir cumpliendo con estos pueblos sus promesas de campaña.

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