SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

A Evo Morales le dicen dictador, porque estuvo siendo reelecto desde 2006 a la fecha, y había sido elegido por un periodo más. La derecha se desgarró sus vestiduras, alegó fraude y provocó paros en todo el país, hasta que el Ejército se insubordinó y pidió la dimisión del presidente, este domingo. La Organización de Estados Americanos (OEA), analizó las elecciones y determinó que hubo irregularidades.

Evo leyó correctamente los escenarios. Si se oponía, si insistía en mantenerse en el poder, lo que venía para Bolivia era un baño de sangre, pues es obvio que tal como sucede en Venezuela y en Brasil, así como en todos los países del mundo al sur del Río Bravo, hay una mano que mece la cuna, y que le sirve a los poderes fácticos que dirigen este planeta, a través de la simbiosis gobierno-dinero, y cuyas formas de operación son la política corrupta, la guerra y la delincuencia organizada.

Por cierto, a Evo Morales lo acusan de ser narcotraficante, como a Ignacio Lula da Silva en Brasil lo señalaron de ser corrupto por el caso de los contratos de Odebretch.

Evo decidió el domingo presentar su renuncia, pues ya no contaba con la protección de las fuerzas armadas y de la policía nacional de su país.

Pero retomo lo que dijo Claudia Sheimbaum, la gobernadora de la Ciudad de México, al señalar que hay un doble rasero de la oposición sobre aquellos gobiernos que se prolongan más de lo prudente en los países tercermundistas, aunque sea que ganen en urnas, y trajo a colación a la canciller alemana Angela Merkel, quien es la mujer más poderosas del planeta, y quien por cierto estuvo en México en 2017, siendo recibida por Enrique Peña Nieto.

La Merkel, por cierto, vino a México a mostrar músculo y a poner una especie de línea invisible para Donald Trump, quien había recién tomado la presidencia de los Estados Unidos, con una agenda nacionalista para Estados Unidos, y quien había estado golpeando una y otra vez a nuestro país y a nuestros corruptos gobernantes.

Entonces, la Merkel, quien lleva en el poder de Alemania ¡casi 15 años!, tres años más que Evo en Bolivia, visitó México para mandar mensajes subliminales a su homólogo de Estados Unidos, con el pretexto de “estrechar lazos” de amistad con México.

Esto de la geopolítica es muy complejo, pero no tarda y se ven los hilos más gruesos que la dirigen, y termina uno por entender que los gobiernos de los países pobres no son autónomos, que aunque los elija la gente, dependen del visto bueno de países del hemisferio norte, donde está el dinero y el poder. Y que cuando algo o alguien no les conviene, entonces provocan caos, o simplemente se meten a las naciones por la fuerza, como sucedió en Panamá; o presionan con imponen sanciones comerciales, como lo acaba de hacer Trmp con México. O fuerzan guerras internas, como la que Bush y Obama le obligaron a hacer a Felipe Calderón, a cambio de hacerlo ganar en las elecciones de 2006.

Pero veamos el legado de Evo Morales en Bolivia. Éste era el país con mayor atraso y pobreza en América Latina. De 2006 a la fecha, mientras México se hundía en la peor de las miserias humanas, con la muerte masiva de mexicanos, Evo bajó más de 30 por ciento los índices de pobreza y nacionalizó el petróleo.

Y bajo su mandato, Bolivia fue la economía latinoamericana de mayor crecimiento: un 4 por ciento. Esto lo logró el líder de los jornaleros de coca; amante del futbol y sin estudios universitarios. Tras su salida, Bolivia queda a la deriva, como está ahora Brasil con Bolsonaro, un ultraderechista y racista, entreguista además, a quien le importó un bledo los incendios en la Amazonia, incendios que fueron provocados por quienes quieren apoderarse del pulmón del mundo.

Como decimos en México: Pobre de la América Latina; tan lejos de Dios, y tan cerca de Estados Unidos. Esta región es la carne de cañón de las potencias del hemisferio Norte.

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