SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

Lo que sigue después del primer informe de gobierno del presidente de la República, y una vez que en el Poder Legislativo se inauguró un nuevo periodo de sesiones, es la pelea por el presupuesto de 2020.

Los gobiernos estatales, sobre todo los que dependen mayormente del dinero que proviene de la Federación, tendrán que estar en alerta y presentar sus gestiones correspondientes. Los diputados federales, a su vez, tienen la obligación de vigilar que en el presupuesto de egresos para el año siguiente, se tome en cuenta a las entidades federativas, y que los proyectos de inversión se concreten.

Para ello, señores legisladores, se les recomienda no gastar pólvora en infiernitos, sino enfocarse en presentar proyectos de inversión, pues finalmente eso es lo que importa a sus representados.

Para Guerrero, ya lo dijo el gobernador Héctor Astudillo la mañana de ayer, urge que se reactiven las inversiones en el sector turístico.

Coincidimos con él en que el informe del presidente de la República fue prácticamente nulo en materia turística, pese a que este sector es uno de los primeros en aportar al Producto Interno Bruto Nacional.

¿Qué pasa? Que en realidad el gobierno sólo aportaba a este sector ciertos recursos para promoción, que ahora no se tienen, pues la realidad es que 90 por ciento de la inversión en el sector turístico la hace la iniciativa privada.

De hecho, a nivel nacional, esa es la tendencia. De cada 7 proyectos de inversión, 6 son financiados por la iniciativa privada, mientras que 1 lo hace el gobierno. Por lo tanto, lo que se requiere, más que inversiones cuantiosas de recursos por parte del gobierno, es motivar a los inversionistas privados que se sumen al plan de desarrollo, y abran la cartera para hacer las inversiones que se necesitan, y que vendrían a reactivar la generación de empleos y, en general, la economía de las zonas turísticas.

El presidente no habló de turismo porque, en efecto, en ese sector tenemos muchos negativos, sino es que un real retroceso. Los destinos turísticos sobrevivieron a la buena de Dios, tan sólo porque los visitantes nacionales y extranjeros siguen teniendo compasión de nosotros, y a pesar de que se tienen muchas otras opciones de viaje, eligen a México y sus playas, así como también sus pueblos mágicos, para vacacionar.

Y, como dice el dicho, ya no la queremos con chongos, aunque sea una que esté pelona, pero que ayuden. Es decir, que ya no soñamos con las grandes inversiones que nos conviertan en destinos turísticos tipo Grand Turismo, sino que tan siquiera mantengan en buenas condiciones las vías de acceso a los puertos, y que, por favor, ataquen la inseguridad de manera decisiva.

Porque si algo aleja a los turistas de nuestras playas son dos cosas: la inseguridad, y el mal estado de las carreteras y caminos.

De la comunicación vía aérea mejor ni hablamos. De verdad que es lamentable que un vuelo a Acapulco o a Zihuatanejo, desde la Ciudad de México, sea tan caro como deficiente. Las compañías aéreas meten aviones viejos para esta zona, e incluso ni siquiera nos permiten abordarlos de manera cómoda, sino que las maniobras se hacen en los patios y para ello acarrean a la gente hasta el lugar del abordaje.

Para colmo, los horarios no se respetan. Por ejemplo, Viva Aerobús, que tiene viajes directos desde Monterrey hasta Acapulco, suele retrasar sus vuelos hasta 2 horas.

Por lo menos, ya el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, se reunió con su homólogo de Michoacán para comenzar, juntos, a gestionar el desarrollo de la zona limítrofe, en este caso puerto Lázaro Cárdenas.

Los medios de comunicación dieron cuenta ayer por la mañana, que en un acto histórico, representantes de los tres niveles de Gobierno, legisladores, universidades y líderes partidistas y empresariales, además de la sociedad civil y religiosa de Michoacán y Guerrero, se unieron para impulsar el crecimiento de la región del Balsas y solicitar, mediante la firma de una carta, al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para solicitar su apoyo en la implementación de un modelo de incentivos que consolide el crecimiento del puerto de Lázaro Cárdenas”.

Es justo y necesario. La frontera entre las dos entidades que han compartido un destino de violencia, demanda de una atención integral. Se pensó que eso sucedería con la zona económica especial de Puerto Unión, pero no fue posible. No sabemos si hay manera de rescatar ese proyecto, que canceló la Federación, sobre todo porque tanto Michoacán como Guerrero dependen de la inversión federal para consolidar sus propios planes de desarrollo.

Pero, al menos ya se están dando cuenta de que la unión hace la fuerza, y que los gobernadores ya no deben navegar solos, sino aliarse por regiones y consolidar proyectos regionales comunes.

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