(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
En efecto, no son tiempos de grilla barata. El gobernador Héctor Astudillo Flores dijo que no hará eco de las recientes declaraciones de los diputados de Morena, en relación al retraso en la entrega del fertilizante, que a todas luces es un asunto con problemas de origen.
A estas alturas, a nadie le beneficia que la clase política esté aprovechando el momento para acarrear agua a su molino. Hay un problema general, en el que están involucrados tanto el gobierno federal, como el gobierno estatal, los campesinos y las organizaciones de productores, y a estas alturas ya ni llorar es bueno, como dice la canción.
Un verdadero representante popular, un verdadero gobernante, electo por voto popular, tiene como principal tarea la solución de los problemas, no su perpetuidad y mucho menos aprovecha de ellos para ensalzarse.
Terrible es cuando los políticos aprovechan los errores del adversario para venderse como buenos, cuando no es así. Lo vemos a nivel nacional, por ejemplo, con el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien está aprovechando todos los errores del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero no porque sea un gran estadista, ni un gran demócrata, mucho menos un progresista. O porque México le importe tanto. Al contrario, lo que quiere es capitalizar la inconformidad que está surgiendo en la base social y sobre todo en el sector empresarial por los cambios impulsados por el gobierno federal, para darle vida a su partido “México Libre”, que junto con su esposa y auspiciado obviamente por fuerzas de derecha, está impulsando con la parte que se llevaron del panismo nacional.
Él mismo se jactó de que su proyecto va viento en popa, y obviamente está aplicando teorías conspiracionistas de derecha, basadas en una guerra mediática de baja intensidad, y de ahí que estén usando rede sociales profusamente, incluso provocando noticias, para ir minando la credibilidad y la popularidad del gobierno. Incluso se habla de que tienen planes para bajar del gobierno a López Obrador antes de que cumpla la primera mitad de su periodo, para obligar a la convocatoria de nuevas elecciones.
Mientras que los priístas no se levantan de golpe tras golpe que la Fiscalía General de la República les viene dando (ahora van por la artífice de la Estafa Maestra, Rosario Robles Berlanba), Felipe está enfocado en la repesca.
A nivel estatal sucede algo parecido. A su llegada al Poder Legislativo, con Pablo Amílcar Sandoval a la cabeza, la poderosa bancada de Morena llegó rompiendo madres. Pensaban que harían que Astudillo bailara al son que le tocaran. No imaginaron que el gobernador sabría moverse en dos bandos: de un lado, les ha respondido de frente. Del otro, se ha plegado a los proyectos del gobierno de López Obrador, como cuando se trató de sustentar el plan de la Guardia Nacional, demostrando con ello que su interés va más allá que una rencilla doméstica. Y que la oposición, a la hora de ejercer el gobierno, no debe ser visceral, como lo exhiben los primerizos diputados morenistas.
Hay que ser selectivos en las guerras que se pelean, elegir aquellas que realmente valgan la pena y le aporten algo al proyecto, pero desechando las que sean simples peleas de comadres, pleitos de lavadero y de vecindad, que lo único que hacen es rebajar la política a su nivel más bajo.
Los morenistas, con todo respeto que nos merecen, se han hecho sus infiernitos y se han metido en ellos. En lugar de avanzar en la parte legislativa, tienen un tiradero y muchas iniciativas en la congeladora, y usan la tribuna para lanzar piedras y quitarse agravios.
Nada más desesperante que esto. El tiempo se los traga y ni cuenta se dan. Les preocupan más sus respectivos proyectos políticos que la agenda legislativa que prometieron, y si siguen así a la postre resultarán un soberano fraude electoral.
Entre tanto, el tiempo pasa…y contando.