SOS COSTA GRANDE

 (Misael Tamayo Hernández, in memóriam)

La Guardia Nacional ya está aquí. El gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, presidió ayer la ceremonia de bienvenida de la Guardia Nacional, en las instalaciones del 50 Batallón de Infantería de la Secretaría de la Defensa Nacional.

Ésta es la gran apuesta del gobierno federal por reducir los niveles de violencia en el país, que se salieron de control desde el sexenio de Calderón y que con Peña Nieto no se lograron revertir.

La dirige el general Luis Rodríguez Bucio, quien cuenta con el respaldo del secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, y del general Luis Cresencio Sandoval, titular de la Sedena.

Este cuerpo policial masivo, comenzó a gestarse desde noviembre pasado, y fue aprobado en el Congreso de la Unión con una votación histórica.

Ningún asunto en el Congreso había tenido tanta afinidad, pues aunque había algunas reticencias de parte de diputados y senadores de los partidos de oposición, los gobernadores empujaron fuerte hacia su aprobación, dado que son estos los que están sufriendo en carne propia los altos niveles de violencia e inseguridad en sus territorios, donde además los municipios están perdidos en sus propios problemas, incapaces ni siquiera de organizar operativos regionales conjuntos para inhibir el delito, como antes se hacía.

La violencia ligada al tráfico de estupefacientes y otros delitos como los homicidios violentos y el secuestro –por citar algunos- fue cerrando la pinza y paralizando a los gobiernos e instituciones.

Se necesitaba, pues, de un golpe de timón para revertir los índices de violencia que se salieron de control desde el gobierno de Felipe Calderón, y que el gobierno de Enrique Peña Nieto fue incapaz de revertir, pues ni siquiera se pudo cambiar el modelo de seguridad.

Esta vez, se optó por un modelo semi-militar, y sin la participación de las policías civiles. De hecho, la Policía Federal desaparecerá, y a los elementos se les dará la opción de integrarse a la Guardia, o bien integrarse al Instituto Nacional de Migración.

Los guardias provienen tanto de la Sedena como de la Marina, pero desempeñarán tareas civiles. También se integrarán a este cuerpo nuevos reclutas de la sociedad civil, previo entrenamiento y adiestramiento. Se sigue convocando a los jóvenes para que se enlisten.

De manera extraordinaria, la Guardia Nacional tiene la aceptación por ahora de 60 de cada 100 mexicanos, de acuerdo con una encuesta elaborada por El Financiero, en el marco de la evaluación que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador, a un año de su triunfo.

Pero para ser sinceros, considero que no será suficiente. Los guardias estarán atacando a los que actúan fuera de la ley, pero ¿qué pasará con la cultura que ya se creó en torno a ellos, y que permeó todas las fibras de la sociedad mexicana? Desde los años 80-90 viene gestándose este fenómeno y definitivamente en los últimos 12 años se metió hasta la conciencia de la gente, de modo que no bastará la actuación de este nuevo cuerpo policial para darnos una paz duradera.

Hace falta trabajar en distintos frentes, sobre todo en el ámbito judicial, que es donde la actuación en la calle de los guardias nacionales puede echarse por tierra, como actualmente ocurre.

También es necesario ir destruyendo las fortalezas de la narco-cultura, hoy por hoy tan sublimada por los jóvenes y adolescentes, incluso por los niños.

Como dijo ayer el presidente en su conferencia mañanera, llegó el tiempo de dejar esas cosas que sólo causan dolor a las familias, pues hay “muchas mamacitas sufriendo por sus hijos”.

Agregó: “Hay que hacer a un lado el lujo barato, esa felicidad efímera de sentirse muy gallitos, prepotentes, durante un tiempo que tienen dinero, las trocas, las alhajas, eso no es felicidad verdadera, eso lo que produce es sufrimiento”, enfatizó el mandatario.

Entonces, las familias y las escuelas tendrán que convertirse en un ejército paralelo, que usando las armas de la educación y la impartición de nuevos valores, como tolerancia y el respeto, derriben la cultura de la agresión, el bullying, el robo y la perversión. Padres, tenemos mucho por hacer.

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