(Misael Tamayo Hernández, in memóriam)
¿Qué se vaya Pablo? Tarde o temprano, de continuar el delegado federal de programas sociales con su pose de diva, sus detractores lo harán barbacoa, y pedirán su destitución.
Bueno, tal vez esto no les convenga mucho a los priístas, panistas y perredistas, que aunque están muy disminuidos políticamente, nadie dijo que estuvieran muertos. Siguen activos, y conforme se acerca el 2021, apueste usted, amable lector, a que usarán todo lo que esté a su alcance para ir remontando posiciones, lo cual sólo lograrán haciendo bajar al enemigo, léase Morena y sus precandidatos.
Por lo tanto, ésta es una carrera de resistencia y de largo aliento, en la que aquel que tenga más saliva, tragará más pinole. Y esto parece faltarle a Pablo, porque aunque es delegado del gobierno federal, “súperdelegado” dicen algunos, lo cierto es que su oficina opera casi sin presupuesto, sujeta a una severa política de austeridad, al grado de que se tuvieron que crear grupos de “servidores de la nación”, para que elaboraran de manera voluntaria los censos de los programas que antes manejaba la Sedesol, así como los programas que son la columna vertebral del gobierno lópezobradorista.
De paso, Pablo tiene una pésima política de comunicación social, pues primeramente su talante agrio no le ayuda en nada. Lo peor, es que pretende que sus actividades le sean difundidas de gratis, pensando en que es obligación de los medios cubrirle su agenda. De su parte, divulga los programas y acciones de gobierno mediante su Facebook (la verdad que se les debiera prohibir a los políticos usar esta red social para emitir su información oficial, y obligarlos a divulgarla por páginas formales, aunque luego se retomen por otros medios); Pablo usa esta red, decíamos, a la que sube información muy escueta de sus actividades, y desde donde opina acerca de los problemas que debe resolver.
¿Qué nos indica esto? Que eso lo puede hace desde cualquier lado, incluso desde el baño, porque cualquiera que tenga un teléfono de los llamados “inteligentes (aunque el que lo tenga no sea tanto), puede estar navegando en la red y emitiendo comentarios, pensando que con ello arregla el mundo, pero sin involucrarse de manera directa, como ha estado sucediendo en el conflicto por el retraso del fertilizante, en el que Pablo Amílcar pretende arreglar los problemas a fuerza de facebookazos, con el perdón de la palabreja.
A diferencia del gobierno estatal, que tiene toneladas de dinero para meterle a los medios, creando inclusos sitios digitales que son fácilmente detectables como “oficialistas”, para divulgar al “instante” las actividades, opiniones y obras, Pablo pretende abrir camino a salivazos.
Si visita las regiones, ni se sabe. Si encabeza alguna reunión, lo clásico es leer un párrafo en su “face”, con algunas fotos, y punto.
No digo que lo uno sea mejor que lo otro; lo que pretendo hacer notar es la diferencia en cuanto al dinero y al poder que Pablo tiene que enfrentar, y no será por su linda cara que podrá superar esta evidente falta de proyección.
Se equivocó Pablo al pensar que el contundente triunfo de Morena en la elección de 2018, le allanaba el camino rumbo a la gubernatura. Nunca pensó que tendría que pasar por un territorio plagado de dinosaurios, y lo que es peor, que lo haría con las bolsas vacías.
Más le valiera volverse al Congreso local, donde al menos estaría hablándole al gobernador de tú a tú. De hecho, la animadversión de Astudillo hacia Pablo viene desde cuando era diputado local, y sobre todo porque se le quiso montar a las barbas, pensando en que el presidente de la República sería tan tonto como para hacer a un lado a los gobernadores.
Si Pablo no cambia, será reventado políticamente. Y eso no es lo más grave, pues será por su gusto. Lo peor que está sucediendo es que están poniendo al gobierno federal en entredicho, con los enemigos de Morena echándole encima toda la frustración de los sectores sociales, para los que los apoyos tardan, a fin de ir creando entre el electorado la sensación de que se equivocaron al votar por AMLO.
De parte del PRI, PAN, MC, PT y PRD –en esto sí están juntos-, todo error es oro molido, y para eso mueven a sus organizaciones sociales, que están muy activas, como Antorcha Campesina, CNC, CODUC, entre otras, para azuzar problemas donde pueden, en lugar de apagarlos.
Cierto que hay descontento e inconformidad entre los campesinos, pero si el objetivo fuese agilizar la entrega del fertilizante, lo último que harían sería bloquear carreteras y caminos. Basta analizar el asunto desde todos sus ángulos para entender que hay manos que mecen la cuna.