SERAPIO

JORGE LUIS REYES LOPEZ

En Zihuatanejo hay una ruta que cualquier ornitólogo amateur, de conocerla, la codiciaría en extremo. Es el sendero de los pajarracos. Con la ventaja adicional de que podrían conversar con ellos. Serapio se propuso recorrerla hoy. Venteando los lugares donde las bandadas se aposentan, esos lugares generan un fuerte sentimiento de pertenencia. Juglares citadinos rescatan la memoria colectiva, se divierten y divierten. Se refugian de la soledad, apapachándose unos a otros. Hay imaginación, sentido del humor y habilidad mental para reírse a costilla de otro, sin que el otro se altere. Este Zihuatanejo no es el de hace sesenta o setenta años. Hay calles peatonales.

El progreso llegó para quedarse desde hace más de cuarenta años. El abuelo decide ir paso a paso con la intención de hacer escala en cada territorio de las bandadas. Se detiene al otro lado de la banqueta, viendo al animado grupo de la UPC, tomando café. Unos sentados, otros parados, pero todos ocupando la banqueta. Unidos Por el Café, pero la vox populi los conoce como la Unión de Pájaros Caídos. Serapio dobla en dirección a la avenida 5 de Mayo para desembocar en el Paseo del Pescador a orillas de la playa Principal. Pasa de largo junto a la Unión de Nalgas Caídas y a corta distancia divisa una choza redonda de palapa, sobre la playa, frente al antiguo hotel Ávila.

El corro parece animado. Están frente a la bahía. Toma la decisión de incorporarse a esta estirpe de trovadores y contadores empedernidos de las anécdotas más locas y divertidas. Está con la Unión de Pájaros Activos. A ratos hablan simultáneamente, por momentos alguno polariza la atención. En la cabecera de la mesa está sentado una especie de pichón de Idi Amín Dada Oumee. Serio de color. Vientre abultado. Labios gruesos. Los colores de la ropa llamativos. En su rostro mulato descansan unos brillantes lentes negros. Lapo sabe que llegó en buen momento. El personaje tiene la atención del resto de los plumíferos. Escuchen, presten atención. Esto sucedió en mi tierra. Había un baile en el jardín de Agua de Correa, tocaba la Sonora Modelo la canción de Juan el pescador. Había una gambita, los bullangueros de siempre. El Chachis Olea, Rojo Vargas, Conrado Pineda y el Bule Armando Magánda entre otros. Azuzan al pecador Conrado insinuándole que una de las damas podía estar interesada en él, que era conveniente la invitara a bailar. La idea le agradó. Respaldado por su fama de buen bailador, avanza y cortésmente le dice, señorita concédame por favor esta pieza. La joven acepta y el pecador piensa que es un buen augurio. “El viejo cayuco ya se hace a la mar. Juan el pescadooor no regresaraaa…” . Animado el varón, dice, debe usted saber señorita que su belleza me abruma, me trastorna. Le ruego me comprenda y perdone si en mi delirio la ofendo, pero contener este sentimiento que me atormenta, poder no puedo. Verla aquí es ver a una estrella celestial. Entienda a este modesto servidor por solicitarle que acepte ser mi novia.

Al escuchar la declaración, la dama dio un paso atrás. Lo mira fijamente barriéndolo de pies a cabeza, reflejando en su rostro un asombro inaudito ante tan inesperada, absurda e irrespetuosa actitud. Toma distancia mientras se sigue escuchando “…Nació en tibia noche, su cuna la palma…” Sin parpadear le responde. Tú, siendo un chico tan tenaz y dinámico, haz tenido la osadía de pedirme que sea tu novia. Tú, vulgar pelangoche de sangre plebeya. ¡Apártate de mi vista! Por supuesto que aquellos que urdieron la intriga estaban preparados para el tsunami de bendiciones que les daría Conrado al descubrir la celada. Junto a Idi se encuentra su inseparable amigo, El niño héroe nacido un 26 de junio de 1828 con el que intercambian alusivos poemas al diez de mayo que tanto disfrutan los pajarracos. Del fondo le gritan al pichón de dictador.

Está mejor la de Samila que también es de tu tierra. Venga, graznan a coro. Un par de campiranos perdieron su moto, sospechando que había sido robada, buscan la forma de saber quiénes fueron los trúhanes. Alguien les recomienda a Samila como buena tendedora de baraja. Llegando a la casa de la adivinadora le explican la razón de la visita. Estén tranquilos, pronto sabremos la verdad. Después de barajear, saca la primera carta. El caballo de copas. Jóvenes son los que les robaron la moto. Son morenos y la moto anda lejos, muy lejos. Asombrados los jóvenes le dicen “Es una motosierra, no una motocicleta”. ¡eso me hubieran dicho antes, zopencos!. Todos están de buen humor en esta competencia. Esperen, dice otra voz. Cuando Gabino Fernández Serna era presidente municipal, se reunió en la sala de cabildo con ejidatarios de Barrio Nuevo que se quejaban de la falta de agua en sus norias. Pancho Valencia lleva la voz cantante por el Ejido y le dice Gabino: “No la jodan, las norias están secas, las raíces de los árboles no alcanzan el agua, se nos están muriendo las huertas”. Gabino, maestro en el arte de la dramatización se levanta perezoso.

Su rostro parecía de un doliente de velorio. Despacio pasea la vista por el grupo y con voz grave y pausada responde: “Pancho, tú como yo somos campesinos”. Hace una pausa para aumentar la atención, endereza el cuello y regresa la mirada al centro de la mesa. Súbitamente y sin que nadie lo espere da un fuerte manotazo a la mesa y afirma, ambos sabemos que los árboles toman el agua por las hojas y no por las raíces. Fin de la reunión. Voy yo, grita el Chiro Aguado. Mi padre Fabio era maestro de carpintería en la secundaria Eva Sámano. Acostumbraba vaciar las calificaciones de sus alumnos en nuestra casa por las noches.

A veces me pedía ayuda. Me dictaba nombres, las calificaciones y unas extrañas claves inventadas por él. Fulano de tal tiene un seis y la clave DTR ¿Cuánto le anoto? ¡Ponle un ocho! ¿Por qué? Dio Torta y Refresco; Mengano tiene siete y la clave DT. Ponle ocho. Dio Torta; Un perengano tiene nueve y la clave DR. Ponle diez. Dio Refresco; Zeferino tiene ocho y la clave TK. Déjalo con nueve. Trajo Kaliman, la revista del hombre increíble; Fausto tiene nueve y RM. ¡Bájale dos puntos y ponle un siete!. Pero ¿Por qué? ¡Robó Madera! Se levanta Baldemar Valencia golpeándose el pecho y diciendo eso es nada para Nereo López, escuchen lo que les voy a contar. Recién pintada la barda y los salones de la secundaria Eva Sámano, aparecieron letreros que decían Baldemar y Pablón son prostitutos. Llego temprano para dar mis clases y me dicen, te habla el subdirector Pablo. Entro a su oficina y aquel hombrón paseando como fiera enjaulada en el pequeño espacio, me toma de los hombros y me sacude casi bebiendo el aliento me dice ¿Viste lo que hicieron los alumnos? ¿Leiste lo que escribieron? No, no Pablo, dime. Pusieron Baldemar y Pablón son prostitutos. Dígole entonces ¡Ay, nos vieron!. Ya no soportó más Pablón y me saca a empujones gritando que me largue y no regrese más.

El abuelo la está pasando bien. Se imagina al pichón de Idi Amin desnudo en la nieve, sonríe recordando que alguien, algún día dijo que si eso sucediera, este negro sería un blanco perfecto. El sendero de los pajarracos no ha concluido. Caminar le hace bien. Un poco más adelante se reúnen los chachalacas; En la zona de la madera, en un restaurante con nombre de flor se reúnen la UPA la unión de pájaros de altura y en la playa de la ropa están los sabios pelicanos de la bahía, que son sus geronto guardianes celosos. Estas bandadas han ganado a pulso el reconocimiento de ser una referencia obligada para cualquier visitante que desee conocer la historia local. Disfrutan de los amigos. Gozan admirando una espléndida bahía, mientras la serotonina se produce en abundancia.

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