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Presupuesto y Conflictos

Armando Ríos Piter

La SCHP presentó el Paquete Fiscal 2021, con un presupuesto “conservador”, sin nuevos impuestos -salvo la actualización de algunos- ni deuda pública. En los criterios de política económica, se prevé un crecimiento del 4.6% para 2021 y se considera una caída final de 8% del PIB en 2020. Al mismo tiempo se considera un incremento en el gasto en Salud, Seguridad y Bienestar, además de recursos para el Tren Maya, Dos Bocas y Santa Lucía.

Los programas y proyectos prioritarios implican 986,730 millones de pesos y representan el 21% del total del gasto programable. La tesis presidencial es que con este monto se impulsará el consumo “desde abajo” gracias a las transferencias directas. Sin embargo, dado que los programas para la productividad y la activación del empleo tendrían un desplome superior al 90% y considerando que los “proyectos prioritarios” no han sido verdaderamente atractivos para la iniciativa privada, persiste la duda si este presupuesto realmente impulsará el crecimiento en estos momentos críticos.

Más allá de que el paquete fiscal presentado para el 2021 carece de instrumentos suficientes para reactivar la economía, en el también persiste la erosión del aparato público. Si hay una crisis que día con día se ahonda en el país es la del gobierno como bien público y proveedor de servicios. La “austeridad republicana” se ha convertido en un slogan que ha justificado la eliminación de muchas herramientas gubernamentales con el fin de financiar las prioridades del mandatario en turno.

Miles de trabajadores de confianza despedidos del gobierno, recortes a programas y políticas públicas, achicamiento de áreas de gobierno, eliminación de gastos prioritarios por desconocimiento de su utilidad son algunas de las características de dicha “austeridad” que tanto se cacarea. Con ello, la crisis adminisitrativa que no se vé de inmediato, pero que día con día se agrava y hoy empieza a pesar. Sirva como ejemplo la eliminación de 10 subsecretarías, entre las cuales destaca la supresión de la importante Subsecretaría de Gobierno en la Secretaría de Gobernación.

Una simple revisión a diversos hechos ocurridos a lo largo de la semana pasada, dan muestra de que suprimir por suprimir, puede ser peligroso.

Un amplio grupo de campesinos en Chihuahua se apoderó de los cuartos de control de la Presa “La Boquilla”, pero cuando se retiraban para evitar una confrontación con los integrantes de la Guardia Nacional, éstos últimos abrieron fuego contra un matrimonio de productores, de los cuales la mujer murió y su pareja quedó gravemente herida. En la CDMX, un importante grupo de colectivos feministas tomó las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos ante la falta de respuesta a sus peticiones. En Chiapas se presentaron tensiones sociales que llegaron a la violencia en Tila y Chamula. Por último, durante un enfrentamiento entre estudiantes y policías, un camión de la policía atropelló a normalistas en Tiripetío, Michoacán

Ahora que se ha recortado la Subsecretaría del Ramo en Gobernación, ¿cómo hará el gobierno federal para dar seguimiento y coadyuvar politicamente en la solución de estos conflictos locales? Con un presupuesto que ha recortado los recursos para infinidad de programas, servicios y bienes públicos, se incrementa el riesgo de desatender los problemas del país.

El paquete fiscal es un instrumento fundamental para establecer las prioridades del gobierno, sin embargo, priorizar no debe ser excusa para desatender aquello que no es prioritario para el gobierno. Es cierto que a lo largo de muchos años imperaron prácticas que generaron gastos excesivos. Era importante corregir los excesos y hacer más con menos. El problema es que los recortes han lastimado áreas importantes de la administración, dejando inoperantes muchas políticas públicas en el país

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