Ruth Tamayo Hernández
En México, empeora la violencia contra las mujeres
“Tenemos a la violencia menos que a nuestros propios sentimientos. El dolor personal, privado, solitario es más terrorífico que el que cualquiera pueda infligir”: Jim Morrison.
Mis estimados, hoy celebran en el mundo el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer; sin embargo, y por más que gobiernos y organizaciones internacionales promuevan actividades para fomentar la conciencia pública en cuanto a la eliminación de la violencia contra las mujeres del planeta, las formas de violencia contra las niñas y mujeres continúan y se recrudecen, tanto físicas, sexuales, psicológicas, económica, etcétera.
Este fenómeno contra la violencia de género se multiplica y se normaliza en nuestro medio cada día más, siendo México el país donde más mujeres asesinan. Aunque todas las mujeres en cualquier parte del mundo pueden sufrir violencia de género, en México se ha disparado brutalmente ese fenómeno contra mujeres y niñas.
Cada estado de la República tiene su propia historia de terror contra las mujeres, que es denominado el sector más vulnerable, junto con niños y ancianos, sobre todo por los recientes raptos y homicidios de mujeres y niñas.
Según registros oficiales, 11 mujeres son asesinadas por día en el país. Lo mismo las violan, torturan y descuartizan, que las entierran clandestinamente o las tiran por cualquier lado.
Los homicidios contra mujeres son cada vez más frecuentes y las matan de manera atroz. No sólo han asesinado a mujeres maduras y a jovencitas, sino también a niñas de forma monstruosa. Es inimaginable la forma de matarlas. Obviamente, en cada feminicidio se conjuntan otros delitos, como violación, tortura, etcétera.
Para toda persona, quienes cometen estos desalmados asesinatos son monstruos no son personas, y no hay quién les ponga un alto. El sistema de justicia en México no estaba preparado para combatir este fenómeno de violencia, y menos a gran escala.
Han venido asesinando mujeres en diferentes estados, niñas menores de edad, jovencitas y también mujeres embarazadas, nada les conmueve a estos desgraciados asesinos.
Podemos afirmar que antes sí había violencia contra la mujer, incluyendo la violencia política que vemos hoy en día y contra la cual ya se legisló, pero no a escalas actuales.
Poco ha cambiado en el mundo desde aquel 1960 en que fueron brutalmente asesinadas tres hermanas activistas políticas de apellido Mirabal, de República Dominicana, por órdenes de un gobernante de ese país, de nombre Rafael Trujillo. Y por cierto, es en honor a ellas es que eligieron el 25 de noviembre para conmemorar el Día Internacional Contra la Violencia de Género, y desde 1981 activistas y organizaciones de mujeres se manifiestan en las calles en favor de los derechos de las mujeres.
Sin embargo, a la fecha pocos avances se pueden presumir en relación a la no violencia contra las féminas, al menos en México, pues la realidad de los feminicidios es cada vez más cruel.
Y lo grave del asunto es que no se ha asumido una política pública específica para este sector; por el contrario, han aumentado las amenazas verbales y de muerte de gobernantes y políticos, contra mujeres periodistas y también hombres.
Por eso le digo que nada ha cambiado desde aquella fatídica fecha, en que se ordenó la muerte de tres hermanas en dominicana, por un diabólico gobernante, al que seguramente hasta los gusanos le tuvieron asco.
En México no se cantan nada mal las rancheras. En ese tenor, durante la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, una periodista de Oaxaca pidió al mandatario resolver el feminicidio de su hija, registrado en esa entidad, y al mismo tiempo entregó un documento al presidente AMLO, que contenían al menos 18 mil firmas de madres que piden un alto al feminicidio en el estado oaxaqueño.
Contó la afligida madre, de profesión periodista, que su hija de nombre Marisol Cruz Joaquín, era fotoperiodista y fue asesinada el 2 de junio del 2018; sin embrago, la reportera indicó que en su natal estado no le han hecho justicia; por el contrario, le han negado el apoyo.
Entre sollozos, expuso que su hija fue asesinada en un contexto electoral, y señaló a personajes de la política de ese estado. Inclusive, contó la madre de Marisol entre llantos, que su hija -y otras personas- fueron asesinadas con armas de alto poder, y que su hija fue cosida a balazos.
“La balearon tanto, que no le quedó ningún órgano vital salvable a mi hija. Nada. Le pido su intervención y también atención a la carta de estas madres que, como yo, estamos pidiendo que pongan un alto al feminicidio”, dijo entre lágrimas la reportera.
El mandatario le contestó que en ese momento sería atendida por la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
¿Verdad, que nada ha cambiado en materia de violencia de género? Al contrario, todo empeora por gobernantes pomposos y corruptos.
Además, se han disparado los homicidios contra niñas y jovencitas. El reciente asesinato en Zacatecas de la menor Sofía, de 12 años, consternó a los zacatecanos al grado que salieron a las calles a manifestarse en Fresnillo, para exigir justicia; y hasta le prendieron fuego a algunas oficinas del ayuntamiento, donde la gente enardecida exigía justicia por el feminicidio de la menor.
A la niña la asesinaron con tanto odio, que ni siquiera es posible imaginar cómo una mente diabólica puede cometer semejante atrocidad. Son malvados que no deben andar sueltos por ahí, deben estar en un manicomio.
Pero lo grave de todo es que cada vez son más comunes los asesinatos de mujeres en el país, y cada vez son más atroces. Los homicidas se ensañan con las mujeres, no tienen un poco de piedad, pues hasta damas embrazadas han matado. Nada de detiene a los feminicidas. Lo mismo matan a niñas que jovencitas; las violan, torturan y las exterminan.
Es tan grave el caso en México, que los feminicidios están imparables y lo mismo ocurren en estados ricos que en los más pobres, ya no hay distinción.
Sin duda a las nuevas generaciones le tocó vivir un país cada vez más violento e indiferente hacia las personas, pues ya no somos empáticos como antes, que nos apoyábamos unos con otros; incluso, si sucedía una desgracia en la casa vecina, llegábamos a apoyar, pues decíamos que si el dolor no nos une, no nos unirá nada. Quien falleciera, estábamos respaldando con la presencia a la familia, estamos pendientes en que ayudar. Pero todo eso se perdió, ahora ni el saludo nos damos, ponemos de pretexto el Covid-19.
Nos hemos alejado tanto de la familia como de los amigos y eso nos traerá peores secuelas que el mismo coronavirus. Miren porqué se los digo: un grupo de menores en Aguascalientes le prendió fuego a otro niño de 12 años. Los chamacos primero arrojaron alcohol sobre el niño que jugaba en el parque y enseguida le prendieron fuego con un cerillo.
Según testigos, la víctima jugaba en el parque como cualquier otro, cuando de pronto llegaron otros menores y de buenas a primeras le rociaron alcohol y le prendieron fuego, matándolo.
¿Se imaginan, mis estimados, hasta dónde han llegado los menores? Es que los padres andan desesperados por buscar un empleo y salen todo el día de la casa y descuidan a sus hijos. Las madres también salen a trabajar.
Este incidente es reflejo del descuido de los padres a los menores. La mayoría de los chamacos que se vuelven rebeldes y andan sin rienda en las calles, es por falta de atención de sus padres, que no se ocupan de sus hijos. Y hoy más que nunca los hijos menores necesitan atención urgente por parte de sus padres.
Miren, mis estimados, les voy a contar un relato verídico, registrado en una comunidad cercana del municipio de Zihuatanejo. Platicando con un profesor, me comentó que estaba frustrado, desilusionado, desesperado y a la vez triste, pues los estudiantes menores de edad ya no quieren estudiar; incluso ya le dijeron a sus padres que ellos no quieren la escuela, que van a esperar que los empleen grupos criminales, que ahí hay lana y ellos quieren ser grandes y cargar camionetas y muchas viejas, que sólo ahí hay billetes.
Y no crean que es cuento del maestro. En Guerrero, para su conocimiento, un gran número de niños, niñas y de chamacos menores de edad, así como jóvenes y señoritas, están siendo recluidos por estos grupos.
Según organizaciones sociales, el motivo por el cual los niños, menores de edad y jóvenes se están yendo con el crimen, es porque el gobierno les quitó sus clases en las escuelas, sobre todo en comunidades serranas, donde no hay internet ni ningún otro medio por el cual los estudiantes reciban la instrucción escolar.
Sin embargo, lo que hizo el gobierno en sus tres niveles, para que los estudiantes continuaran estudiando, fue un acto de buena fe, y más que nada se está cuidando la salud de todos. El resto es responsabilidad de cada padre de familia.
Es cierto que el programa no garantiza un éxito total, pero de algo a nada, es mejor aceptar el programa y no quedarse con los brazos cruzados viendo que pase el tiempo.
Digo, ya escucharon que habría clases presenciales hasta el primer trimestre del 2021. Todavía le cuelga y entonces más vale dar continuidad al proyecto establecido por la SEP y asumido por el gobierno estatal. ¡Feliz miércoles, mis estimados!