Ruth Tamayo Hernández
Desafío para estudiantes y docentes, la enseñanza virtual
“Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”: Albert Einstein.
Mis estimados, nunca imaginamos que llegase un día que anhelaran los estudiantes los honores a la bandera. Otros sectores quieren ya asistir a los templos, y reanudar sus reuniones familiares, entre otros eventos que solíamos hacer en grupos.
Deseamos con el alma y la vida socializar con amigos, pero no podemos, por salud, pues la pandemia por Covid-19 vino a cambiarnos la vida a todos.
Sin embargo, el virus no prohíbe trabajar y estudiar, y aunque es un reto la educación a distancia para los estudiantes, sobre todo de nivel prescolar, primaria y secundaria, se incluye a todos, pues por las medidas de confinamiento miles de estudiantes no tienen la posibilidad de conseguir mejores conexiones a internet.
El acceso a la tecnología digital pasó a ser de un lujo a un activo esencial para la vida, en la nueva normalidad.
Pero de por si la brecha de desigualdad ya era muy amplia antes de la pandemia, y después de ella será más evidente que nunca. Los estudiantes que no tengan acceso a una televisión, computadora o internet no podrán acceder a recibir educación, esto real, no es cuento chino, pues según estudios serios, sólo un 5 por ciento de estudiantes pobres tiene computadora para este regreso a clases. De estos, por lo menos 15 por ciento pertenecen a la población altamente vulnerable; es decir, gente que apenas tiene para comer, alertó la OCDE.
La realidad, mis estimados, es que en el estado de Guerrero miles de hogares, principalmente los de zonas rurales e indígenas, no cuentan con las condiciones necesarias para tomar sus clases virtuales, pues en regiones de le entidad suriana más de la tercera parte de los guerrerenses no cuentan con esas herramientas tecnológicas.
A eso agregue la falta de preparación o habilidad de los padres de familia para utilizar la tecnología y poder ayudar a sus hijos, en esta nueva modalidad educativa virtual.
Sin duda, es un desafió para más de 1 millón de estudiantes en Guerrero, a tal grado que en su mayoría comenta que el modelo educativo virtual no funcionará en México.
No obstante, no hay opción, señores, pues la pandemia va para largo, y sus hijos de una u otra manera tienen que seguir preparándose. Tal vez no aprendan al 100 por ciento, pero no hay forma por el momento de regresar a la escuela a estudiar de manera presencial, así que tiene que ser virtual y por eso es un reto para estudiantes, docentes y padres de familia.
Aunque hubo quejas, gritos y lamentos por parte de padres de familia que ni siquiera saben prender una computadora, para varios es algo nuevo.
A muchos les ganó el miedo, por eso los gritos entre esposos, padre e hijos, que comenzaron a discutir. Tengo un testimonio en el que el padre le dijo a la madre: “te encargó que mi hija ponga atención”. Pero la madre angustiada contestó: “yo no sé nada de esto, busca quién te ayude con tu hija, dile a algún maestro tal vez quiera venir, yo no puedo”. La niña era de primer ingreso en educación primaria.
Los peques también se prepararon para este momento con nerviosismo. Sobre todo, los que vienen saliendo del kínder. Con ojos grandes, con miedo a algo desconocido para ellos, pues ellos acopstumbran ver en la televisión caricaturas y novelas junto con la mamá o la abuela, pero no saben conectarse a los sistemas de la tecnología
Otras personas, sobre todo madres solteras, comentaban angustiadas su dilema: “¿Me quedo a ayudar a mi hijo o salgo a trabajar?, porque si no trabajo no habrá dinero para pagar la conexión de cable”, comentaban. Esa conexión que incluye internet cuesta no menos de 200 pesos mensuales.
Y otra decían: “Me llevaré todo mi salario en tarjetas de celular, para que mis hijos hablen al maestro y expongan sus dudas”.
Otras madres gritaban de nervios a sus hijos: “Siéntate frente a la televisión, ya te dije chamaco indecente porque yo no sé cómo explicarte, por atención”.
Otro pequeñín, le dice a su mami: “Cámbiale mami, no quiero ver eso”. La madre, a gritos le contestó: “Tienes que verlo estás en clases”.
Fue un día de retos para muchos hogares guerrerenses, pero para varios estudiantes no hubo desafíos, más bien, salieron en busca de trabajo o son vendedores ambulantes, niños que trabajan vendiendo para ayudar con gastos de casa. Para eso peques no hay manera de estudiar.
¿Se imagina usted, amable lector? Si para los niños que tienen acceso a televisión fue un reto el inicio de clases, puede suponer cómo fue el desafío para los peques que escucharon por radio la clase.
La pregunta obligada es ¿comprenderían lo que les enseñaron? Con todo, algo tenemos que hacer en la entidad para que los niños logren acceder a algún medio para aprender. Insisto, los docentes son clave para que sus alumnos aprendan. Los maestros deben enviar cuadernillos a los alumnos y horarios para recibir las clases. Los padres no tienen tiempo, son los docentes quienes tienen que estar pendientes de los alumnos, no sólo de sus hijos.
Y aunque el inicio del ciclo escolar mostró los profundos contrates de la población mexicana, no es tiempo de voltear atrás. Con lo que tengamos a la mano, tenemos que salir adelante, so riesgo de quedarnos rezagados. Siempre recuerdo los consejos de mi madre, que nos decía “no se tengan lástima”. Es decir, ella quería darnos a entender que no nos sintiéramos menos por que no teníamos lo que otros sí, y nos mantuvo en alto nuestra autoestima, para que nada nos sirviera de piedra de tropiezo.
El ser humano debe superar sus propias circunstancias, en espera de tiempos mejores. Pero si nos sentamos a llorar porque en nuestra casa no hay una laptop, o un smartphone para nuestros hijos, sin prepararlos con las herramientas que estén a nuestro alcance, pasarán los años, llegarán a viejos, y seguirán incultos e incapaces.
Y siempre he dicho que la peor pobreza que padece México, no es la falta de dinero, sino la falta de capacidades. Aquí lo vemos constantemente, cuando la gente viene a pedir trabajo y le preguntamos qué sabes hacer, pues no saben hace nada. Darles empleo significa enseñarles algo nuevo, y eso cuesta mucho a los negocios. Para variar, como son inconstantes, aprenden algo y se van, no valoran los conocimientos adquiridos.
Una persona que no se prepara, sencillamente perderá todas las oportunidades que se presenten en su vida. Las dejará ir por falta de capacidades, y las tomará el que sí esté capacitado.
Por eso aplaudo la decisión de la SEP para que el ciclo escolar no se pierda, y por eso cuestiono tanto el programa de jóvenes, en los que becan a quienes quieran aprender un nuevo oficio, pues no está cumpliendo su objetivo, ya que los chamacos piensan que les pagan sus becas sin necesidad de que tengan que acudir a trabajar, otros lo hacen por una o dos horas, y con eso piensan que es suficiente.
La importancia de la capacitación debe ser retomada, y evaluar a esos muchachos. De ese modo se combatiría la corrupción, porque para nadie es un secreto que muchos negocios tienen a becarios pero nada les enseñan, sólo les prestaron las plataformas para que cobren su beca, y otros hasta el moche les piden.
Ojo, señores de la Secretaría de Bienestar, porque dicen que si es panzón, aunque lo fajen. El viejo régimen nos dejó muchos jóvenes sin preparación, y sin capacitación. Eran jóvenes que ni estudian, ni trabajan. El programa se abrió precisamente para rescatarlos, pero estamos en las mismas.
En cuanto a los padres, tenemos que meter pies y manos para que nuestros hijos alcancen un mínimo de educación y capacitación, que les permita desarrollarse en un futuro. Y ese trabajo comienza desde la educación preescolar.
A Dios gracias estamos con vida y mientras no nos toque dejar este mundo, tenemos que avanzar, sin ver atrás. ¡Feliz martes, mis estimados!