Ruth Tamayo Hernández
Violencia, reflejo de nuestras propias acciones
Hoy en día, mis estimados, vivimos en una cultura de fascinación por la violencia. El ser humano justifica cualquier agresión hacia las personas, con todo tipo de razonamientos. A todo encuentra una explicación, inclusive hasta los golpes y homicidios tienen una ilustración por parte de los que lo cometen.
Nos dejamos llevar por tradiciones culturales, y patrones políticos, psicológicos, económicos, sociales, biológicos, incluso, religiosos. Hay dentro de nosotros algo que nos empuja a hacer daño, torturar, incluso matar a nuestro semejante, o a nuestros compañeros de vida.
El pensamiento moderno interpreta la violencia como algo natural de las personas. Y sí lo es. Todos nacemos con una inclinación al mal, y con una inclinación al bien. Es dependiendo de las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida, que nos inclinamos a un lado o a otro.
¿Pero qué va a determinar que una persona toma una decisión u otra? Su educación, sus principios morales, su formación inicial, su entorno cultural. Infancia es vida, dicen los psicólogos.
Dice la Biblia que si se instruye al niño en su camino, cuando sea grande lo recordará. Pero la parte de los padres, tutores y maestros, ahí termina, porque una vez que los hombres y mujeres alcanzan la mayoría de edad, son adultos reconocidos por la ley y, por ende, están fuera del gobierno de sus padres, y comienzan a gobernarse solos. Algunos lo hacen incluso antes de llegar a los 18 años; jóvenes que muy temprano dejan los hogares, en franca rebelión, para vivir su vida como les place.
Eso implica, que aunque una persona se haya criado en un hogar en donde se le inculcaron valores, es libre de tomar decisiones contrarias a lo que le enseñaron, pues de eso se trata el libre albedrío, la libertad intrínseca de cada individuo. Por eso vemos ahora jóvenes delinquiendo, matando, robando, extorsionando, aunque provienen de buena familia. ¿Por qué? Simplemente porque tomaron una decisión, usando su libertad de decidir.
Pero la maldad no es algo definitivo, puede ser cambiada. La maldad no es un absoluto, como sí lo es la bondad. Es difícil que una persona que practica la empatía, la misericordia, la compasión, se convierta de un momento a otro en un malvado.
Al revés, es posible que un malvado, alguien que ha practicado recurrentemente la maldad, en algún momento llegue algo de luz a su vida y cambie.
Por lo tanto, no debemos rendirnos ante el mal que estamos viviendo. Ni como nación, ni como sociedad, ni como individuos.
El gobierno debe hacer su parte en la adopción de políticas públicas de prevención hacia la violencia extrema que existe en el país, así como los legisladores están haciendo su parte en la enmienda de leyes y la creación de nuevas, para castigar a quienes cometen actos de barbarie contra sus semejantes, incluyendo a las mujeres, pues la ancestral violencia en los hogares se ha tornado en muertes de mujeres y niños, así como de un largo rosario de otros delitos concomitantes, como violaciones, lesiones, daño psicológico y moral.
La marcha por el Dia Internacional de la Mujer y luego el paro nacional “Un día sin nosotras”, que se celebró el lunes 9, fueron de un rotundo éxito, se logró el propósito inicial, que es la visibilización de la mujer y la violencia que sufre.
Aunque el paro nacional no fue para mostrar fuerza entre hombres y mujeres, menos para exhibir a gobernantes, aclaremos; pero sí se esperaba otra reacción del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, aunque tenga que retorcerse del agravio, el mandatario tiene que diseñar políticas públicas con presupuesto específico y con perspectiva de género; lo mismo están obligados a hacer los estados y municipios.
Es necesario un fondo económico que alcance para que se atienda el problema del feminicidio en todas las regiones y localidades del país.
El mandatario, ante el paro del 8 y 9 de marzo, expuso que no habrá cambios en la estrategia que aplica su gobierno, que van reforzar el plan para atender las causas que originan la violencia de género. Sin embargo, el mandatario federal tiene mequetrefes de funcionarios de primer nivel, que no precisamente cumplen con la máxima que presumen.
En México, la violencia de género es el reflejo de nuestras propias debilidades, comenzando por los funcionarios que abusan de poder para acosar y violentar a la mujer.
Por ejemplo, para nadie es un secreto que en los ayuntamientos los alcaldes agreden a secretarias, incluso a regidoras. En los congresos, los legisladores se burlan de las diputadas. En concreto, somos una generación, irresponsable y majadera.
El presidente AMLO cree todavía en los Santos Reyes, y ante la inseguridad y violencia que cunde al México lindo y querido, aplica estrategias que a un año y tres meses de que inició su gobierno, no le ha dado ni una pisca de resultado.
Sin embargo, el mandatario federal apuesta a aplicar la misma fórmula empleada a la violencia de género, sueña con una sociedad mejor; pero haciendo lo mismo no van a lograr el propósito.
Por ejemplo, por más dinero que les den a los jóvenes, no vamos a llegar a ningún lado; estos no valoran, lo gastan en alcohol y cigarros. En cambio, al campo no le dieron el valor que debieron darle, el desempleo en el país es cada vez más grande, la desintegración de las familias en México es enorme y muy grave.
Los padres pueden fortalecer los valores en el hogar, sí, y deben hacerlo; pero allá afuera crecen a ritmos acelerados indicadores como el divorcio, los matrimonios disfuncionales, los hogares monoparentales, la maternidad infantil (niñas teniendo niños). Y sobre todo, la violencia de género impartida por los padres, que ya no les gusta mantener a sus familias, ahora están para que los mantengan a los vaquetones.
Es tan grave el problema que vivimos en relación a la violencia de género, que el presidente AMLO trató de ocultar los hechos violentos contra mujeres ocurridos en pleno 8 y 9 de marzo. Tan sólo en estos dos días, 21 mujeres fueron matadas: once fueron asesinadas el 8 y 10 más el 9 de marzo, cuando se llevó acabo el paro Un día sin mujeres.
Sin embargo, lo que consternó a la comunidad estudiantil, fue la muerte de Nadia Rodríguez, de 23 años, estudiante de la carrera de Relaciones Internacionales, quien fue asesinada en Salamanca, Guanajuato, en pleno Día Internacional de la Mujer. La chica había salido con sus amigas y fue a dejar a una de ellas a su casa, pero de regreso la asesinaron.
Dan rabia esos sucesos, mis estimados, pero ocurren vez tras vez.
También en plano 8 de marzo mataron a María Magdalena Ferrer, de 16 años, quien estaba embarazada; esta chica fue asesinada cerca de su domicilio, en Boca del Río, Veracruz, donde dos tipos la agredieron a balazos.
Son una historia de terror los feminicidios, como si los homicidas lo hicieran a propósito.
Con todo, el mandatario federal minimizó estos actos; dijo que en lo que tienen que ver con la violencia en general ha bajado el número de homicidios y otros delitos, pero no les dio el nombre al feminicidio.
Sin embargo, la muerte de mujeres continua imparable en México. Algunos caballeros, molestos, dicen que hacen teatro las mujeres; “a los hombres nos matan más seguido y no estamos lloriqueando haciendo marchas o dejando de trabajar; por 5 mujeres que matan, caen 20 hombres; dejen de hacer teatro, señoras y pónganse mejor a trabajar”, señalan.
Con esa actitud machista de varios caballeros, dudo que se fomenten valores en el hogar.
¡Qué lástima! Son lamentables los pensamientos despectivos de hombres y mujeres hacia las damas que participaron, tanto en la marcha como en el paro.
Incluso las mismas mujeres señalaban de “prostitutas baratas” a las participantes en la marcha: “No tiene que hacer en su casa, por eso andan en la calle de revoltosas gritando”, escribieron.
Y profiriendo palabras obscenas, despotricaron los hombres en la calle por donde pasaban las damas.
En Zihuatanejo, una pareja decía palabras muy feas a las participantes en la marcha y el tipo cada vez subía de tono sus groserías, provocando a las marchistas. Y la mujer se sonría festejando lo que decía su demente marido. Afortunadamente ninguna mujer contestó el insulto del tipo majadero y macho corriente.
Bueno, hasta los propios funcionarios de Morena criticaron a las regidoras que se unieron al paro de “Un día sin nosotras”; anduvieron checando los nombres de servidores públicos que se unieron al paro para descontarles el día. ¿Cómo ven a estos ingratos?
En otro tema, mis estimados, volvió la violencia a tocar la puerta del Congreso, y fue nuevamente en Michoacán, donde asesinaron a tiros al diputado local del PRD, Erick Juárez Blanquet.
El legislador fue abatido por dos pistoleros que viajaban en motocicleta, en la calle Morelos Sur, a la altura del Pípila, donde también resultaron heridos su chofer y un asistente del diputado.
Y como era de esperarse, el pleno del PRD y dirigentes partidista exigieron justicia por la muerte del legislador.
Por estos hechos, al cierre de esta edición había 2 detenidos. Veremos qué perlas salen de su ronco pecho, para conocer el trasfondo de este asesinato.