Palabra de Mujer

Ruth Tamayo Hernández

Viudas y huérfanos del crimen, no han sido atendidos

“¿Qué diferencia hay para los muertos, los huérfanos y los refugiados que la loca destrucción venga bajo el nombre del totalitarismo o el sagrado nombre de la libertad o la democracia?”: Gandhi

Espeluznantes cifras, mis estimados, revela el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (INEGI), en relación a homicidios cometidos debido a la lucha contra el crimen organizado que surgió -según el organismo- en 2007.

Tan sólo los asesinatos cometidos en ese año con armas de fuego causaron que 53 mil personas enviudaran en el país, encabezando la lista para no variar, Guerrero, Estado de México y Chihuahua.

Sin embargo, vale la pena recordar que ha habido años, como por ejemplo 2011, que fue especialmente violento de hecho, es el más sangriento de la historia del país, pues se reportaron 5 mil 437 asesinatos de población desposada. Ese año, igual número de personas quedaron viudas o viudos, y obviamente con hijos que mantener.

Ahora mal, desde que comenzaron las matazones en México, nunca se han dado cifras reales. Por angas o mangas, siempre han ocultado los gobernantes; y por eso los datos que pone al descubierto el INEGI dejan mucho que desear, pues las cifras siguen siendo tapadas, maquilladas, escondidas, ya que hace más de 13 años que en el México lindo y querido los mexicanos viven un azote terrible por el crimen organizado. Estos eventos han dejado centenares de viudos y viadas, así como huérfanos.

Esto es grave, sin duda, pero lo más aterrador de esta guerra contra el crimen son los millones de niños huérfanos regados por el territorio nacional, y esto sí es un tema muy delicado donde ninguna autoridad dice esta boca es mía. Si usted es precavido y toma lápiz y hace una suma de acuerdo a los miles de menores que hay delinquiendo en estados y municipios, va a darse cuenta del grave problema en que estamos encajados los mexicanos. Y sólo para recordar, en la pasada Legislatura, para ser exactos en 2017, el senador panista Jorge Luis Lavalle reveló que de acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, había en nuestro país 1.6 millones de niños en la orfandad y miles de niños y niñas sin cuidados parentales, debido a que los padres salieron huyendo de sus lugares de origen por amenazas del crimen organizado, y que ante ese problema la gravedad era que no había organismos al cuidado de esos niños que había en el país. Apenas había 879 casas hogar para menores de edad. Y la propuesta era que se abrieran casas hogar para el cuidado de estos pequeños huérfanos, pero nunca se hizo nada, y el hubiera no existe.

Por eso, aquí está la clave. Percibimos el inmenso problema de criminalidad que hoy vivimos en México, pero no le busque más, porque eso indica que se descuidó el tesoro más precioso que tiene cada hogar, sus hijos. Y todavía el gobierno en sus tres niveles se pregunta el por qué tanto criminal, si bien que saben que dejaron en el abandono y a su suerte a ese sector.

Son millares de menores huérfanos cuyos padres fueron asesinados. Otros, según registros, su madre o padre viuda o viudo, tuvo que irse del pueblo a trabajar para la manutención de sus vástagos, pero las cosas no salieron bien y esos padres se olvidaron de los hijos y los dejaron a su suerte. Entonces, esos pequeños ya en completo abandono, crecieron y son estos niños lo que hoy mantienen en jaque a la gente, haciendo lo único que aprendieron a hacer: matan y asesinan por dinero.

Los criminales tienen mucha mano de obra de donde tomar para continuar con la guerra, pues si había 1.6 millones de niños en 2017, para fines de 2019 hablamos que la cifra rebasa los 2 millones de menores y jóvenes, huérfanos, enlistados con grupos criminales.

Ahora pueden darse cuenta, mis estimados, que no es casualidad que el país esté teñido en sangre y que si estas cifras son verídicas, estamos hablando de que el problema de la criminalidad en el país no tiene para cuando termine; por el contrario, tomará más fuerza cuando los menores sean entrenados para matar, porque son chicos colmados de odio y venganza, se sienten rechazados y su único deseo es satisfacer su rencor con quien sea. Por eso asesinan a quien se les pone enfrente.

Según expertos, los menores que viven violencia, pobreza,  marginación y abandono de sus padres, son los que engrosan las filas del crimen organizado; sin embargo, los expertos indican que hay niños que son rescatables; si el gobierno se propusiera los podría rescatar, ya que no hay mejor transformación que la de los niños desplazados, huérfanos y abandonados, que es en estos pequeños en los que deben el gobierno aplicar políticas públicas en su liberación, no escatimar dinero para recobrar a esos menores. Para eso deben construir casas hogar con maestros de todas las áreas: artísticas, física, música teatro, y un largo etcétera. Además, tener doctores y psicólogos que atiendan los niños, incluso psiquiatras. Sólo así podrán quitarle al crimen esta mano de obra y rescatar a millones de menores huérfanos que hay en el país.

No es un sueño, esto es real.

En lugar de tapizar el país de grupos de alcohólicos anónimos y casas de recuperación de drogadictos, que también son buenos, porque tristemente tenemos un gran sector que tiene ese problema y que son parte de la sociedad; pero para salvar a los menores huérfanos y librarlos de la manos de grupos criminales, tiene que entrar el gobierno federal para que se hagan cargo de esas casas hogar, que cuesta mucho dinero sostenerlas. Pero de andar dando dinero a lo loco, mejor enfóquense en el rescate de los huérfanos por la guerra contra el narco y corten el reguero de dinero a otros grupos. Comiencen a construir casas hogar en cada municipio. Por ejemplo, que el gobierno municipal o el estado regalen el terreno y que el gobierno federal construya, equipe y mantenga la Casa Hogar.

Prueben, señores gobernantes, y verán el cambio en poco tiempo. Como también deben cambiar el sistema en las cárceles, que los presos se sientan útiles, denles herramientas para que trabajen, que se vuelvan productivos; y denles valor a sus productos. Que el gobierno municipal envié un funcionario para que lleve el producto de cada persona a las tiendas departamentales. Antes debe hablar el presidente para que compren productos locales para vender en sus tiendas y los compren a buen precio, y les entregan su dinero. Así ellos podrán mantener a su familia, les van a levantar la estima y se van sentir útiles y hasta su comida pueden comprarse. Y vuelven productivo ese sector que nos cuesta a todos mantener.

Aunque tal vez se burlen de mí, ya saqué mi fua. Hace meses que tengo esa idea en mente y no había podido compartirla, pues en otras naciones los presos no los mantiene el gobierno, ellos solos se mantienen produciendo y algunos estudian y son profesionistas, que luego son contratados por el gobierno para enseñar en la misma cárcel por un sueldo. Y en otras naciones no son mejores que nosotros, también en México lo podemos realizar.

Rescatemos a los menores y jóvenes, señores, antes que sea demasiado tarde.

Les voy a comentar un suceso que pasó hace unos días con un matrimonio joven, amigos. Le dije a la esposa. “No te divorcies, amiga, piensa en tus hijos, tienes dos, es un camino largo el que te espera; mira, tú puedes encontrar un hombre a la vuelta de la esquina y andar feliz por todos lados; lo mismo tu marido puede encontrar muchas mujeres, pero tus niños no podrán nunca encontrar otro padre. No se divorcien, hablen con un experto en matrimonios, busquen un psicólogo, pero no se divorcien, hazlo por los pequeños y tú misma dices que llora mucho la niña, piensa en ellos”.

Su respuesta cargada de orgullo y coraje: “Jamás lo voy a perdonar, por mi está muerto”.

Y ahora como ustedes saben es bien rápido divorciarse, si los dos acuerdan hacerlo; ya no es como antes. Ellos tienen dos hijos: un menor de 10 años y una niña de 6 años. Ella tramitó el divorcio; sin embargo, mi amigo no había sentido ningún sentimiento hasta que le habló el juez anunciándole que ya iban a firmar. Le dolió el alma que la ex esposa llevara a los niños al juzgado, pues su hijo mayor corrió a sus brazos y le dijo ‘Papito no nos dejes’. Ese fue un golpe mortal para mi amigo, que a la fecha no se recupera. Cuando firmó, me llamó y me dijo: “No puedo manejar, ¿puedes venir por mí? Abrázame amiga, siento que voy a explotar, arde mi pecho de dolor, nunca imaginé sentirme tan mal al firmar el divorció, me duele mucho mi hijo; pinche de mi vieja, habíamos quedado que no los llevaría y los llevó, me siento muy mal, dime algo, porque siento que voy a caer de lo mal que me siento, soy un pend…”

Ver a un hombre derrotado de esa manera no sabes que decir. Simplemente le dije: “No bebas alcohol porque te sentirás peor, es mejor que te portes bien y busca a tus hijos, no dejes de verlos, sigue al cuidado de ellos, eso no te lo prohíbe ninguna ley; pero debes estar bien, levántate, tus hijos te necesitan fuerte”.

¿Por qué les digo esto, mis estimados? Porque nosotros mismos, por el orgullo que nos invade el alma, somos culpables de la perdición de nuestros hijos. El coraje no nos permite ver más allá. Queremos venganza aunque nos estemos muriendo por dentro. Buscamos que nos la pague el fulano, sin poder ver que el daño es para los hijos, pues según expertos, los niños hasta los siete años forjan su carácter con papá y mamá, esa es la unidad familiar la que hace a los niños seguros para enfrentar la vida. Cuiden de sus hijos, mis estimados.

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