Un gol de Ocampos en los últimos minutos ha permitido al Sevilla clasificarse para las semifinales de la Europa League tras derrotar al Wolverhampton en Duisburgo. Una victoria trabajada y sufrida, donde tuvo que sufrir con el penalti detenido por Bono a Raúl Jiménez y estalló de alegría con el cabezazo del argentino. Un partido donde demostró que para las grandes hazañas siempre hace falta fe e implicación. El Sevilla tiene mucho de las dos y ahora se cita el domingo con el Manchester United. Unas semifinales con historia. El Sevilla sigue agrandando su leyenda.
Ya avisaba Julen Lopetegui de que el partido ante el Wolverhampton no se iba a parecer en nada al de la Roma, donde los espacios que dejaba el conjunto italiano en cuanto el Sevilla superaba su línea de presión eran enormes y las ocasiones llegaban constantemente. El equipo inglés defendió en bloque bajo, dejándole el mando de la pelota al equipo andaluz y amenazando al robar, con transiciones muy rápidas protagonizadas por Adama Traoré, quien al primer minuto ya le había puesto un centro a Raúl Jiménez, que el delantero mexicano cabeceó a las manos de Bono. Era sólo un aviso de lo que le esperaba a la defensa sevillista con la potencia de piernas del atacante español de los Wolves.
Traoré, en un robo, agarró la pelota en el centro del campo y vio una autopista por el centro. Se lanzó como un gamo, mientras Fernando y Diego Carlos hacían lo imposible por detenerle. El central se lanzó al suelo a la desesperada dentro del área y cometió penalti. El peor de los escenarios se dibujaba en el rostro de los jugadores del Sevilla. Pero en este tipo de torneos siempre aparecen héroes inesperados en los momentos clave. Raúl Jiménez, un especialista desde los once metros, no supo engañar a Bono, quien detuvo el disparo y mantuvo a su equipo igualado en el marcador. Esa ocasión, sin embargo, no espoleó al Sevilla como debiera. Sus defensores le sumaron dosis de respeto a Adama. El pase de seguridad se adueñó del equipo de Lopetegui. No se podía perder la pelota con el ’37’ merodeando cerca. El Wolves había enseñado sus cartas.
El Sevilla comprendió en esos minutos, por si Lopetegui no se lo había recalcado demasiado en el vestuario, que el pase a las semifinales estaba en madurar el partido. Tener la pelota e ir desgastando a su rival. Necesitaba de jugadores que supieran moverse entre líneas y crear algo de la nada, con un pase o un disparo. El hombre para ello era Suso. El gaditano probó a Rui Patrício desde lejos y después encontró a En-Nesyri, pero el delantero lanzó muy desviado. Y encima Banega, el hombre clave para crear juego y encontrar las grietas en el muro inglés, no se encontraba cómodo, ya que Dendoncker tenía asignado el seguirlo hasta el servicio. Una incomodidad añadida para un equipo al que siempre se le han indigestado la clase de rivales que utilizan la táctica del Wolverhampton.
El guion de la segunda parte se parecía demasiado al de la primera, aunque con el Wolverhampton con un punto más de salida con más hombres al ataque, debido a que el Sevilla no amasaba tanto sus ataques y el juego cogió ritmo de campo a campo. Jordán estuvo a punto de cazar un balón en el punto de penalti tras combinación de Navas con Ocampos, pero se adelantó su marcador. Koundé fue el siguiente en probar fortuna con un pase de Suso al segundo palo, pero su remate se fue alto. El francés tiene un olfato de delantero dentro del área, aunque la puntería propia de un central.
Nuno realizó un cambio ofensivo regresando a la delantera de tres hombres, aunque tuvieran que aportar en defensa como al principio. El Sevilla podía circular con más velocidad y soltura, aunque debía proteger su espalda. Una falta en la corona del área permitió que Banega pusiera a prueba los reflejos de Rui Patrício. El Sevilla crecía en el partido por la pérdida de fuelle de los Wolves. Era el momento de ir de verdad a por el encuentro, madurado durante muchos minutos. El rival esperaba que llegase la prórroga y apurar sus posibilidades con el cansancio de ambos. Lopetegui introdujo en el campo a De Jong y Franco Vázquez buscando piernas frescas y la victoria en el tiempo reglamentario. Ocampos quiso encontrar al delantero holandés en un centro lateral que terminó en córner. El saque de esquina fue hacia Banega, en el pico del área, quien aguantó y la puso para que Ocampos peinase al segundo palo. Primer gol del argentino en la Europa League y delirio sevillista. Sólo quedaba aguantar.
El equipo andaluz vuelve a citarse con la historia tras su pase a semifinales, donde le espera el Manchester United. Un partido duro, trabajado y con la fuerza de un campeón que responde al nombre de Sevilla.
About Author
Tambien Te Puede Interesar...
-
Destacada participación en la tercera edición del triatlón del puerto de Lázaro Cárdenas
-
Historia de la campeona Harumi Sánchez
-
Todo un éxito la Calentona con Causa en beneficio del pescador Felipe Reyes
-
Bienvenidos a la 2da Carrera Parroquial Guadalupana 2024
-
Harumi se viste doblemente de oro Internacional