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Nestlé & Co. unidos para abusar de los niños

Alejandro Badillo

Nestlé, la mayor corporación de alimentos ultraprocesados en el mundo, se lanza otra vez contra las políticas de salud pública para enfrentar la epidemia de sobrepeso y obesidad entre los niños mexicanos. Siempre ocultándose, siempre moviendo, a través de sus hilos, a asociaciones empresariales, a instituciones de investigación a las que financia, a asociaciones de profesionales de la salud, a funcionarios, e, incluso, a secretarios de Estado y altos funcionarios. Nestlé es, sin duda, una de las corporaciones que ha secuestrado la política de salud pública para proteger sus intereses, sus ventas, sus ganancias.

Nestlé es una de las empresas que más personajes infantiles utiliza en sus etiquetas y envases, como el conejo de Nesquick en cereales, chocolate y bebidas; la abejita de Cheerios;  el conejo de Trix en cereales y yogurts; el duende de Lucky Charms, el lobo de Cookie Crisp, el oso de Zucosos, los niños de los productos Milo y los diversos personajes de Aguitas de Nestlé, entre otros. Son los peores cereales los dirigidos a niños, los que más azúcar tienen, los que más dulces son. Y las agüitas de Nestlé, similares a las Epuritas de Pepsico, son bebidas extremadamente dulces, con colorantes artificiales ya prohibidos en otros países, con saborizantes artificiales y con edulcorantes no calóricos que no se recomiendan para niños. Los peores productos en el mercado son los que se comercializan, justamente, para los niños, y esto se hace con estrategias altamente persuasivas, aprovechándose de su vulnerabilidad a la publicidad.

Todos estos productos contienen altas cantidades de azúcares y edulcorantes que llevan a la deformación del gusto de los niños por alimentos y bebidas intensamente dulces, deformación que se convierte en hábito y adicción que suele permanecer de por vida. Enfrentar esta adicción, evitarla, es uno de los principales retos para enfrentar las epidemias de obesidad y diabetes. Nestlé ha jugado un papel central en generar esta deformación del gusto desde muy temprana edad entre los niños mexicanos.

El Instituto de Medicina de los Estados Unidos en 2008 y el Grupo de Trabajo para la Prevención de la Obesidad creado por la Casa Blanca en el año 2010, reconociendo el potencial persuasivo del uso de personajes, señalaron que éstos deberían ser utilizados de manera exclusiva para la promoción de alimentos saludables para los niños.

Nestlé habla de derechos de propiedad intelectual, del derecho de seguir usando sus estrategias de mercadeo a niños. En su carta no habla del derecho a la salud, de los derechos de los consumidores y del interés superior de la infancia. ¿Cómo puede decir Nestlé en su misma carta que “tenemos más de 85 años de brindar nutrición, salud y bienestar a las familias mexicanas”, sin reconocer estos derechos?, cuando en realidad actúa en su contra.

Lo que no dice Nestlé es que estos argumentos contra el proyecto de etiquetado en México fueron sus mismos argumentos contra el etiquetado de advertencia en Chile y la regulación de la publicidad dirigida a la infancia. No dice que perdió cuando trato de demandar estos derechos de propiedad intelectual y mercadeo, que sus demandas no prosperaron y el caso se resolvió a favor de la salud.

Nestlé no informa que en la propia Organización Mundial de Comercio se establece la prioridad de los derechos a la salud por encima de los derechos comerciales, de la propiedad intelectual. En Chile, donde ya se aplica un etiquetado similar al propuesto en México, los personajes de Nestlé ya no están en los productos que portan un sello que advierte al consumidor la alta presencia de azúcares, grasas saturadas, sodio y/o calorías.

La OMS señaló en 2014 que estas estrategias de mercadotecnia “se aprovechan de la credulidad e inexperiencia de los niños”, nosotros decimos que estas corporaciones abusan de las niñas y los niños. Les pedimos que como empresas mexicanas, no se sumen a ese abuso, a esa violación al interés superior de la infancia.

Existe una gran corporación mexicana, presente en gran parte del mundo, que debería poner el ejemplo: Bimbo. Las demás empresas tienen sus casas matrices en otras naciones y aquí nada deciden. Bimbo si lo puede hacer de forma voluntaria, antes que entre en vigencia la norma, que exprese su compromiso a retirar todas las estrategias de mercadotecnia dirigida a la infancia. Las demás corporaciones que lo terminen haciendo de manera obligatoria, cuando se publique y entre en vigor el proyecto de la norma, como debe ser.

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